Desde la última vez que escribí a hoy, me he tenido que tragar muchas cosas.
Primero que las Chivas hayan ganado el título, con gol del enternecedoramente torpe Maza incluido, y festejo y promesas de estadio estilo casa de los Teletubbies de don Vergara. Felicidades a los que son Chivas, pero que eso no les bloquea en el mapa cerebral el área del buen gusto y reconocen que ese dueño suyo es tan elegante y propio como un sonoro flato en un bautizo o como Bush en una mezquita.
Segundo, mis amados Chargers que tienen el síndrome del jamaicón sin siquiera ser mexicanos (algún día habría que hacer un estudio sobre lo mexicanos que pueden llegar a ser por estar tan cerca de Tijuana y cómo influye esto en sus estruendosos fracasos) me hicieron pasar un triste fin de año. Caer en casa frente a un equipo (no me atrevo siquiera a nombrarlo) que mostraba jugada a jugada que no era mejor que nosotros, pero al que nos cansamos de enseñarle que ganar en Playoffs (y más con Mr. Schottenlooser) no es lo nuestro, me dolió y me sigue doliendo.
Los Pat's (ya me atreví a escribirlo y pronunciarlo dentro de mi cabeza) recibieron gustosos todas nuestras muestras de hospitalidad californiana y sólo faltó que Brady le mandara un Rolex de oro a Marlon McCree en señal de franco reconocimiento por su labor al interceptar y fumblear en cuarta oportunidad. ¡Me recargo en la pared! Ahora, ¿podrá el probadamente ineficaz y tibio Norv Turner mantener en curso ese barco? LT, por favor, no permitas que te pongan en la portada del Madden 2008, porque si te rompen una pierna auguro una temporada de 4-12.
En fin, cavilaciones sandieguenses y lamentos antichivas aparte, me declaro un amargado y harto de miles de tonterías que oigo, veo y presencio cada día, pero sólo compartiré la última que me hizo sentir el estómago como papel de estraza envolviendo medio kilo de vísceras de puerco. Me explico, me encontraba dándole gusto al pulgar derecho surcando el limitado espectro de la oferta a de la televisión comercial (no tengo cable, pero si lo escribo se me vuelve a pegar el espinazo con el ombligo de puro coraje) cuando aparecieron en escena un par de guapas féminas que no sé cómo se llaman, pero que lo que la vida les dio es lo que se ve, pero que cuando hablan se nota que la dotación neuronal no fue tan espléndida, quienes trataban de entrevistar a la rubia de labios de colágeno, Joanna Benedek.
Total que seguí dándole rienda a mi furor dactilar con el control, cuando volví a caer en el "hábil" cuestionario que recitaban, apuntador en oreja, nuestras estéticas locutoras y llegaron a la "singular", "original" e "inteligente" pregunta de: "¿Crees que la gente te ha encasillado como una mujer sexy y por ello no te ofrecen otro tipo de papeles?". Doña Benedek, como debe ser, lo pensó un rato y me sorprendió con "no me gusta ser sexy, no entiendo por qué sucede esto", claro que la falda rabona que sentada llegaba hasta el huesito de cadera y el escote al esternón eran como para apoyar la respuesta de la balcánica de petatiux.
El clímax fue la de los 64 mil pesos: "¿Alguna vez te desnudarías en cine?", ¡Qué bárbaro!, ¿dónde está el jurado del Pulitzer, porque tenemos dos ganadoras?. Pero Joanna no me defraudó con su respuesta: "Mira, no me gusta destaparme, pero si es un buen guión y está justificado, además de ser algo artístico, claro que lo pensaría".
¡Carajo! Creo que la Venus del Milo fue la primera en contestar eso y lo repiten estúpidamente, hetaira tras hetaira que surge en nuestro mal llamado "ámbito artístico".
Pero bueno, yo como dijo mi querido Monsiváis, yo sí me desnudaría, siempre y cuando no sea un buen guión, no esté justificado y no sea un desnudo artístico.
20 febrero, 2007
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