En mi muy particular interpretación del libro Apocalípticos e integrados de Umberto Eco, la mejor manera de manifestar mi "anticultura", mi contracorriente existencial, es irle a los Cargadores de San Diego.
Me explico, los apocalípticos somos aquellos que estamos en la contracultura, y para ejemplificarlo mejor siempre pongo en la mesa el tema de dime a quién le vas y te diré quién eres.
Yo le voy a los Chargers a muerte. De hecho en mi casa todos, y no me importa si lo aceptan o no, si les gusta o no, todos somos Chargers. Ari y Darío primero tuvieron un jersey de LaDainian Tomlinson y Drew Brees, que patines, bicicleta o un balón de futbol.
No me importa si deciden hacerse dreadlocks, meterse mil piercings e irle a los Pumas, o si decidieran vender Omnilife y ser Chivas, o incluso tomar como forma de vida el honroso oficio de la albañilería y ser Celestes. Eso no me interesa, en mi casa hay libertad de expresión, pero con lo único que no negocio es con que los tres somos Chargers, y punto.
Pero no soy un especimen único, también ser apocalíptico es irle a los Jefes de Kansas (como el buen 'Chaivis Aburo') o a los Cardenales de Arizona (como mi cabecita de algodón, Andrés Amieva), de hecho nuestras respectivas tribus son minorías, pero si nos juntamos somos muchos.
Porque un apocalítptico jamás le irá a los Vaqueros de Dallas o los Acereros de Pittsburgh o los Delfines de Miami. La base de todo, es que es muy fácil irle a un equipo que tiene cinco anillos de Super Bowl o a otro como los Yankees de Nueva York, que en promedio ganan una de cada cinco Series Mundiales. Difícil y de corazón es irle a un equipo que nunca ha ganado un título. Eso es amor.
Los integrados se cobijan en el placer del triunfo fácil (en el deporte o la política). Para qué pelear si es tan sencillo ponerse del lado del que siempre va a ganar.
Pero esto de ser apocalíptico o integrado no es una elección, es una forma de ver el mundo. Los defensores de las causas perdidas nos decantamos por los Cachorros de Chicago o los Medias Rojas de Boston (en mi caso soy Cub).
Como buen Cachorro, desde antes de nacer arrastro decadas de maldición (dicen que fue por una puta cabra y un puto griego) y dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 98.
No somos perdedores naturales ni mucho menos, somos personas que apreciamos la belleza de un triunfo sobre los Raiders o de una blanqueada sobre los White Sox, y nos regodeamos en nuestro grito solitario ante el touchdown de un Tomlinson o un Tony González. Encontramos las grandes satisfacciones en los pequeños detalles, y el día, porque ese día llegara antes de nuestra muerte, que celebremos la victoria en el Super Bowl todo habrá valido la pena y seremos una excelsa mayoría, gloriosa y reinante.
Ya en el terreno de las confesiones debo debir que tengo una parte integrada como todos: le voy a los Celtics y al América.
En mi descargo diré que es peor irle a los Lakers, y que aunque en la suma de los títulos América es integradísimo, les diré que no es nada fácil irle a las Águilas.
Si bien soy un azulcrema moderado, es zurrante tener que soplarte miles de comentarios insultantes, despectivos o en el mejor de los casos compasivos, cada vez que alguien se entera que eres del América. Ya no se diga cuando se te ocurre (que no lo he hecho) ponerte la playera americanista y salir a la calle. Me ha tocado ver pobres que se han llevado mentadas, mojadas y hasta cocos por el atrevimiento.
Pero se es o no se es. Yo seré Charger, Cachorro, Celtic y Águila siempre, porque eso de cambiar de equipo es peor que cambiar de sexo, y si no vean a algunos que lo han hecho y que luego, ya encarrerados, terminan de tacones o hasta se aplican la jarocha.
21 noviembre, 2006
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1 comentario:
Estoy de acuerdo en que no tienes la facha de americanista consumado, de hecho, creo que está bien lo que mencionas de que eres un tipo medido.
En lo de los Chargers hablaría más, pero resulta que no me es posible hacerlo esta semana. Nos acaban de ganar de manera dolorosa y eso pesa mucho.
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