04 septiembre, 2007

El negrito del Batey (Primera parte)

Primero, este blog no agredirá, por esta vez, al Flack.
Ahora sí, al tema que me atañe. Como fiel seguidor de las teorías del "Negrito del Batey", creo fervientemente que el trabajo lo hizo Dios como castigo.
Pero, infelizmente (como dice Pelé), la parte de la teoría bateyana que obviamente no he podido seguir y que por ello ojalá me perdonen algún día la Sonora Matancera, Alberto Beltrán y don Medardo Guzmán, es aquella de que el trabajo se lo dejo todo al buey, porque en mi vida el buey que ha trabajado soy yo.
Qué más quisiera yo que estarme rascando el tuch hasta que me salga sangre (Tuch: ombligo en maya, para los malpensados que creyeron otra cosa), pero nací pobre y aunque iba para rico, en el camino me descompuse.
Dicen por ahí que el trabajo dignifica, eso seguramente lo dijo uno de esos weyes que "trabaja" en una ONG en algo sí como salvar los puffins (que por cierto en Islandia se los comen como gallinas, según me contó mi amiga Susanita, que háganme el favor, fue a una boda hasta allá y comió de estos pajarillos que bien podrían haber sido la mascota de alguna olimpiada), pero claro, como ellos no trabajan, sino más bien buscan qué hacer con su tiempo libre, no entienden el sentimiento de los que tenemos que talonearle para vivir.
Afortunadamente tengo unos 16 años haciendo algo que me gusta y para lo que soy competitivamente bueno, que me ha servido para llevar el sustento a mis pollitos. Pero por puro ocio haré mi ranking de los cinco trabajos más folclóricos que he desempeñado, desde los 10 otoños en que me dispuse a empezar a pagarme desde los útiles hasta mis vacaciones.

En orden invertido para ponerle emoción:

5.- Empacador en la Conasupo de Universidad y Uxmal.
Ahí donde hoy se levanta el concurridísimo restaurante con chupes, Don Camilo, estuvo una tienda Conasupo, fundada por ahí de 1980. Donde hoy está el asador y las primeras mesas, estaba la oficina del gerente de nombre José Luis Rodríguez, a quien por supuesto le decían "El Puma" y quien ahora es el que lleva a los mentados Asociados de Reforma (sí ése barbón cincuentón de pecho inflado, fue mi primer jefe). Donde está la caja del antro, era precisamente donde empezaba el área de cajas donde Maribel, la jefa de cajeras, nos dio el visto bueno a mi hermano Nacho y a mí para ser los miembros fundadores del H. Cuerpo de Cerillos de la Conasupo.
La inspección fue tanto visual como física, casi casi nos aplicó la de si pesan más que un perro, están más anchos que un poste y más altos que un tambo, entran. Nos checó la dentadura y nos pidió nuestra boleta de calificaciones.
Yo tardé una semana en presentarme porque como que presentía que si empezabaa trabajar mi vida cambiaría y ya no me podría zafar. Luego de ver llegar a mi carnal, dos años mayor que yo que apenas pasaba de 10, con por lo menos 100 morlacos en las alforjas, dije, yo también quiero.
Las finanzas familiares no eran boyantes, así que a todos nos cayó de perlas la lanita, porque como dije, a partir de ese momento yo financié mi vida.
Mi récord fueron 500 pesotes en una quincena que trabajé en sábado de las 8 de la mañana a las 8 de la noche, pero todo se acabó con el temblor del 19 de septiembre de 1985. La Conasupo casi se colapsa y la cerraron por derribo. El ingenio popular personificado en Marcos, el chino del departamento de recibo, acuñó un chistecito local que decía "Cómo chupo que se cayó la conachupo". Lo extraño es que 22 años más tarde sigue el mismito edificio ahora como restaurante, cuando yo lo vi con unas cuarteaduras que rajaban las paredes de lado a lado y unos letrerotes de clausurado.
Como nota la calce, diré que tener tu despertar sexual (es decir que te empiecen a gustar las mujeres) mientras tus confidentes y consejeros son tablajeros, carniceros, estibadores y salchichoneros, cajeras veintonas, puede parecer el peor escenario imaginado por un padre de familia, pero para un chamaco es como ver Calígula mientras tus compañeros de clase ven La Dama y el Vagabundo. Se los dejo de tarea.

4.- Monitoreador de radio en Discos Polygram.
Empujado por mis cuates Simón (quien en realidad se llama Arturo) y El Faz (Faz, mote surgido por el gran tamaño de su "feis" que no face) caí en la industria discográfica por ahí del 1986. Nosotros nos decíamos "checadores" y nuesta labor era monitorear cada quien entre 5 y 6 estaciones de radio cada día y anotar cada una de las canciones que pasaran ahí entre las 8 de la mañana y la 1 de la tarde.
No parecería nada raro o desagradable, escuchar la radio y que te paguen, pero ahí no terminaba la labor de este escuadrón de finas y educadas orejas, porque además teníamos que cumplir con una cuota diaria de llamadas telefónicas a no menos finas estaciones, para inflar a los cantantes que por esa época grababan en Polygram.
El método era sencillo, supongo que todos han llamado alguna vez a Radio Felicidad para hablar con el locutor o el programador y solicitar su rola ¿o no?. Bueno, en realidad nunca lo había hecho, pero ahí aprendí a hacerlo. Pues se trataba de marcar a Radio Éxitos, Radio Variedades, Radio Capital o Radio Hits y con mucha dulzura decir. "Me podría poner una canción". Luego el locutor contestaba con mucha hueva y fastidio (si no estaba al aire): "¿Cuál?", a lo que había que reaccionar con agilidad para recitar: "Cada vez que tú te vas, del Grupo Yndio". Si lograbas que el hombre colgara en ese momento, la prueba había sido sencilla, pero por lo regular te espetaban: "¿para quién?", y 100 de 100 en la primera llamada del día decías tu nombre y tras escuchar el "de parte de quién", decías el nombre de tu novia de verdad, y después tu colonia y delegación. Hasta ahí todo bien, la bronca era hacerlo 30 o 35 veces al día, porque a la tercera el locutor te gritaba: "¡deja de estar chingando, huevón!" y te colgaba. Para superar este trance diario, la tecnología puso a nuestro servicio listas elaboradas por Nora y Jade, jefas del H. Cuerpo de Checadores, en donde se podían leer más de 100 nombres masculinos, más de 100 femeninos, unas 50 colonias y sus respectivas delegaciones, con las que sorteabamos el interrogatorio con variadas y creativas combinaciones: "para Matilde... de Pedro... de la Pensil... la de Cómo no quererte a ti, de Fresas", una chulada de profesión.
Además cada día nos superábamos en el impostamiento de la voz para lograr actuaciones que ni "Tilín, el fotógrafo de la voz" o Gilberto Gless habrían logrado en sus épocas de gloria, todo para no ser descubiertos, en particular por el locutor de Radio Sensación, que era escatológicamente lépero y malhumorado y en una sola frase podía recordar a tu madre, violarla, matarla y ensuciarla. Muy distinta era la historia si entraba tu llamada mientras el merolico estaba al aire, ahí se portaban de lo mejor y hasta te mandaban saludos o te regalaban un disco.
Total, ese trabajo era rudo y no payasadas. Ya los quiero ver escuchando la rola que grabaron Los Pulpos ("Yo en mi casa, ella en el Bar"), Los Muecas (Bésame y olvídame), Los Bríos (Yo sé que te acordarás) o Los Strwk en 1973 y tenerla que anotar a mil por hora, mientras pasabas a la siguiente estación y estaba el dueto de Prisma y Joan Sebastian, titulado "Oiga". Un oasis en el desierto era si después en una de las cinco estaciones que tenías que monitorear al mismo tiempo durante seis horas continuas aparecía, "Déjenme si estoy llorando" de los Ángeles Negros, canción clásica, que quien no sepa quién la canta o no la haya oído que me enseñe su pasaporte marroquí o su carta de liberación de San Quintín después de 50 años de condena.
En fin, me tocó encumbrar a astros de la música como Francisco Xavier, Erika Buenfil, Ricardo Padilla (aquél de Garra de León), Alejandro Jaén (Vas a acordarte de mí), Fresas y los mismísimos Botellos que por esas épocas promovían su tercer disco, aquél del Tlalocman. Ahora que lo recuerdo tuve que entrarle como miembro del Club Charrocanrroleros del Guacarock para que los hombres que se adelantaron a su tiempo pudieran decir en la disquera que tenían seguidores.
La única manera que había de desarrollo en esa chamba, por lo menos para mí, era dejar las estaciones en español y ser el checador de las que pasaban música en inglés: Rock 101 (idea musical), Radio Hits (que del rock pasó al High Energy con su máxima estrella Mike Marine, y eso sí era un suplicio), Radio Universal, Radio Capital (Con Rock a la Rolling y el Mundo Romántico del Rock) y Radio Éxitos (Madonnísimo, Durantástico), pero la hora más esperada del día era de de José José en Sensación, todos cantábamos mientras degustábamos tortas fiadas de la fonda de "Juen" (sí con e, desde entonces la influencia de Ángel Fernández era brutal) o bolillos con chicharrón de harina y cacahuate japonés.
Fueron grandes años, eso ni dudarlo, y por eso mismo ahora soy como una versión con patas del cancionero Picot, pero como ya me colgué mucho dejo para la siguiente entrega los tres trabajos que faltan: Pintor de canchas de basquetbol, periodista campesino y adorador del Pirulí.

PD: por cierto Batey, es una comunidad azucarera cubana pobre, pobre, muy pobre.

7 comentarios:

Chey dijo...

Que bueno que estás de vuelta, yo pensé que estabas en un semiretiro. Valió la pena la espera.
Osea que cualquier día de estos se me viene encima el techo en Don Camilo?
Por eso te gusta ir a cenar ahí?
Lo del monitoreo me lo habías contado una vez, aunque no con tanto detalle.
Ya echate la segunda parte.
Esta fue muy buena

Chanfle II dijo...

Gracias por aflojar la tensión del día. La risa se va para "Cada vez que tú te vas" de Grupo Yndio. Me recuerda el radio de la cocina en casa de mi abuela. Yo algún día sí apliqué el... 'me podría complacer con una canción' cuál? Azúcar y Limón, Limón y Azúcar. jaja. En fin, bievenido de regreso mi empolvado bloggero.

Anónimo dijo...

Pareces Big Borther y Bailando por un Sueño con esa formulita de dejar los tres primeros para la semana entrante. ¡No seas fraudulento con tu público bloggero!

Yo alguna vez pedí rolas en "La Pantera", no me da pena decirlo porque en ese entonces no había mucho con qué competir en la radio. Quizá Stereo 102 y el inicio de 97.7 (aunque WFM Magia Digital también se pintaba solo).

Creo que ya me desvié, pero esperamos el final del "blog amputado".

Chey dijo...

Sólo por si te lo preguntabas, mi peor trabajo fue el único que tuve antes de estar en los medios.
Era de "salvavidas" en el Balneario el Rollo.
No estaba tan sebas en esa epoca,pero aún delgado, esos trajes de baño eran penosos.
Aunque lo mejor de todo, era cuando me tocaba estar en el tobogan y mi labor era básicamente decirle a la gente cuando podia y cuando no, lanzarse.
A veces me manchaba y a lo weyes que me caían gordos los mandaba seguiditos para que al llegar a la alberca se dieran unos buenos madrazos.
Buenos tiempos!!!!!!!!!!!!!!

Luis Hernández dijo...

¿Prisma y Joan Sebastian?

Juar, juar... ustedes sí que tenían riñones, apá, me cae...

Recuerdo mis años mozos, cuando tuve a bien trabajar en un Pizza Hut y donde, misteriosamente, los inventarios de cerveza y sandwiches nunca cuadraban.

Go figure...

Anónimo dijo...

Muy buenos recuerdos. Creo que el de la disquera sí me lo platicaste alguna vez. Pues qué te cuento, yo también fui empacador (Aurrerá Plateros), empleado de seguridad en Suburbia (tenía que meterme atrás de los espejos a checar que nadie se robara nada), cajero-repartidor-trapeador del Oxxo de Av. Coyoacán y Eje 5 Sur, extra de teatro, pintor de brocha gorda durante dos semanas y empleado "friepapas" del Burger King de Copilco. Y antes de entrar a Reforma, fui maestro "regularizador" de escuincles del Pedregal, San Jerónimo, Jardines en la Montaña, y demás colonias ricas del sur de la ciudad.

Anónimo dijo...

jajajajajaja...buenisimo! ya me reventé los 5 trabajos, saldré como 1 hr más tarde por clavarme en tu blog y hubieras visto la cara de mi jefe cuando soltaba la carcajada (inconfundible en mi) y como si no tuviera pendientes q entregarle...seguía leyendo, no pude parar. Algun día te cuento mis trabajos raros.
Saludos!