17 agosto, 2008

Nuestros hijos

"... Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario", esa fue la última recomendación del Che a sus cinco hijos antes de irse a Bolivia, la cual consta en una carta sellada que tenía que ser abierta si no volvía con vida.

El Che no volvió, pero seguro murió tranquilo sabiendo que había dejado el principio básico, yo no diría del revolucionario, sino del ser humano en sus hijos.

No conozco a nadie que críe a un niño para que sea un animal desprovisto del más mínimo sentido de compasión. Seguramente me falta conocer a muchos padres que andan por ahí por el mundo, porque creo que algo está podrido, pero está podrido en el intangible nivel de eso que llamamos lo social.

Como sociedad, como mexicanos, algo estamos haciendo muy mal, porque somos la madre y el padre de bestias que le vuelan los sesos a un hombre por quitarle una X Trail; de escorias que deciden matar a un niño porque... no sé por qué, quizás porque no obtuvieron el dinero que querían por su rescate, o tal vez porque reconoció a alguno de sus captores, o porque en el juego de ser Dios, de tener en su mano la decisión de si Fernando seguiría su camino a ser futbolista o empresario sintieron el placer de bajar el pulgar y pintar una línea de cal en su destino.

Pero insisto, estos mexicanos crecen en nuestro territorio, van a nuestras escuelas, ven nuestras películas, nuestra televisión, cantan nuestras canciones, toman nuestro tequila, se vuelven lo que son junto a nosotros, entre nosotros.

La putrefacción social no es responsabilidad sólo de las mamás de los secuestradores. Los valores y los principios los formamos todos. Si segregamos, diferenciamos, discriminamos, no toleramos, si permitimos si gozamos la impunidad que nos da la palanca de un primo o un amigo, si embarramos la mano del policía con un cincuentón, si vemos gente de primera, segunda, tercera, cuarta y reversa, también alimentamos el Leviatan que se devora nuestra paz, y es un Leviatán porque gobierna con el miedo en nuestras vidas.

¿Qué no se ha dicho de Fernando Martí? ¿quién no se ha tratado de poner en el lugar de su papá o su mamá? No falta el que piensa que es un exceso de tiempo y espacio detenerse en un crimen como este, igual al que han sufrido miles de personas en este País, pero que por tratarse del vástago de un rico empresario llegó a las primeras planas.

Vale lo mismo, pero no más lo cual ya es muchísmo, que la vida del chavo que murió de un navajazo en la esquina de Neza por no darle su mochila al ratero que se la pedía. Fernando no vivía en el México real, vivía en la burbuja que forma la sociedad para los que tienen para pagarla, pero era sólo una burbuja al fin, un alfiler bastaba para reventarla y finalmente supimos todos que estaba igual de expuesto que todos nuestros hijos, él por ser un suculento platillo y los nuestros por ser el alimento diario de la bestia criminal que hemos criado en este País.

¿En verdad alguien cree que esas grandes empresas de seguridad, de negociadores, de carros blindados y guarros, quieren o trabajan para que se acabe el miedo y la violencia? No creo que ellos que hacen emporios gracias a que la criminalidad es cada día más grande, la quieran ver reducida. Podríamos empezar por reglamentar sus acciones, alcances, límites y atribuciones. Ganan un dineral por proteger la burbuja del México irreal y casi estoy seguro que ellos mismos le abren la puerta a los que la llegan a romper.

Lo que nos debe preocupar y lo que debemos remediar es el "Porqué", no el "Qué". Hace unos años hasta los rateros tenían ética, hoy el maestro de Ética te pide una lana para que pases el examen. Moralmente somos una sociedad destruída, un Hiroshima, un Dresden después del bombardeo. Si a nosotros no nos importa pisar al compañero para lograr un ascenso, si alabamos y enaltecemos al "chingón", al más cabrón ese que se empinó a todos no por ser mejor, sino porque fue más abusado, más abusivo, más desleal, ése que para lograr la dirección desnudó los amores de su igual con su secretaria, si por lo menos no nos indigna eso, estamos contribuyendo a esta brutal descomposición.

Critico que Calderón fuera a tomarse la foto con el papá de Fernando, que salga con la simpleza de la cadena perpetua como reacción disfrazada de solución (que servirá para que algunos chivos expiatorios no den más lata en la calle), pero que no haya movido un dedo por la señora Wallace que tiene tres años siguiendo a los secuestradores de su hijo, esa misma señora que muchos tiran de a loca, pero que sufrió lo mismo, exactamente lo mismo que el señor Martí, pero que ha tratado de hacer lo que las autoridades no.

¿La solución? No la sé, haré lo que pueda y lo que tenga en mis manos. Por lo pronto, mis hijos sabrán lo mismo que los hijos del Che y están indignados por Fernando y por cada niño que muere a manos de nuestro Leviatán.

7 comentarios:

Chanfle II dijo...

Es esto de lo más lúcido que he leído sobre nuestro problema llamado México, mi más serio obstáculo mental cuando considero tener hijos, pues la pregunta es: ¿como para qué?

Lucas Carrabias dijo...

Concuerdo totalmente, hasta el momento en que dejemos de voltear hacia otro lado en vez de asquearnos con lo que vivimos y enfrentarlo, hasta ese momento las cosas no van a cambiar por generación espontánea.
Sí hay que exigir pero hay que hacer la parte que nos toca. No hay de otra.

VICO dijo...

Es una làstima en lo que se ha convertido nuestro paìs ...Es una pena no saber si quiero que lleguen -hijos a mi vida-, por miedo a que tengan que vivir en esta sociedad tan podrida.
Està en cada uno y en cada familia el retomar los valores que hemos dejado perder.

Sergio dijo...

Creo que difícilmente alguien se podría arrepentir de traer a un hijo a este mundo. Estoy convencido que todo está en los padres, nosotros tenemos el poder de hacer que los niños y jóvenes sean buenas personas.

Y para debatir otro ángulo de este caso te sugiero que le pases a losdisparejos.blogspot.com

Livier dijo...

Es un hecho que somos gran parte lo que son nuestros padres y que desde ahí la sociedad está empezando mal.

También sé que no basta con conmoverse en casos como el que te motivó a escribir, habrá que hacer más, en este y en otros casos.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Felicidades, esta muy bien escrito mi Pip. Ser un buen padre es de lo mas dificil y por eso mucha gente prefiere criar animales salvajes que son los que andan haciendo tanta chingadera
TRuck

Anónimo dijo...

...Y sin embargo, la historia la escriben los que ganan la guerra, los que cometen las peores atrocidades; para los que este mundo se ve siempre desde un angulo a la boogie el aceitoso :)

o no?