06 enero, 2009

Éxtasis

Ellos son tres, pero parecen cuatro, de hecho lo deberían ser, pero el primer Raulito se hartó de este mundo antes de cumplir el año.

Raúl, el segundo Raúl porque mi tío no podía quedarse sin un hijo que llevara su nombre, es una especie de Keith Richards mezclado con el peinado de Rick James. También es conocido en los bajos fondos del Fonacot como "El Lobo" ya que no hay poro de su cuerpo que no contenga un folículo capilar azabache, creciente, incólume y perenne.

Si una palabra lo define es "protector". Desde que nació es un padre de familia sin hijos, un padre de sus padres, de sus hermanos, de sus primos, de sus sobrinos, de sus amigos y de sus amores.

Su labor sindical le da para comer, aunque su famélica figura denote que comer no es su mayor afición. Prefiere fumar Baronets, Montanas, Boots o cualquier pitillo no demasiado caro, mientras pasea en un juego sin fin, hasta 12 monedas de mano en mano, de una en una, de dos en dos, de tres en tres, en un malabrar infinito como perfecto donde ninguna pieza toca el suelo.

Es tan moreno que a veces con la barba cerrada se parece a Urko, el general del Planeta de los Simios, pero es tan delgado y usa ropa tan entallada y blanca, que es imposible no recordar cuando lo ves a Tony Manero caminando rumbo la Disco en Fiebre del Sábado.

Su único defecto le da un toque de misterio a su personalidad. De niño, Sergio, su hermano, recibió en Reyes un arco con flechas y se le hizo muy fresa usarlas con la goma de chupón que cubría la punta, así que cuando decidió que Raúl era un vaquero enemigo y le disparó cuando asomó su cabeza desde atrás del sofá, su saeta se incrustó justo en el ojo del "segundo de los primogénitos de su padre".

Ahora ya no ve nada con el ojo izquierdo, producto de la catarata que se formó con los años, pero lejos de guardarle rencor a Sergio, le cortó un dedo al echar a andar, todo indica que sin intención, el motor del vocho '74 que el buen Sheik compró cuando trabajaba en American Express.

La falangeta del dedo índice derecho de Sergio voló cuando giró la banda del motor, y con ello se consumó el famoso ojo por ojo, dedo por dedo.

Sergio es un hombrecillo parecido a un integrante de los Buggles, aquellos del Video mató a la Estrella de la Radio. Utiliza unas gafas de aumento que son la versión máxima de los Rayban en tamaño, porque la gota que forma cada cristal le tapa media cara, algo así como aquel pollito súper inteligente que era cuidado por el Gallo Claudio, por encargo de su mamá la Gallinita Miss Prissy.

Una decepción amorosa lo volvió un ermitaño incorregible, un gruñón ocasional y un energúmeno seguro, esto último solamente cuando tomaba una copa de más. Afortunada o desafortunadamente, una hepatitis consiguió que jamás volviera a probar licor alguno.

Su talento musical que se volcaba en una rascadísima y por lo mismo ya sin barniz guitarra de Paracho provocó que Ricardo, el menor de los tres, un morenito simpático y cortés, también comprara semanalmente los números de Guitarra Fácil para hacerle segunda a su brother.

Richie de extremadamente lacio cabello, como el del que esto escribe, es una sonrisa con patas y brazos. El carácter más parejo del mundo, enmarcado por una nerviosa boca que se abre y se cierra como la de una trucha fuera del agua, por un tic nervioso que lejos de darle un aire macabro lo hace todavía más afable.

Pero ese es el Ricardo de los amigos y los parientes, porque en su trabajo como contador es un feroz competidor que no duda en sacar ventaja de todas sus habilidades. Ataca tal y como va por las seis cuerdas de su Fender negra, a la cual le saca notas que llegaron a hacerme pensar que Blackmore era mexicano.

Mientras crecían las habilidades de los menores, Raúl se mutaba de heróico asistente a Avándaro, a participante en Fiebre del Dos con todo y Fito Girón, Chela Braniff y Arturito de fondo. Pero el más grande de los hermanos también se contagió de música, sólo que al no saber tocar la lira, tomó el micrófono y empezó a berrear.

Apenas empezaban los 80's y surgió la agrupación musical que más he admirado en mi vida: Éxtasis. Además de los tres hermanos, estuvieron Héctor y luego Luis, en el bajo; y Chucho y luego Alejandro, en la batería, y escribieron la historia.

Mi alineación favorita siempre será con Raúl en la voz; Richie en el requinto; Sergio en la guitarra de acompañamiento; Luis en el bajo, y Chucho en la bataca.

Aprendí a idolatrarlos desde que iba en la primaria. No daba crédito de cómo era posible que tocaran Angie, Gloria o el Rock de la Cárcel y poco a poco me volví su fan número uno. Cada ensayo, cada tocada eran para mí cita obligatoria hasta que se hizo realidad mi sueño y fui parte del grupo.

Éramos rockeros todos y queríamos tocar todo el tiempo Escalera al Cielo, pero como había que sacar dinero de la afición, empezaron las contrataciones como "grupo versátil". El ánimo no decayó, al contrario, todos teníamos dinero después de cada XV Años, Boda, Cumpleaños o Graduación, pero el espíritu del rock and roll latía en nuestros corazones, así que luego de cada Caballo de la Sabana, siempre llegaba Jumpin Jack Flash, y para abrir cualquier tocada, fuera el festejo de lo que fuera, llegaba Show me the Way, de Peter Frampton.

Mi hermano y yo nos sentíamos soñados, pero no vayan a pensar que nos unimos como músicos a Éxtasis, no, nuestro papel era de cargadores, roadies, instaladores de los instrumentos y operadores de las luces, pero para nosotros era casi como ser Plant y Page en Led Zeppelin.

Con el tiempo nos dimos cuenta que Raúl se movía como Jagger, pero la rola que mejor le salía era Y Volveré, de los Ángeles Negros; Richie no era Eddie Van Halen, pero el requinto de Beat it le salía como a dos notas de ser exacto; Sergio tenía como máximo número All my lovin de los Beatles; Chucho, gordo y calvo, le pegaba con ganas a la batería pero no era Bonham, y qué decir de Luis "El Chapman", quien en su suprema pasión por el bajo, pero al mismo tiempo inmensa ignorancia, quiso ponerle a su hijo Sting, pero afortunadamente el secretario del registro civil no lo dejó. Cabe destacar que Luis, zapatero remendón de profesión era el más limitado de todos, pero en este mundo nadie pela a los bajistas, así que se notaban poco sus fallas. A pesar de todo, de saber que no eran tan virtuosos como creíamos, la admiración nunca se perdió.

La diferencia de edades no existía, podíamos hablar de lo mismo su papá (mi tío "El Gallego" autor de aquella histórica frase para cualquier chiquilla que se le atravesara en el camino. "descuídate mucho, mi reina") de 58 años, mis primos Raúl de 33, Sergio de 31, Richie de 29, mi hermano de 18, y yo de 16 podíamos hablar de cualquier cosa e íbamos a cualquier lugar juntos, eso desde cinco años antes.

Poco a poco Éxtasis se murió, como mi tío en el 2000, y fue como cuando se sale una cuenta en un collar, el resto nos separamos inmediatamente y desde entonces rodamos por cada quien por su lado.

A lo mejor un día Sergio deja un rato su afán de taquero y tortero, Richie la administración de antros, Raúl el sindicato, Nacho sus endodoncias y yo la redacción, para la reunión de Éxtasis.

Para "El Gallego", el bohemio más grande del mundo, y para los que todavía leen esto luego de casi dos meses de abandono. A los que ya no leen, no los culpo.

4 comentarios:

In phidelio dijo...

No los conozco, pero ya con estas descripciones, dan ganas de "extasiarse" un ratico.

Chanfle II dijo...

¡Albricias por escribir!

Sting, jajaja, pinche juez, se lo hubiera dejado, hubiera sido el nombre más cool de la escuela. Show me the way... ¿es la que estoy pensando? Ah ah aaaahhh, show me the waaaaaay... ¿sí? Qué chido. Una palomilla de este tipo en la adolescencia es la que le da forma a tu vida.

Anónimo dijo...

yo te sigo leyendo pepr, minguesuchadre!


...chadres: son esos pescadillos de rio bigotones bigotones?

:)

simòn dijo...

Que buen relato, me toco asistir a dos que tres de sus tocadas,sobre todo recuerdo una serenata. igual para el reencuentro nos apuntamos para ir a verlos.