Desde la última vez que escribí a hoy, me he tenido que tragar muchas cosas.
Primero que las Chivas hayan ganado el título, con gol del enternecedoramente torpe Maza incluido, y festejo y promesas de estadio estilo casa de los Teletubbies de don Vergara. Felicidades a los que son Chivas, pero que eso no les bloquea en el mapa cerebral el área del buen gusto y reconocen que ese dueño suyo es tan elegante y propio como un sonoro flato en un bautizo o como Bush en una mezquita.
Segundo, mis amados Chargers que tienen el síndrome del jamaicón sin siquiera ser mexicanos (algún día habría que hacer un estudio sobre lo mexicanos que pueden llegar a ser por estar tan cerca de Tijuana y cómo influye esto en sus estruendosos fracasos) me hicieron pasar un triste fin de año. Caer en casa frente a un equipo (no me atrevo siquiera a nombrarlo) que mostraba jugada a jugada que no era mejor que nosotros, pero al que nos cansamos de enseñarle que ganar en Playoffs (y más con Mr. Schottenlooser) no es lo nuestro, me dolió y me sigue doliendo.
Los Pat's (ya me atreví a escribirlo y pronunciarlo dentro de mi cabeza) recibieron gustosos todas nuestras muestras de hospitalidad californiana y sólo faltó que Brady le mandara un Rolex de oro a Marlon McCree en señal de franco reconocimiento por su labor al interceptar y fumblear en cuarta oportunidad. ¡Me recargo en la pared! Ahora, ¿podrá el probadamente ineficaz y tibio Norv Turner mantener en curso ese barco? LT, por favor, no permitas que te pongan en la portada del Madden 2008, porque si te rompen una pierna auguro una temporada de 4-12.
En fin, cavilaciones sandieguenses y lamentos antichivas aparte, me declaro un amargado y harto de miles de tonterías que oigo, veo y presencio cada día, pero sólo compartiré la última que me hizo sentir el estómago como papel de estraza envolviendo medio kilo de vísceras de puerco. Me explico, me encontraba dándole gusto al pulgar derecho surcando el limitado espectro de la oferta a de la televisión comercial (no tengo cable, pero si lo escribo se me vuelve a pegar el espinazo con el ombligo de puro coraje) cuando aparecieron en escena un par de guapas féminas que no sé cómo se llaman, pero que lo que la vida les dio es lo que se ve, pero que cuando hablan se nota que la dotación neuronal no fue tan espléndida, quienes trataban de entrevistar a la rubia de labios de colágeno, Joanna Benedek.
Total que seguí dándole rienda a mi furor dactilar con el control, cuando volví a caer en el "hábil" cuestionario que recitaban, apuntador en oreja, nuestras estéticas locutoras y llegaron a la "singular", "original" e "inteligente" pregunta de: "¿Crees que la gente te ha encasillado como una mujer sexy y por ello no te ofrecen otro tipo de papeles?". Doña Benedek, como debe ser, lo pensó un rato y me sorprendió con "no me gusta ser sexy, no entiendo por qué sucede esto", claro que la falda rabona que sentada llegaba hasta el huesito de cadera y el escote al esternón eran como para apoyar la respuesta de la balcánica de petatiux.
El clímax fue la de los 64 mil pesos: "¿Alguna vez te desnudarías en cine?", ¡Qué bárbaro!, ¿dónde está el jurado del Pulitzer, porque tenemos dos ganadoras?. Pero Joanna no me defraudó con su respuesta: "Mira, no me gusta destaparme, pero si es un buen guión y está justificado, además de ser algo artístico, claro que lo pensaría".
¡Carajo! Creo que la Venus del Milo fue la primera en contestar eso y lo repiten estúpidamente, hetaira tras hetaira que surge en nuestro mal llamado "ámbito artístico".
Pero bueno, yo como dijo mi querido Monsiváis, yo sí me desnudaría, siempre y cuando no sea un buen guión, no esté justificado y no sea un desnudo artístico.
20 febrero, 2007
07 diciembre, 2006
Más sabe la gorda por gorda que por vieja
Todos conocemos a una gorda.
Todos la vemos y nos regodeamos, horrorizamos, simpatizamos o compadecemos.
Todos le decimos: "Te ves muy bien, estás bajando de peso".
Todos le vemos la panza y no nos fijamos en nuestras lonjas.
En este mundo lleno de anoréxicas y anoréxicos (verdad Flack) el peor pecado parece ser la obesidad, pero lo que no vemos es que todos llevamos una gorda dentro.
Y no me refiero a una de chicharrón, sino a la personalidad de esas adiposas criaturas que pueblan la faz de la tierra y que están estratégicamente diseminadas en cada salón de clases, oficina, estética y casa del mundo.
Pero, ¿qué es una gorda? Una gorda puede ser casi cualquier cosa, pero nunca pasa desapercibida, porque es escandalosa, bullanguera, amiguera, su risa incomoda y su ropa pide a gritos un relevo, porque sus costuras luchan para no separarse y sus botones amenazan con sacar más de un ojo si sueltan sus amarres.
Una gorda es una vieja mal hablada, capaz de liarse a golpes con un microbusero o de pelearse en cualquier restaurante con un mesero, porque su sopa estaba medio grado más fría o porque la salsa verde se ve muy pálida.
Una gorda bebe como cosaco y termina bautizando el baño al estilo Linda Blair, luego de haber pasado lista para bailar con cada chango que encontró en la fiesta. Cuando le pasa esto, que no es muy seguido, termina acostada, roncando boca arriba en la cama del niño de la casa o de la abuelita. Lo más seguro es que nunca lo vuelva a hacer, pero será su cruz porque todo el mundo se lo recordará mientras viva.
La gorda no se siente gorda, está "llenita". La gorda odia a las gordas y no se reconoce, por lo menos no en público, aunque siempre hay un momento de flaqueza (que no de flacura) en el que se desarma ante algunas amigas y acaba llorando su desgracia.
La gorda es coqueta y donde pone el ojo pone la bala. Una gorda enamorada se lanza con todo. Cuidado con tomarse unas chelas de más si una gorda te persigue, porque en una de esas amaneces con un pernil de 45 kilos cruzando tu cintura y queriéndote morir.
Ser una gorda no es tener 20 kilos de más, es una forma de vida. Ser una gorda no es una condición femenina únicamente, es una forma de pensar de todos los sexos. Ser una gorda no es algo necesariamente permanente, es algo que puede atacarte de repente y quedarse para siempre o irse de inmediato, es como el Mr. Hyde que se apodera sin aviso del Dr. Jekyll.
Pero, la gorda sabe ser amiga. Quién no ha tenido una amiga rechonchita, que es la perfecta confidente, que trata de ayudarte para que te ligues a la "buena", que entrega tus cartitas de amor, pero para la que muchas veces eres el amor platónico.
Por eso, la gorda también sufre en silencio. Cuando no te das cuenta que te quiere y que la onda de ser amiga es para que te des cuenta que es lo máximo.
Luego viene la transformación de la gorda en un terrible y sanguinario ser, porque una gorda herida es peor que Norman Schwartzkopf en la Tormenta del Desierto. La gorda es rencorosa y calculadora, porque pasa de echarte porras a decirle a la "buena" (a la que te gusta), que no vales la pena, le cuenta aquella lamentable confesión (que eres vírgen y tu mamá no te deja salir después de las 11) que le hiciste pensando que era tu amiga. Total, se encarga de que nunca le toques un pelo a la que te mueve el tapete.
Hay muchos hombres que se portan como gordas, que conspiran como tales, que se les salen carcajadas demenciales y fuera de lugar como a la grasosas mujercitas.
Aquél que se sube al camión y que al pasar entre dos empuja, es una gorda de camión.
Aquél que arma una argüende porque su amigo se fue a cenar con otro amigo, es una vil gorda de lavadero (¿o no Leal?).
Aquél que se avienta tres memelas y dos alambres con coca light (ahí vamos muchos) es una gorda "de la boca chiquita".
Aquél que llega diciendo "no quiero intrigar, pero no viste que fulanito se equivocó en tal cosa y nadie le dijo nada, digo, a mí me no me importa, perro no se vale que cuando yo me equivoco mí me hayas dicho algo), ése es una gorda intrigosa.
En fin, de gordas se pueden escribir más libros que de Maradona (que es una gorda yunkie y reincidente), pero lo importante es darte cuenta cuando el espíritu de la gorda te poseé, y una de dos te dejas llevar y cotilleas como gorda, o te reprimes y te inscribes a Gordas Anónimas.
PD: Cualquier parecido no especificado en este texto con una persona de la vida real o que por lo menos parece ser real y anda cerca de nosotros es pura coincidencia y el autor no se hace responsable por demandas reclamando derechos o regalías.
Todos la vemos y nos regodeamos, horrorizamos, simpatizamos o compadecemos.
Todos le decimos: "Te ves muy bien, estás bajando de peso".
Todos le vemos la panza y no nos fijamos en nuestras lonjas.
En este mundo lleno de anoréxicas y anoréxicos (verdad Flack) el peor pecado parece ser la obesidad, pero lo que no vemos es que todos llevamos una gorda dentro.
Y no me refiero a una de chicharrón, sino a la personalidad de esas adiposas criaturas que pueblan la faz de la tierra y que están estratégicamente diseminadas en cada salón de clases, oficina, estética y casa del mundo.
Pero, ¿qué es una gorda? Una gorda puede ser casi cualquier cosa, pero nunca pasa desapercibida, porque es escandalosa, bullanguera, amiguera, su risa incomoda y su ropa pide a gritos un relevo, porque sus costuras luchan para no separarse y sus botones amenazan con sacar más de un ojo si sueltan sus amarres.
Una gorda es una vieja mal hablada, capaz de liarse a golpes con un microbusero o de pelearse en cualquier restaurante con un mesero, porque su sopa estaba medio grado más fría o porque la salsa verde se ve muy pálida.
Una gorda bebe como cosaco y termina bautizando el baño al estilo Linda Blair, luego de haber pasado lista para bailar con cada chango que encontró en la fiesta. Cuando le pasa esto, que no es muy seguido, termina acostada, roncando boca arriba en la cama del niño de la casa o de la abuelita. Lo más seguro es que nunca lo vuelva a hacer, pero será su cruz porque todo el mundo se lo recordará mientras viva.
La gorda no se siente gorda, está "llenita". La gorda odia a las gordas y no se reconoce, por lo menos no en público, aunque siempre hay un momento de flaqueza (que no de flacura) en el que se desarma ante algunas amigas y acaba llorando su desgracia.
La gorda es coqueta y donde pone el ojo pone la bala. Una gorda enamorada se lanza con todo. Cuidado con tomarse unas chelas de más si una gorda te persigue, porque en una de esas amaneces con un pernil de 45 kilos cruzando tu cintura y queriéndote morir.
Ser una gorda no es tener 20 kilos de más, es una forma de vida. Ser una gorda no es una condición femenina únicamente, es una forma de pensar de todos los sexos. Ser una gorda no es algo necesariamente permanente, es algo que puede atacarte de repente y quedarse para siempre o irse de inmediato, es como el Mr. Hyde que se apodera sin aviso del Dr. Jekyll.
Pero, la gorda sabe ser amiga. Quién no ha tenido una amiga rechonchita, que es la perfecta confidente, que trata de ayudarte para que te ligues a la "buena", que entrega tus cartitas de amor, pero para la que muchas veces eres el amor platónico.
Por eso, la gorda también sufre en silencio. Cuando no te das cuenta que te quiere y que la onda de ser amiga es para que te des cuenta que es lo máximo.
Luego viene la transformación de la gorda en un terrible y sanguinario ser, porque una gorda herida es peor que Norman Schwartzkopf en la Tormenta del Desierto. La gorda es rencorosa y calculadora, porque pasa de echarte porras a decirle a la "buena" (a la que te gusta), que no vales la pena, le cuenta aquella lamentable confesión (que eres vírgen y tu mamá no te deja salir después de las 11) que le hiciste pensando que era tu amiga. Total, se encarga de que nunca le toques un pelo a la que te mueve el tapete.
Hay muchos hombres que se portan como gordas, que conspiran como tales, que se les salen carcajadas demenciales y fuera de lugar como a la grasosas mujercitas.
Aquél que se sube al camión y que al pasar entre dos empuja, es una gorda de camión.
Aquél que arma una argüende porque su amigo se fue a cenar con otro amigo, es una vil gorda de lavadero (¿o no Leal?).
Aquél que se avienta tres memelas y dos alambres con coca light (ahí vamos muchos) es una gorda "de la boca chiquita".
Aquél que llega diciendo "no quiero intrigar, pero no viste que fulanito se equivocó en tal cosa y nadie le dijo nada, digo, a mí me no me importa, perro no se vale que cuando yo me equivoco mí me hayas dicho algo), ése es una gorda intrigosa.
En fin, de gordas se pueden escribir más libros que de Maradona (que es una gorda yunkie y reincidente), pero lo importante es darte cuenta cuando el espíritu de la gorda te poseé, y una de dos te dejas llevar y cotilleas como gorda, o te reprimes y te inscribes a Gordas Anónimas.
PD: Cualquier parecido no especificado en este texto con una persona de la vida real o que por lo menos parece ser real y anda cerca de nosotros es pura coincidencia y el autor no se hace responsable por demandas reclamando derechos o regalías.
Simpatía por el débil o Américo hará lo que no hizo el América
No es que me dé coraje que las Chivas estén en la Final del Apertura 2006, pero la verdad prefiero mil veces que sea campeón el Toluca.
¿Por qué? No es porque le vaya al América, porque los que me conocen saben que me da lo mismo si el América es campeón o si no califica a Liguilla o si juega con 6 o 12 delanteros.
El problema con las Chivas es que la sobre exposición en los medios (en la cual yo llevo una parte) los ha hecho, o a lo mejor ya lo eran pero no lo sabíamos, seres odiosos.
El Santo Oswaldo que se la pasa mentando madres y "jugando" para la cámara y la tribuna, y jugando es un decir, porque es un futbolista tribunero que magnifíca sus intervenciones y que "todo el mundo" quiere. ¡Chale! Esa bondad casi panfletaria me da mucha hueva, ¡este hombre es más bueno que Erika Buenfil!
Luego, no sé por qué, debo reconocerlo, ese Ramoncito me parece de circo. Un enano que creció y lo corrieron del Atayde. Juega bien, sí, pero es en sí mismo una piedrita en el hígado.
Así podría seguir hablando de Reynoso (que si no es bien pedote, que desperdicio de cara), de lo ridículo del nombre del Jonny (o como lo escriba), o hasta de las zurrantes celebraciones de Omarcito, y de paso decir que el "Bofo" me cae rebien porque me parece un ser casi disfuncional, que por otro lado es un jugadorazo.
Pero bueno, eso es sólo mi hígado con boca que suelta lo que secreta sin tapujos, pero lo que realmente me hace preferir al Diablo, es, primero mi oscura "simpatía por el débil y por el devil" que viene de lo que se ve y se oye últimamente sobre esta serie final.
Primero, ¿quién quiere ver que Vergara diga que este título, es el primer paso para hacer un estadio en Marte, porque ya hay agua allá y la va a embotellar para hacer Omniwater marciana, y que hará sus Chivas-Marte?. Puras chairas mentales, además de que es el peor ganador que hay en el mundo un anti-classy-guy. Cero elegancia.
Segundo, no falta el terrestre que argumenta que el momento político de este país requiere de un título chiva, que ello hará que la polarización política, creada ya sea por la campaña de desprestigio de Calderón o la boca floja de AMLO, se vuelva amor y paz entre los hombres de buena voluntad, y todos volveremos a ser hermanos. Sinceramente eso se me hace más iluso y de hueva que el "Mundo de Kolitas".
¿Quién les dijo que 100 por ciento de este país es Chiva?, ¿hay de verdad quien piense que ese equipo a rayas representa los más altos valores mexicanos? Cuando mucho representa una tradición centenaria de arrastre nacional, pero que se polariza con la otra parte que de plano no los quiere, por lo que veo muy improbable que su título haga que los diputados del PRD y del PAN voten por unanimidad el presupuesto de egresos de Calderón.
Tercero, por el momento estoy más preocupado porque aparezcan en mi casa los 3 mil 700 pesos que extraviamos y que no nos permiten pagar la colegiatura y terapia de Darío, que en la trascendencia del Rebaño Sagrado. En pocas palabras me urge más llegar al Final de quincena, que llegar al Final del Apertura.
Cuarto y último, me late que Toluca puede poner un candado Gallego al ataque chiva. Sé que a mi trabajo y a todos los medios, les conviene y vende mucho más un título chiva, porque al Toluca sólo lo van a ver sus esposas y eso cuando juegan contra equipos grandes, pero me late el Diablo, no sé por qué. Creo que Américo hará lo que no hizo el América: poner en su lugar a Omarcito y compañía.
¿Por qué? No es porque le vaya al América, porque los que me conocen saben que me da lo mismo si el América es campeón o si no califica a Liguilla o si juega con 6 o 12 delanteros.
El problema con las Chivas es que la sobre exposición en los medios (en la cual yo llevo una parte) los ha hecho, o a lo mejor ya lo eran pero no lo sabíamos, seres odiosos.
El Santo Oswaldo que se la pasa mentando madres y "jugando" para la cámara y la tribuna, y jugando es un decir, porque es un futbolista tribunero que magnifíca sus intervenciones y que "todo el mundo" quiere. ¡Chale! Esa bondad casi panfletaria me da mucha hueva, ¡este hombre es más bueno que Erika Buenfil!
Luego, no sé por qué, debo reconocerlo, ese Ramoncito me parece de circo. Un enano que creció y lo corrieron del Atayde. Juega bien, sí, pero es en sí mismo una piedrita en el hígado.
Así podría seguir hablando de Reynoso (que si no es bien pedote, que desperdicio de cara), de lo ridículo del nombre del Jonny (o como lo escriba), o hasta de las zurrantes celebraciones de Omarcito, y de paso decir que el "Bofo" me cae rebien porque me parece un ser casi disfuncional, que por otro lado es un jugadorazo.
Pero bueno, eso es sólo mi hígado con boca que suelta lo que secreta sin tapujos, pero lo que realmente me hace preferir al Diablo, es, primero mi oscura "simpatía por el débil y por el devil" que viene de lo que se ve y se oye últimamente sobre esta serie final.
Primero, ¿quién quiere ver que Vergara diga que este título, es el primer paso para hacer un estadio en Marte, porque ya hay agua allá y la va a embotellar para hacer Omniwater marciana, y que hará sus Chivas-Marte?. Puras chairas mentales, además de que es el peor ganador que hay en el mundo un anti-classy-guy. Cero elegancia.
Segundo, no falta el terrestre que argumenta que el momento político de este país requiere de un título chiva, que ello hará que la polarización política, creada ya sea por la campaña de desprestigio de Calderón o la boca floja de AMLO, se vuelva amor y paz entre los hombres de buena voluntad, y todos volveremos a ser hermanos. Sinceramente eso se me hace más iluso y de hueva que el "Mundo de Kolitas".
¿Quién les dijo que 100 por ciento de este país es Chiva?, ¿hay de verdad quien piense que ese equipo a rayas representa los más altos valores mexicanos? Cuando mucho representa una tradición centenaria de arrastre nacional, pero que se polariza con la otra parte que de plano no los quiere, por lo que veo muy improbable que su título haga que los diputados del PRD y del PAN voten por unanimidad el presupuesto de egresos de Calderón.
Tercero, por el momento estoy más preocupado porque aparezcan en mi casa los 3 mil 700 pesos que extraviamos y que no nos permiten pagar la colegiatura y terapia de Darío, que en la trascendencia del Rebaño Sagrado. En pocas palabras me urge más llegar al Final de quincena, que llegar al Final del Apertura.
Cuarto y último, me late que Toluca puede poner un candado Gallego al ataque chiva. Sé que a mi trabajo y a todos los medios, les conviene y vende mucho más un título chiva, porque al Toluca sólo lo van a ver sus esposas y eso cuando juegan contra equipos grandes, pero me late el Diablo, no sé por qué. Creo que Américo hará lo que no hizo el América: poner en su lugar a Omarcito y compañía.
28 noviembre, 2006
Maldito domingo
Ahora que Raúl Velasco pasó a dormir con los peces, no pude evitar el recuerdo dominguero de mi infancia.
No piensen que voy a empezar a decir que me da nostalgia o que me formó o algo así, para nada, al contrario, ahora que todo mundo rescata sus "aportes" a México, yo recuerdo todo lo que me quitó.
Para empezar, ver que salía con sus papeles agarrados entre anular y meñique y en la misma mano el micrófono ya era sinónimo de es domingo, de qué hueva, de no he hecho la tarea, de no hay nada más en la tele, de nomás tenemos una tele, de parece que soy el único contreras que alucina a ese güey, y de qué hecho yo para merecer esto (diría Almodóvar).
Ver, tirado en la alfombra, el avance del kilométrico programa, era sentir que se acababa el fin de semana, era recordar que el viernes le había dicho a mi mamá que no tenía tarea, que el sábado en casa de mi tío me había divertido pensando que en un ratito la hacía, pero era repasar de qué se trataba el "deber escolar inconcluso".
Invariablemente había un momento en el que abría el cuaderno y ¡huevos! Necesito una cartulina blanca y una monografía, pero, ¡la papelería cierra en 15 minutos!
Y ahí te voy a pedir dinero para el material, a recibir (cuando me iba bien) un regaño, una amenaza, un castigo y un jalón de orejas hasta la puerta para correr a comprar lo necesario.
El "deadline" para terminar la tarea eran los créditos de Siempre en Domingo, donde acompañado de la cancioncita y al término del número final, casi siempre del ballet de Milton Ghio o del de Amalia Mendoza, aparecían escenas de todo el nefasto vía crucis dominical "artista por artista" (no sé a qué alma se le ocurrió decirle artista a tanto intento de cantante o de actor, cuando esa palabra implica un grado máximo de realización de alguna de las tareas que marcan las musas, y no alguien que sale en la tele. Carajo, yo escribo y la literatura es un arte, pero no por eso ¡soy un artista!).
Total, si pasaban los créditos y la tarea seguí inconclusa, (mía o de alguno de mis hermanos) aparecía la lágrima, el moco y el jalón de pelos, ante cada "¡Apúrate!, ¡así no se hace!, ¡eres un burro!". Pobres de mis papás, qué pesadilla.
Pero a toda esa atmósfera digna de antidepresivos o mínimo un alcohol, contribuía en gran parte el "Genio de Celaya" con su filosofía de dos pesos, con su pésimo gusto para dictar lo que tenía de escuchar el "pueblo" y sobre todo su chabacano sentimentalismo (muy barato) de chillar cada vez que volaba la mosca o que iba a saludar a la venerable señora (creo que se llamaba Catita o algo así) que tenía más años yendo cada domingo al Foro 2 de Televisa, que de pensión en el ISSSTE.
Su cultura muy guanajuatense (como la de Fox) denotaba una cultura ínfima (como la de Fox), su sentido del humor pésimo (como el de Fox) y su prepotencia (como la de Fox) sobra decir que me zurraban.
Un domingo con Raúl era un domingo echado a perder, y tuvo tanto tino el señor que arruinó (a él mismo y a su familia) hasta el último domingo de su vida, con la ocurrencia de en ese mero día entregar el equipo.
Personaje funesto don Raúl del que estuve muy contento el día que supe que de su programa no habría "aún más".
No piensen que voy a empezar a decir que me da nostalgia o que me formó o algo así, para nada, al contrario, ahora que todo mundo rescata sus "aportes" a México, yo recuerdo todo lo que me quitó.
Para empezar, ver que salía con sus papeles agarrados entre anular y meñique y en la misma mano el micrófono ya era sinónimo de es domingo, de qué hueva, de no he hecho la tarea, de no hay nada más en la tele, de nomás tenemos una tele, de parece que soy el único contreras que alucina a ese güey, y de qué hecho yo para merecer esto (diría Almodóvar).
Ver, tirado en la alfombra, el avance del kilométrico programa, era sentir que se acababa el fin de semana, era recordar que el viernes le había dicho a mi mamá que no tenía tarea, que el sábado en casa de mi tío me había divertido pensando que en un ratito la hacía, pero era repasar de qué se trataba el "deber escolar inconcluso".
Invariablemente había un momento en el que abría el cuaderno y ¡huevos! Necesito una cartulina blanca y una monografía, pero, ¡la papelería cierra en 15 minutos!
Y ahí te voy a pedir dinero para el material, a recibir (cuando me iba bien) un regaño, una amenaza, un castigo y un jalón de orejas hasta la puerta para correr a comprar lo necesario.
El "deadline" para terminar la tarea eran los créditos de Siempre en Domingo, donde acompañado de la cancioncita y al término del número final, casi siempre del ballet de Milton Ghio o del de Amalia Mendoza, aparecían escenas de todo el nefasto vía crucis dominical "artista por artista" (no sé a qué alma se le ocurrió decirle artista a tanto intento de cantante o de actor, cuando esa palabra implica un grado máximo de realización de alguna de las tareas que marcan las musas, y no alguien que sale en la tele. Carajo, yo escribo y la literatura es un arte, pero no por eso ¡soy un artista!).
Total, si pasaban los créditos y la tarea seguí inconclusa, (mía o de alguno de mis hermanos) aparecía la lágrima, el moco y el jalón de pelos, ante cada "¡Apúrate!, ¡así no se hace!, ¡eres un burro!". Pobres de mis papás, qué pesadilla.
Pero a toda esa atmósfera digna de antidepresivos o mínimo un alcohol, contribuía en gran parte el "Genio de Celaya" con su filosofía de dos pesos, con su pésimo gusto para dictar lo que tenía de escuchar el "pueblo" y sobre todo su chabacano sentimentalismo (muy barato) de chillar cada vez que volaba la mosca o que iba a saludar a la venerable señora (creo que se llamaba Catita o algo así) que tenía más años yendo cada domingo al Foro 2 de Televisa, que de pensión en el ISSSTE.
Su cultura muy guanajuatense (como la de Fox) denotaba una cultura ínfima (como la de Fox), su sentido del humor pésimo (como el de Fox) y su prepotencia (como la de Fox) sobra decir que me zurraban.
Un domingo con Raúl era un domingo echado a perder, y tuvo tanto tino el señor que arruinó (a él mismo y a su familia) hasta el último domingo de su vida, con la ocurrencia de en ese mero día entregar el equipo.
Personaje funesto don Raúl del que estuve muy contento el día que supe que de su programa no habría "aún más".
22 noviembre, 2006
No peeeeeelas
Orgulloso me siento de ser el principal impulsor en la Ciudad de México de la bella y socorrida frase: "No pelas un chango a nalgadas".
Esta frase es para mí como un hijo, pero como un hijo putativo, porque no me pertenece, bueno pensándolo bien sí me pertenece, porque la he hecho mía, pero yo no la acuñé.
Ya hubiera querido ser la mente que fraguara el yeso que dejó como escultura esa frase, pero no, el autor intelectual es mi padrino y amigo: Antonio Garibay.
Garibay (o Garigay), otrora representante de Adrián Fernández, me soltó esa maravilla hace ya 11 años en Indianápolis cuando andabamos por allá en las 500 Millas. Salió a propósito de las cualidades como piloto de cierto personaje de nombre Stan Fox, que luego terminó embarrado en un muro a 260 kilómetros por hora.
Fox estuvo a minutos de morir, pero sólo quedó casi cuadraplégico, y tras años de valiente rehabiilitación, el hombre volvió a caminar y a manejar, pero sólo para que ahora sí lo cafetearamos por estrellarse (ahora en su coche de calle) en un Freeway.
La cosa es que Toño se refirió a las habilidades de Fox así: "¡N'hombre, ese güey no pela un chango a nalgadas!", lo que me sacó inmediatamente una serie de carcajadas y de lágrimas, nomás de pensar a alguien tratando de despellejar a un mono a puro manazo.
No hay mejor manera de decir que no sirves, y tan es así que conozco a no menos de 100 personas que han tomado la frase como agua de uso y la emplean a la perfección.
Pero a partir de ahí, me he dado a la tarea de coleccionar otras de igual valía y no menos imaginación, que tienen un significado similar.
Qué me dicen de esta chulada: "No sacas un perro a mear". Es como para fundirla en bronce. Si un tipo no es capaz de llevar a un can a marcar su territorio, no sirve para nada. Incluso hasta mi amigo de la infancia el buen "Memorias" sacaba a hacer de las aguas al pekinés, cruzado como con rata de la señora Reloc, y mira que mi cuate no veía más allá de su entrecejo ni con sus lentes de fondo de Squirt.
No me consta, pero creo que esta epopeya del lenguaje tiene la marca de Iván Pirrón, por lo menos mía no es, pero de que es buena, es buena.
Mi buen Padillita (Miguel Ángel Padilla para los que leen Soccermanía) popularizó, no sé si son suyas, aquellas de: "No me arreglas un café" y la de "Hay maderas que no agarran el barniz", también un par de piezas que hacen oda de la ineptitud.
Y no puedo dejar de recordar al filósofo de la orilla del ring, el maestro Ignacio Beristáin, manager y purista del boxeo, que aunque no habla de estupidez, sino de vanidad, hace ver mal a cualquiera que quiera resumir mejor a un presumido.
Don Nacho me aventó una vez en una entrevista este juicio sobre el trabajo de algunos periodistas: "Mire joven, lo que pasa es que algunos de sus colegas le echan mucha caca a su papel". No se puede negar que aunque escatológica es un frasononón, digno de un personaje como don Nacho, un hombre bien entrado en los 60 años con uno de los rostros más chuecos que haya dejado el mundo de los mamporros y los jicamazos.
Así podemos seguir con Nachito y su "Le echas mucho arroz a tus novios" o "Todavía le cuelga el chile a don Felipe", que sin empacho alguno suelta en entrevistas con grabadora prendida y todo, pero creo que el ya clásico "no peeeeelas" ha marcado toda una época y a toda una serie de personajes de que plano no despellejan a un primate con sonoras palmadas.
Esta frase es para mí como un hijo, pero como un hijo putativo, porque no me pertenece, bueno pensándolo bien sí me pertenece, porque la he hecho mía, pero yo no la acuñé.
Ya hubiera querido ser la mente que fraguara el yeso que dejó como escultura esa frase, pero no, el autor intelectual es mi padrino y amigo: Antonio Garibay.
Garibay (o Garigay), otrora representante de Adrián Fernández, me soltó esa maravilla hace ya 11 años en Indianápolis cuando andabamos por allá en las 500 Millas. Salió a propósito de las cualidades como piloto de cierto personaje de nombre Stan Fox, que luego terminó embarrado en un muro a 260 kilómetros por hora.
Fox estuvo a minutos de morir, pero sólo quedó casi cuadraplégico, y tras años de valiente rehabiilitación, el hombre volvió a caminar y a manejar, pero sólo para que ahora sí lo cafetearamos por estrellarse (ahora en su coche de calle) en un Freeway.
La cosa es que Toño se refirió a las habilidades de Fox así: "¡N'hombre, ese güey no pela un chango a nalgadas!", lo que me sacó inmediatamente una serie de carcajadas y de lágrimas, nomás de pensar a alguien tratando de despellejar a un mono a puro manazo.
No hay mejor manera de decir que no sirves, y tan es así que conozco a no menos de 100 personas que han tomado la frase como agua de uso y la emplean a la perfección.
Pero a partir de ahí, me he dado a la tarea de coleccionar otras de igual valía y no menos imaginación, que tienen un significado similar.
Qué me dicen de esta chulada: "No sacas un perro a mear". Es como para fundirla en bronce. Si un tipo no es capaz de llevar a un can a marcar su territorio, no sirve para nada. Incluso hasta mi amigo de la infancia el buen "Memorias" sacaba a hacer de las aguas al pekinés, cruzado como con rata de la señora Reloc, y mira que mi cuate no veía más allá de su entrecejo ni con sus lentes de fondo de Squirt.
No me consta, pero creo que esta epopeya del lenguaje tiene la marca de Iván Pirrón, por lo menos mía no es, pero de que es buena, es buena.
Mi buen Padillita (Miguel Ángel Padilla para los que leen Soccermanía) popularizó, no sé si son suyas, aquellas de: "No me arreglas un café" y la de "Hay maderas que no agarran el barniz", también un par de piezas que hacen oda de la ineptitud.
Y no puedo dejar de recordar al filósofo de la orilla del ring, el maestro Ignacio Beristáin, manager y purista del boxeo, que aunque no habla de estupidez, sino de vanidad, hace ver mal a cualquiera que quiera resumir mejor a un presumido.
Don Nacho me aventó una vez en una entrevista este juicio sobre el trabajo de algunos periodistas: "Mire joven, lo que pasa es que algunos de sus colegas le echan mucha caca a su papel". No se puede negar que aunque escatológica es un frasononón, digno de un personaje como don Nacho, un hombre bien entrado en los 60 años con uno de los rostros más chuecos que haya dejado el mundo de los mamporros y los jicamazos.
Así podemos seguir con Nachito y su "Le echas mucho arroz a tus novios" o "Todavía le cuelga el chile a don Felipe", que sin empacho alguno suelta en entrevistas con grabadora prendida y todo, pero creo que el ya clásico "no peeeeelas" ha marcado toda una época y a toda una serie de personajes de que plano no despellejan a un primate con sonoras palmadas.
21 noviembre, 2006
Apocalípticamente Charger
En mi muy particular interpretación del libro Apocalípticos e integrados de Umberto Eco, la mejor manera de manifestar mi "anticultura", mi contracorriente existencial, es irle a los Cargadores de San Diego.
Me explico, los apocalípticos somos aquellos que estamos en la contracultura, y para ejemplificarlo mejor siempre pongo en la mesa el tema de dime a quién le vas y te diré quién eres.
Yo le voy a los Chargers a muerte. De hecho en mi casa todos, y no me importa si lo aceptan o no, si les gusta o no, todos somos Chargers. Ari y Darío primero tuvieron un jersey de LaDainian Tomlinson y Drew Brees, que patines, bicicleta o un balón de futbol.
No me importa si deciden hacerse dreadlocks, meterse mil piercings e irle a los Pumas, o si decidieran vender Omnilife y ser Chivas, o incluso tomar como forma de vida el honroso oficio de la albañilería y ser Celestes. Eso no me interesa, en mi casa hay libertad de expresión, pero con lo único que no negocio es con que los tres somos Chargers, y punto.
Pero no soy un especimen único, también ser apocalíptico es irle a los Jefes de Kansas (como el buen 'Chaivis Aburo') o a los Cardenales de Arizona (como mi cabecita de algodón, Andrés Amieva), de hecho nuestras respectivas tribus son minorías, pero si nos juntamos somos muchos.
Porque un apocalítptico jamás le irá a los Vaqueros de Dallas o los Acereros de Pittsburgh o los Delfines de Miami. La base de todo, es que es muy fácil irle a un equipo que tiene cinco anillos de Super Bowl o a otro como los Yankees de Nueva York, que en promedio ganan una de cada cinco Series Mundiales. Difícil y de corazón es irle a un equipo que nunca ha ganado un título. Eso es amor.
Los integrados se cobijan en el placer del triunfo fácil (en el deporte o la política). Para qué pelear si es tan sencillo ponerse del lado del que siempre va a ganar.
Pero esto de ser apocalíptico o integrado no es una elección, es una forma de ver el mundo. Los defensores de las causas perdidas nos decantamos por los Cachorros de Chicago o los Medias Rojas de Boston (en mi caso soy Cub).
Como buen Cachorro, desde antes de nacer arrastro decadas de maldición (dicen que fue por una puta cabra y un puto griego) y dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 98.
No somos perdedores naturales ni mucho menos, somos personas que apreciamos la belleza de un triunfo sobre los Raiders o de una blanqueada sobre los White Sox, y nos regodeamos en nuestro grito solitario ante el touchdown de un Tomlinson o un Tony González. Encontramos las grandes satisfacciones en los pequeños detalles, y el día, porque ese día llegara antes de nuestra muerte, que celebremos la victoria en el Super Bowl todo habrá valido la pena y seremos una excelsa mayoría, gloriosa y reinante.
Ya en el terreno de las confesiones debo debir que tengo una parte integrada como todos: le voy a los Celtics y al América.
En mi descargo diré que es peor irle a los Lakers, y que aunque en la suma de los títulos América es integradísimo, les diré que no es nada fácil irle a las Águilas.
Si bien soy un azulcrema moderado, es zurrante tener que soplarte miles de comentarios insultantes, despectivos o en el mejor de los casos compasivos, cada vez que alguien se entera que eres del América. Ya no se diga cuando se te ocurre (que no lo he hecho) ponerte la playera americanista y salir a la calle. Me ha tocado ver pobres que se han llevado mentadas, mojadas y hasta cocos por el atrevimiento.
Pero se es o no se es. Yo seré Charger, Cachorro, Celtic y Águila siempre, porque eso de cambiar de equipo es peor que cambiar de sexo, y si no vean a algunos que lo han hecho y que luego, ya encarrerados, terminan de tacones o hasta se aplican la jarocha.
Me explico, los apocalípticos somos aquellos que estamos en la contracultura, y para ejemplificarlo mejor siempre pongo en la mesa el tema de dime a quién le vas y te diré quién eres.
Yo le voy a los Chargers a muerte. De hecho en mi casa todos, y no me importa si lo aceptan o no, si les gusta o no, todos somos Chargers. Ari y Darío primero tuvieron un jersey de LaDainian Tomlinson y Drew Brees, que patines, bicicleta o un balón de futbol.
No me importa si deciden hacerse dreadlocks, meterse mil piercings e irle a los Pumas, o si decidieran vender Omnilife y ser Chivas, o incluso tomar como forma de vida el honroso oficio de la albañilería y ser Celestes. Eso no me interesa, en mi casa hay libertad de expresión, pero con lo único que no negocio es con que los tres somos Chargers, y punto.
Pero no soy un especimen único, también ser apocalíptico es irle a los Jefes de Kansas (como el buen 'Chaivis Aburo') o a los Cardenales de Arizona (como mi cabecita de algodón, Andrés Amieva), de hecho nuestras respectivas tribus son minorías, pero si nos juntamos somos muchos.
Porque un apocalítptico jamás le irá a los Vaqueros de Dallas o los Acereros de Pittsburgh o los Delfines de Miami. La base de todo, es que es muy fácil irle a un equipo que tiene cinco anillos de Super Bowl o a otro como los Yankees de Nueva York, que en promedio ganan una de cada cinco Series Mundiales. Difícil y de corazón es irle a un equipo que nunca ha ganado un título. Eso es amor.
Los integrados se cobijan en el placer del triunfo fácil (en el deporte o la política). Para qué pelear si es tan sencillo ponerse del lado del que siempre va a ganar.
Pero esto de ser apocalíptico o integrado no es una elección, es una forma de ver el mundo. Los defensores de las causas perdidas nos decantamos por los Cachorros de Chicago o los Medias Rojas de Boston (en mi caso soy Cub).
Como buen Cachorro, desde antes de nacer arrastro decadas de maldición (dicen que fue por una puta cabra y un puto griego) y dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 98.
No somos perdedores naturales ni mucho menos, somos personas que apreciamos la belleza de un triunfo sobre los Raiders o de una blanqueada sobre los White Sox, y nos regodeamos en nuestro grito solitario ante el touchdown de un Tomlinson o un Tony González. Encontramos las grandes satisfacciones en los pequeños detalles, y el día, porque ese día llegara antes de nuestra muerte, que celebremos la victoria en el Super Bowl todo habrá valido la pena y seremos una excelsa mayoría, gloriosa y reinante.
Ya en el terreno de las confesiones debo debir que tengo una parte integrada como todos: le voy a los Celtics y al América.
En mi descargo diré que es peor irle a los Lakers, y que aunque en la suma de los títulos América es integradísimo, les diré que no es nada fácil irle a las Águilas.
Si bien soy un azulcrema moderado, es zurrante tener que soplarte miles de comentarios insultantes, despectivos o en el mejor de los casos compasivos, cada vez que alguien se entera que eres del América. Ya no se diga cuando se te ocurre (que no lo he hecho) ponerte la playera americanista y salir a la calle. Me ha tocado ver pobres que se han llevado mentadas, mojadas y hasta cocos por el atrevimiento.
Pero se es o no se es. Yo seré Charger, Cachorro, Celtic y Águila siempre, porque eso de cambiar de equipo es peor que cambiar de sexo, y si no vean a algunos que lo han hecho y que luego, ya encarrerados, terminan de tacones o hasta se aplican la jarocha.
20 noviembre, 2006
Salí del clóset
Nunca pensé que caería. De hecho hace apenas dos meses no sabía lo que eran.
Tuve contacto con uno de ellos y pensé: "Eso no me pasará a mí. Imposible", pero poco a poco, (como siempre pasa) por la mala influencia de mis amigos, lo probé.
Primero fue sólo un poco (la puntita de uno), luego hasta me animé a participar en uno de grupo y ahora digamos que vivo mi primera, primera vez.
La verdad, es algo que yo consideraba como "cosa de niñas" y hoy me veo haciéndolo a altas horas de la noche y a escondidas de la gente, porque como que todavía me da penita reconocerme como uno de ellos.
Si he de ponerle nombre a mi corruptor diré que no fue uno solo, pero el que me dijo: "Mira te va a gustar", fue mi buen Freakney Briseño. ¡Chale! ¡tan chiquito que está (sólo de edad) y me arrastró!
Pero no fue el único, también el hermitaño y chapatinesco Jorge Meléndez tuvo algo que ver. Él sí me rogó, y pues uno, que como buen mexicano no sabe decir que no, pues que caigo.
Y si de destapar todas las cloacas se trata, de plano sacaré un trapito más: Luis Carrillo, sin quererlo, pero poniéndome su sucio ejemplo por delante, terminó por aventarme a la perdición. Con Luis me da más pena, porque es casado como yo, pero como los basureros, si yo me mancho se manchan todos.
¡Pues ya qué! no sé cuánto durará esto, igual se me pasa en un mes o lo sigo haciendo mientras viva, pero mientras ya soy dueño de un "blog" y trataré de aportarle algo de vez en cuando... ¿o qué?, ¿qué estaban pensando? Todo este rollo era para decirles eso, que ya tengo mi blog.
Tuve contacto con uno de ellos y pensé: "Eso no me pasará a mí. Imposible", pero poco a poco, (como siempre pasa) por la mala influencia de mis amigos, lo probé.
Primero fue sólo un poco (la puntita de uno), luego hasta me animé a participar en uno de grupo y ahora digamos que vivo mi primera, primera vez.
La verdad, es algo que yo consideraba como "cosa de niñas" y hoy me veo haciéndolo a altas horas de la noche y a escondidas de la gente, porque como que todavía me da penita reconocerme como uno de ellos.
Si he de ponerle nombre a mi corruptor diré que no fue uno solo, pero el que me dijo: "Mira te va a gustar", fue mi buen Freakney Briseño. ¡Chale! ¡tan chiquito que está (sólo de edad) y me arrastró!
Pero no fue el único, también el hermitaño y chapatinesco Jorge Meléndez tuvo algo que ver. Él sí me rogó, y pues uno, que como buen mexicano no sabe decir que no, pues que caigo.
Y si de destapar todas las cloacas se trata, de plano sacaré un trapito más: Luis Carrillo, sin quererlo, pero poniéndome su sucio ejemplo por delante, terminó por aventarme a la perdición. Con Luis me da más pena, porque es casado como yo, pero como los basureros, si yo me mancho se manchan todos.
¡Pues ya qué! no sé cuánto durará esto, igual se me pasa en un mes o lo sigo haciendo mientras viva, pero mientras ya soy dueño de un "blog" y trataré de aportarle algo de vez en cuando... ¿o qué?, ¿qué estaban pensando? Todo este rollo era para decirles eso, que ya tengo mi blog.
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