02 noviembre, 2008

Gasolina en la sangre

Luego de dos años y medio de alinear en el bando pambolero, días como hoy, donde afortunadamente Lewis Hamilton le ganó el título de la F1 al pesado de Felipe Massa, poco a poco me he ido acordando por qué llegué a ser aficionado el número uno de todo lo que tuviera ruedas y transitara por un circuito.

Recuerdo perfectamente el día en que mi jefe Andrés, me dijo "¿Qué fuente quieres cubrir?", luego de seis semanas cubriendo a Tigres y Rayados (que es como cubrir a Palestina e Israel: mucha pasión, mucho conflicto, mucha radicalización, nada de racionalización y poco de calidad la de Medio Oriente humana, en Monterrey, futbolística).

A lo que ingenuamente contesté. -"¿Cuáles hay?"
Y me respondió. - "Hay autos, automovilismo y autos".
- "Nooooo, pues yo quisiera autos, pero si no hay de otra me quedo con autos".

En ese momento me sentí como seguramente se sintió Fox luego de que le pusieron la banda presidencial en el 2000. Es decir, me asaltó el pánico y me dije "pero si no sé nada de esto, ¿ahora qué hago?".

Como inmediatamente me visualicé en el desierto informativo pasando las de Caín para poner una méndiga notita en el "budget", también pedí que me dieran todas las demás fuentes que nadie más quería ni cubría, así que además de ser suplente en box y tenis, me agarré, al más puro estilo anarquista que reza "la fuente es de quien la trabaja", es más me agandallé basquetbol, golf (esa un poco forzado) y hasta equitación.

Volviendo al carro, el mismo día que mi "Cabecita de algodón Amieva" me ensartó la fuente. me di a la tarea de tratar de hacer mi primer contacto. Para mí, el automovilismo se limitaba a lo que conocía de Fórmula Uno, que no era mucho y ya, tan tán, no more, se acabó. Entonces para mi fortuna esa noche Joserra entrevistó en "En Caliente" a Adrián Fernández y pensé, pues este changuito debe ser el bueno, por lo que pidiendo referencias de aquí y allá alguien me dijo que era lo mejor que había en el País en ese momento.

¿Cómo? No sé, pero conseguí su teléfono, fui a su casa, lo entrevisté, y luego me volví a quedar como Fox: ¿Y ahora qué hago? Para no aburrirlos con mi letanía, sólo les diré que no sólo pude cubrir la fuente, sino que me envenené de ella.

A partir de ese momento, o mejor dicho cuando fui a la pista de Pachuquilla a ver una carrera de la Fórmula Dos y luego la coronación de Allen Berg en el Autódromo Hermanos Rodríguez, el virus infeccioso del automovilismo entró en mi cuerpo como el Alien, con la diferencia de que no me salió por la panza ni me mató.

Es difícil explicar el porqué los autos se le meten a uno en el código de barras aunque ni siquiera sepas manejar, pero ver cómo un hombre toma un vehículo y a 200 o 300 kilómetros por hora, lo viste, se lo calza, como quien toma un buen traje; cuando ese hombre hace hablar una máquina de 800 0 mil caballos de fuerza, y luego de hacerla hablar le saca una melodía, en ese momento la infección se ha producido y lo único que queda es estar flojito y cooperando.

Dentro del mundo motor me ha tocado de todo, nueve muertitos entre prensa, pilotos, espectadores y bandereros; grandes victorias y fracasos. Los he sentido como míos, porque así como el reportero de nota roja termina hablando como policía, con claves y todo, el de autos se mimetiza con la fuente, pero al mismo tiempo formas parte del circo y cuando alguien muere o celebra, lo sientes como tuyo teniendo que apretar los labios para mantener una distancia y no llorar o reír con el implicado.

Los personajes que más me marcaron en mi etapa de reportero fueron Adrián Fernández y Alex Zanardi. De Adrián sobra decir que logré su confianza y al mismo tiempo su respeto por mi trabajo, lo cual persiste hasta ahora, pero con Zanardi fue como ver un huevo y verlo de pollito, de gallo, y luego salir casi muerto para la pollería y de nuevo, felizmente presenciar su retorno al corral.

Zanardi es el tipo más simpático que conozco fuera de las pistas, pero el más fiero dentro de ellas. El rebase en la curva "cornscrew" de Laguna Seca sobre Bryan Herta en la última vuelta de la última carrera del año, fue como ver en vivo a Moisés abrir las aguas. El hombre realizó la maniobra más inverosímil que se haya imaginado con el talento de un Paganini, de un Tchaicovsky, de un Beethoven: una sinfonía.

Creo que en un lapso de cinco años lo vi triunfar en una docena de carreras o más, y no es que me haya ganado cuando me recomendó comer ossobuco en el Ristorante Antonio's de Vancouver o que me haya dado una entrevista aunque su "PR" me corrió de su hospitality, bueno sí y no, lo que realmente me hermanó con Alex fue que en algún momento fue para mí, el piloto más sorprendente, pero sobre todo el que más transmitía en la extinta Serie CART.

Ante mis ojos fue Novato del Año, Campeón, se fue a la Fórmula Uno y lo vi regresar fracasado. Por eso, ese 15 de septiembre en Lausitz estaba feliz de ser el único reportero de autos mexicano que lo acompañó cuando volvió a correr como nos tenía acostumbrados, cuando fue de nuevo el viejo Alessandro. Desafortunadamente las piernas de Alex no terminaron la carrera, se quedaron para siempre en el óvalo alemán, pero su espíritu se mantuvo intacto y todavía sigue corriendo.

Yo estoy un poco alejado de las pistas, pero asomar la nariz a la televisión para ver a mis amigos me hace reactivar el veneno que irremediablemente me acompañará hasta ver la bandera a cuadros.

8 comentarios:

In phidelio dijo...

Como bien sabes, este año te traje de sensei y teacher del automovilismo, ya que por algún extraño motivo, como dice el Chanfle, me volví un ultra de Lewis Hamilton (campeóooooooo, campeóoooo).

Aunque suene a consejo de Pat Morita, no dejes lo que te apasiona.

Sergio dijo...

Chale, a mí me cagó que ganara Hamilton porque el tipo me caga nomás de verlo, y sobre todo porque siempre seré de Ferrari. Y lo peor, a mí no me hacen menso, el tal Timo Glock o como se escriba aflojó el acelerador en esa última curva para que ganara el tonto de Lewis, yo ya celebraba la victoria de Felipinho. Y luego Glock o como se escriba es el primero en felicitar a Hamilton, ajá, sí, seguro ya no le alcanzaron las llantas para llegar en cuarto lugar, infeliz!
Bueno, yo también me hice seguidor del automovilismo cuando estaba chavo, cuando las batallas de Senna y Prost.

También recuerdo perfectamente que me tocó capturarte la nota de aquella tragedia de Zanardi en Alemania, se te escuchaba triste, y no era para menos, el buen Alex había dejado sus piernas en ese óvalo.

Saludos

Livier dijo...

La verdad es que me caga que el deporte tenga manchas, y eso de dejar pasar a Hamilton fue un horror, la neta es que no debería ser así porque no se vale, porque hay que ganar bien, porque si vas a ser grande lo mejor es que sea de verdad y no por decisiones de equipos y esas cosas!!

Asco total, exijo que se aclare y me devuelvan la ilusión!

Chanfle II dijo...

Hamilton es un mártir porque le conviene. Ya veremos si no es flor de un día, pero por lo pronto tuvo mucha, muuuucha pinche suerte (Glock ya tiene chambaaa, Glock ya tiene chambaaa).

Al igual que tú, cómo extraño cubrir una fuente...

Anónimo dijo...

Ta chida mi Pip, se siente que hasta el blog lo escribiste con pasión.
A mí la neta, la F1 y demas seriales no me interesan.
Aqui si no comparto la pasión
Truck

Anónimo dijo...

creo que hay quienes no tienen una misera idea de lo que es correr sobre mojado con llantas secas. no? que nos hable el experto pepe tiño

Anónimo dijo...

Mi querido pepr!
era tan apasionante ver como te latian las carreritas que yo tambien en su momento segui todos los seriales que pude, cuando Adrian Fdez casi queda campeon, todos los muertitos que cubriste etc etc... Aunque el deporte en Mexico apesta, la verdad... ahi es cuando me pregunte alguna vez: No mams, y si Pepr hubiera sido periodista brasileiro? jaja, tu seras siempre un grande amigo! te admiro.

Anónimo dijo...

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