25 marzo, 2009

Yo soy el Árbol

No lo puse en el post anterior, en realidad no quise decirlo, peero yo soy el Árbol.

El apodo, cuyo origen, repito, me llevaré a la tumba, me lo puso un chango que ya ni me acuerdo cómo se llama (ya le preguntaré a Simón) pero se me quedó por años y de hecho la gente que me conoció allá por mis 15 años, con cariño me dice así.

Sí fui un delincuente juvenil y creo que Slim no era dueño de Sanborns en ese entonces, y qué bueno porque sino me cobraría tanto robo-hormiga, robo-escabajo y robo-grúa.

Con el Chori y el Coco mantuve cierta comunicación porque la vida nos llevó juntos al mismo grupo de cuarto de Prepa en la 6 y a los tres nos tocó bola blanca y marchamos para hacer el Servicio Militar Nacional en el Campo Militar número Uno.

Parecíamos triates, pero como a que a mí me fue cayendo el 20 que eso de ser un granuja no me iba a llevar muy lejos, además de que ser un peladazo tampoco me iba a traer muchas simpatías femeninas, o por lo menos no del tipo que yo buscaba, así que antes de empezar el quinto de Prepa, aunque nos veíamos mus seguido en los pasillos, nos convertimos en extraños.

Al Chori lo vi hace poco, con la misma camisa a cuadros, tipo leñador, que usaba en la secu, los mismos jeans guangos, pero ahora con una frente que le daba casi hasta la parte occipital. Lo malo es que era el mismo lenguaje alburero y comportamiento juvenil.

Al Coco lo ví y me impresionó verlo totalmente calvo y pensando unso 150 kilos, pero eso sí con la misma cara llena de pecas. Lo nuevo era que ya tenía diente incisivo, un camionetón tipo narco, esposa guapetona y dos chamacos. Me dijo que hacía negocios, no me dijo cuales, pero parece que le va bien, espero que no sea que haya seguido en el ramo de la delincuencia.

¿Cómo me habrán visto ellos?

20 marzo, 2009

El Chori, el Coco y el Árbol

¡Bájate de ahí!, ¡te vas a matar! Gritó el maestro Terrazas al "Chori" el día que el director Filemón López Avendaño, le encargó la secundaria 45, mientras acudía a una junta distrital.

El profesor más temido conoció el infierno gracias a los tres secundarianos con la creatividad más calenturienta que se ha visto en la esquina de Esperanza y Cuauhtémoc.

Terrazas hostigaba a los cuatro grupos de tercero con su trigonometría y raíces cuadradas. Su asqueroso bigotito rojizo recortado apenas sobre los márgenes del labio superior, su suetercito marrón tejido de tres botones y su corbata de células, mitocondrias y núcleos, muy setentera, provocaban el terror en la clase.

Amigo de la humillación pública y el escarnio sobre el débil, "Terrascas" como le apodaban, también era un viejo verde, que para sus 45 parecía de 60, que no escondía sus lúbricas mañas sentando en la primera fila del salón a Adriana, Luz, Marisela, Tania y cuanta ya formada casi quinceañera de falda rabona le podía inspirar una mirada llena de viscosas intenciones.

Terrazas se regodeaba en su poder, ese podercito insignificante pero que a los alumnos nos parece el mayor problema del mundo en su momento, pero que viéndolo en perspectiva luego de unos años, es en su mayoría, sólo el reflejo de las frustraciones y carencias de alguien, sin vocación, que siente que es alguien echándole a perder un pedazo de sus vididtas a los granientos y hormonosos escuintles.

El Chori era un personaje del submundo narvarteño, con nariz de alcanza-queso, cuerpo de castor parado, vocabulario acuñado entre las enseñanzas de Zayas, Luis de Alba y todo el cine sexy-ficheras y anexas, mismo que 99 de 100 veces era una hilación de albures y que sin ton ni son terminaba cada frase con un "qué tal, qué tanto" o un "saaaaaaaco" lo cual le trajo después que esa palabra se convirtiera en otro apodo, para quien en la pila bautismal fue llamado Pedro, Piedrín.

El compinche número uno del "Chori" era el "Coco", cuyo verdadera identidad era Guillermo Ulises, pero no tenía cara de eso, sino de "Coco". Su pinta similar a la de Alfalfa lleno de pecas, se acentuaba en la ñoñez con las tallas chicas de su uniforme de suéter verde, polo blanca y pantalon "príncipe de Gales" con parche en la rodilla derecha. Pero no te podías dejar llevar por esa imagen de aparente inocencia, ni por la ventana que formaba en su mazorca la ausencia del incisivo derecho, ya que su precocidad y perversión eran dignas del capo más sangriento.

La comparsa de estos malandrines era "El Árbol". Uno de los mejores promedios del salón, pero sin mucho apego a la disciplina. El porqué de su apodo me lo llevaré a la tumba, pero no era ni por su engominado cabello al estilo Vaselina, ni por que lo dejaran plantado ni nada de eso. Digamos que sus calificaciones eran la mejor coartada para las acciones criminales del trío.

Esa mañana, la tercia de rufianes se propuso dejar a Terrazas con un imbécil delante de toda la escuela, por... nada más porque sí. El expediente delictivo de los tres amigos incluía una extensa serie de robos hormiga a la sección de LP's de todos los Sanborn's que existían en ese momento. La técnica, aprovechando que no había códigos de barras ni sensores en las puertas, con dos discos viejos se parapetaban hasta 50 viniles de un jalón y salían tan campantes, con la sangre fría que sólo puede proveer la inconsciencia.

Luego, esos acetatos terminaban regalados entre los amigos, las pretenzas y piernudas que los veían como el Robin Hood de los sin dinero para música y eso llegó a granjearles los favores de no menos una interesada.

Sus otras travesuras incluían bailes eróticos entre clases y las clásicas tareas del calzón chino, poste y burro tamalado, pero llevadas al extremo.

Por eso, como quise empezar a contar, pero yo solito me interrumpí, esa mañana que Filemón ("Dirpelón" para los cuates) fue a una junta, seguro con Elba Esther, todo iba bien para Terrazas, hasta que dieron las 10:50, hora del descanso.

Desde el primer balcón de las escaleras, Terrazas contemplaba a los pubertos llenos de clearasil, mientras un grupo de albañiles pintaba el impermeabilizaba los edificios de la secu.

Sin un plan preconcebido de por medio comenzó el motín. El "Coco" se lanzó a apredear a los albañiles que como afganos rencorosos respondieron a la agresión desde el techo. Pronto eso era una lluvia de pequeñas piedritas negras, como las que forman el asfalto. El eco del micrófono de Terrazas amenazaba al Coco con la suspensión, expulsión y ex comunión, pero a la voz de "todo el que haga lo mismo correrá con la misma suerte", media secundaria se unió al despapaye.

No sé por qué pero no puedes retar a un secundariano a no portarse mal, porque es un llamado inmediato a la sublevación. Entre la confusión, el "Árbol" reclutó al "Gato" para hurtar el aparato que proveía del sonido local a la escuela. Era una especie de estéreo industrial, con radio y salida para dos micros.

El problema es que estaba en el salón de música y ahí reposaba doña María Santarelli, anciana boteriana que nunca se podía parar del banquillo de su piano porque su trasero descomunal no le permitía moverse con soltura. El plan fue que mientras el "Árbol", aparente estudiante modelo, se apersonó frente a la maestra que ya sólo lucía dos dientes arriba y dos abajo en toda su boca, y le sacó plática sobre el concurso de entonación del Himno Nacional que se llevaría a cabo una semana después, el "Gato" sacaría el estéreo.

La "mayra", también conocida como "Panzarelli", se sintió halagada por la visita, y ajena al bullicio exterior no se percató que mientras ella hablaba de Nunó y Bocanegra, el "Gato" introdujo sus garras por el pequeño hueco que quedaba entre las ventana que tenía visagra en la parte superior y una reja que le daba aspecto de cárcel a las ventanas de la escuela.

Con la habilidad que envidiaría Houdini, los brazos del "Gato" sustrajeron el estéreo, desconectando el micrófono, sin que alguien pudiera notarlo. Acto seguido el estéreo fue a dar al portafolios Sansonite jumbo del "Árbol", cuyos útiles se repartieron entre los compinches del tercero "B" que por ser parte del conflicto y esas ganas de ser malos, ayudaron a los maleantes.

Terrazas corrió al salón de música, pero cuando llegó ya no había estéreo y ni el "Árbol" ni la profesora sabían dónde estaba. El pobre hombre estaba fuera de sí y exigía compostura.
La hora del descanso se había extinguido y el patio era como la sabana cuando los leones salen a cazar: un corredero alocado de gacelas y cheetas, que gozaban el libertinaje.

El maestro se dispuso a tocar el tiembre, pero no contaba con que el "Coco", estudiante del taller de electrónica hurtó, los fusibles y no había luz. A gritos, Terrazas intentaba hacer que se formara el estudiantado, pero fue en vano, y para rematarla el "Chori", en el acto supremo de la heroicidad adolescente, tomó un andamio, de esos donde se sientan los albañiles y que mediante una polea sirven para subir colgados junto a una pared, y comenzó a jalar de la cuerda para terminar justo en el quicio de la ventana del tercer piso, del salón de tercero A, junto a las escaleras.

Terrazas enloqueció, creo que hasta se le llenaron de lágrimas los ojos. "¡Bájate de ahí!, ¡te vas a matar!", vociferó exultando ira, pero se oían más las risas del Chori y compañía.

El descanso nunca terminó, el maestro, que creo no contaba con la simpatía del resto de los maestros porque nadie lo ayudó, resolvió el maremagnum abriendo las puertas y dejando salir a todos a las 12:00, casi dos horas antes.

El castigo, como en buena historia, nunca llegó, Terrazas quiso reprobarlos, pero tenían promedios aceptables, quiso quitarles la carta de buena conducta, pero no pudo hacerlo porque tuvo que eliminar de su reporte las faltas más graves por miedo a quedar como un tonto frente a Filemón. Lo más que pudo fue recuperar el estéreo dos semanas después, no sin antes haber cedido en aprobar a más de 20 que tenía reprobados, y así no pasar a la historia como un inútil que no pudo contralar una mañana a 700 inocentes alumnos. Claro ni que fuera algo del otro mundo.

19 marzo, 2009

Monsieur Madrid


Cuando éramos más jóvenes cantábamos en corro ".. aquí se queda la clara, la entrañable transparencia de tu querida presencia", aullábamos "Sin tu latido" y regurgitábamos "Princesa". Brindábamos porque el pasado no existe y el futuro es una mierda. El ron era agua de uso, la cerveza para lavar las tripas y los pitillos los segunderos que se consumían uno tras otro, hasta que, en esa hora maldita, nos cruzábamos con el trabajador en la calle.
Dábamos de beber a los dioses para evitar el gafe. Teníamos algo que llorar, algo que reír, pero sobre todo mucho que cantar. De Diagonal de San Antonio a Atocha, pasando por Reina, Cerro San Andrés y Cuauhtémoc, el gañote se secaba despellejando a los cretinos, aplaudiendo a los valientes y entonando a los maestros, pero se bañaba en nombre de la familia que se escoge, de los camaradas por los que la vida va en prenda a cada paso.
Seguimos la ruta del dolor de Asha a la Camerata. El polaco pedía que se tomaran las medidas, la rat peinaba su gigantesco copete y ella, siempre fiel, nos cuidaba. El casero apareció y enloqueció por las paredes pinchadas, pero eso poco nos importó, apenas bajamos del Renfe la Casa de Campo nos vio hacer el dominó humano, levantar el puño izquierdo frente a Anguita y recibir la crónica de Rubén de aquél beso entre dos amigas que empezó en la frente y terminó en el ombligo.
El discípulo de Morin, el mejor de todos, hizo de aquel 97 el año de Madrid. Lloramos toda la noche antes de abordar el KLM, lo que hoy vino a mi mente de nuevo al escuchar a Rodolfo llamar "Monsieur Madrid" a Joaquín en pleno recital en el Palacio de los Congresos, pero por esta vez me va a perdonar, porque el único y auténtico "Monsieur Madrid", sabe a mota.

17 febrero, 2009

El periodismo es como la cacería

Ayer me aventé un clavado a la parte de mi cerebro que coordina el debraye y llegué a la conclusión de que el periodismo, ese que busca la exclusiva, la nota importante, la entrevista que rompa, ese periodismo es como la cacería.

Lo es porque todos los que lo practicamos o que por lo menos intentamos hacerlo, buscamos siempre llevarnos la mejor pieza, la más rara, el más bello especímen a nuestra sala de trofeos. Porque no nos hagamos, escribimos para un medio, para los lectores, pero antes que nada escribimos para nosotros y queremos que se sepa que nosotros lo hicimos, no conozco a nadie que haga un notón y que no quiera firmarlo.

Y sí, un cazador trata de matar su presa de la manera más limpia, más fina y artística. Lo acecha por horas o por días, se asegura que la flecha o la bala no dañen la cabeza. Tampoco va a acabar con la especie, los animales en veda son como la información off the record, por ética no las publicas, no las quemas. Luego, el conocimiento adquirido es utilizable pero en el momento es sagrado.

El verdadero cazador como el verdadero reportero no caza en grupo, ni a la misma presa. Quiere un ejemplar, al mejor de todos pero para él solo. Los que cazan en grupo, lo hacen para comer, para sacar la chuleta del día, prefieren compartir a competir, el mediocre bienestar general sobre la gloria individual, es más cómodo, aunque nunca cazas lo suficiente aunque la pieza sea muy apetitosa, porque entre varios se diluye el gusto.

Caso aparte son lo que sólo meten la grabadora, porque son como carroñeros que se arremolinan alrededor de un cadaver, no importa qué diga, no importa a qué sepa se trata de rescatar un pellejo y si se puede soltar una mordida entre el anonimato del tumulto. Todos hemos tenido que meter una grabadora, pero hay algunos que lo hacen sin escuchar al que habla, sin cuestionar algo, por eso son carroñeros.

Cuidar a la presa y presentarla de la manera más digna posible sobre la chimenea o parada y disecada en un salón, es la culminación de la obra, y ahí también hay los que al presentarla (escribirla) la destrozan, todo lo que ganaron con el gatillo, con la emboscada, lo pierden por el mal manejo del cuchillo.

Lo peor es cuando, luego de jornadas de espera, de vigilia permanente, se te va el trofeo por un estornudo o quedarte dormido. Suele pasar que eres quien ha seguido un tema, día a día, avance tras avance y a la mera hora cuando todo se definirá, no dispara por estar en la baba o de plano erra el tiro por sentirse muy seguro y llega otro le gana al ejemplar apuntando desde otro lado.

Los eventos o coberturas de varios días son como los safaris, donde los cómodos, los inexpertos, se van sobre la manada de cebras, porque hay muchas y son fáciles de agarrar, pero el cazador con espíritu de Hemingway, toma la cebra (la conferencia), pero luego busca cazar al león o al cheeta, el premio mayor entre todos los que al verse en la sabana, el paraíso informativo, sólo toman lo que está a la mano.

Los periodistas que hacen crónicas de partidos o de lo que sea, no son cazadores, porque no es ese su rol en ese momento, ellos son pintores, interpretan en un lienzo lo que ven, ven más allá de lo que se vio y oyen más allá de lo que se oyó. Los otros, los cazadores, van por todo, por algo más duro.

Hay otros cazadores primitivos, sin moral, sin códigos, que cazan con piedras, que degüellan al animal, lo abren en canal y lo empalan para correr gritando con la cabeza de la presa bien en alto, mientras cantan algún himno tribal. Esos son los amarillistas, los que no tienen respeto por el trofeo, los que entre más sangre o más grasa mejor.

Existe otro subgrupo que es el de los lenguas, esos que salen a cazar y dicen haber matado una presa que nadie vio, o que cazan una rata y dicen que fue un tigre, esos periodistas son los ue vuelan las notas.

Así me podría seguir horas, pero no podría asegurar que alguien siga leyendo esta letanía sin bostezar, por eso a este animal, lo diseco y abur.

03 febrero, 2009

Che... Fidel; Che.. película

Los que me conocen un poco saben que respeto y admiro a Ernesto Guevara de la Serna, El Che. Que por eso me he documentado e investigado sobre su vida, sin caer en fanatismos, y más allá de desmitificarlo, el conocer su vida me ha hecho llevar la admiración al terreno humano más que al político o ideológico.

Por eso, no podía perderme la película, El Argentino, y definitivamente no me gustó. ¿Por qué si la imagen del Che no es desvirtuada ni tiene un mensaje proyanqui? Pues porque para mí fue como un "Che for Dummies", la historia oficial contada ya miles de veces, desde que Omar Shariff se animó a empaparse del halo de grandeza del doctor rosarino.

Está totalmente basada en diarios escritos por el propio Guevara, la película es como su evangelio, las frases son exactas y redactadas con acuciosidad, son el reflejo de lo que el Che escribió luego de que pasaban las cosas en el plan de dejar un documento oficial de una revolución, pero no tiene alma.

Es una película panfletaria, es como una biblia de izquierda, entiendo que para hacer una película del Viejo o Nuevo Testamento no hay más que unas fuentes y por eso esa películas son tan parecidas y tiesas como una pintura, pero aquí no tenía que ser el caso.

Creo que con tantos documentos y testimonios de personas que aún viven y que estuvieron con el Che, con libros como el de Taibo II o el de Castañeda (que quería tirar el icono y terminó haciéndolo más grande) podría Soderbergh haber construído un personaje más humano, más creíble, porque obviamente que el Che no era ese personaje tieso que cada vez que habría la boca soltaba una neta, y Camilo no era ese bufón que cada que lo hacía soltaba un mal chiste.

Creo también, que Benicio del Toro, como productor de la película, sucumbió ante el vanidoso acto de interpretar a una persona que imanta con su personalidad, y como seguro alguien le dijo que se parecía, más se hinchó de soberbia y lo hizo. Su actuación me parece buena, pero el casting es lamentable.

Por momentos, bien lo dijo Cyn, parece Jorge Ortiz de Pinedo en el papel del Che, pero tiene ángulos donde está muy clavado, como en su alegato en la ONU. Lo que no checa es que Del Toro mide 1.88, mientras que Ernesto Guevera era un hombre de 1.73, ¡un poco más bajo que yo!

Con la magia del cine, eso no es problema, si no se te ocurre contratar a un Fidel Castro como Demián Bichir, que me cae muy bien, pero mide 1.80, mientras que el Comandante en Jefe es un hombrón de 1.91. Total que en las escenas que salen juntos, parece el "mini mi" de Fidel junto a la estatua del Che que está en Santa Clara. Una total desproporción de catastróficas dimensiones.

Además Bichir tiene una vocecilla de pito camotero, que no tiene nada que ver con el timbre del ahora agonizante líder cubano.

Para acabar pronto, como espectador, si no fuera porque conozco la historia y porque me interesa, me hubiera parecido una película lenta, sin dejar de lado que el gran desperdicio que es tener a un auténtico cubano como Jorge Perugorría en un papel donde apenas habla dos líneas.

Es más, una ambientación y escenografía hollywoodense, pero inmediatamente se ve que los extras son mexicanos, no parecen cubanos, y de eso se da cuenta fácilmente alguien que vive en América Latina.

Pero, ¿a ti te gustó la película o ando de mamón y no me gusta nada?

20 enero, 2009

Black is black

El negro es el color de moda, porque increíblemente la Casa Blanca se pintó del más serio de los colores.

La negritud es algo que siempre me ha agradado desde el Negro José, el Negro del Batey, Toña La Negra, Mama qué será lo que quiere el Negro, Memín Pinguín, Aunt Jemima, el Negro Santos y el Negro Hodge.

En serio, me hubiera gustado ser negro, como dice Charly García, "ser negro y con mucho olor", pero no de esos negros veracruzanos, medio zancochados, cenizos como zapatito sin bolear (cualquier parecido con Joel Zamora es pura coincidencia), no así no, negro de esos que charolean, que azulean, que hasta morados se ven.

Seguro han notado que cuando un negro entra en un bar o antro en México y siempre y cuando no parezca hermanito de Notorious Big o de Zamorita, llama la atención y por lo regular no faltan las dos o tres comadres que se le avientan, amén del consabido mito (dicen que no es mito) de que los prietos "viven lejos", casi todos a las afueras de la ciudad y a veces mucho más lejos. Los negros, por lo menos en México, no me pregunten si en el Congo, pero tienen su ondita.

Y claro que hay negros admirables y poderosos: Hamilton, rey de la F1; Jordan, el más grande basquetbolista; Bola de Nieve, maestro del piano; Compay Segundo, jefe del cuatro y el son; Tiger Woods, dominante en el golf, o mi amigo Walter Payton, leyenda inalcanzable del futbol americano.

En Walter me detengo, porque es quizás el negro más querido para mí (no se sientan ni Isaías, ni Alonso, a ustedes los llevo en el corazón, pero siguen vivos).

A Payton lo conocí en las carreras de CART, porque era copropietario del equipo donde corría Michel Jourdain y una vez que lo entrevisté no dejó de saludarme cada vez que nos veíamos e inclusive se detenía a charlar o hasta a joder. Sí a joder, era un jodón profesional. Si de repente en el paddock o en los pits sentía un garruchazo con el dedo índice en el lóbulo de una de mis orejitas, podía jurar que al voltear la cara encontraría a un Walter disimulando socarronamente tras sus Ray Ban Wayfarer y que después me daría un abrazo, muerto de la risa, diciendo, "¡Amigo!".

Era el garruchazo o el toque en mi hombro para voltear y no encontrar a nadie a mi derecha y luego verlo pasar corriendo a mi izquierda aguantándose la carcajada como el Lindo Pulgoso, pero siempre bromeaba.

Alguna vez me presentó a su esposa, una señora rubia bajita no muy guapa, pero cuando en 1999 lo estaban velando me di cuenta que no era su esposa, porque ahí había otra viuda. En otra ocasión, volando hacia Chicago cayó en mis manos un ejemplar del Chicago Tribune donde una nota a una página se enorgullecía de informar que Jarret, hijo de Walter era un gran quarterback colegial y que seguro seguría los pasos de mi estimado "Sweetness".

Más orgulloso todavía guardé el diario y se lo mostré a Walter en cuanto lo vi Detroit, donde sería la carrera ese fin de semana. Cuando lo leyó se le agrío el gesto y ya no fue lo dulce que era siempre. "Jarrett debería seguir jugando Soccer, es all american en eso. El football (americano) no me gusta para él".

Nunca pensé escuchar en boca del más grande corredor de todos los tiempos, y en esa época líder en yardas de todos los tiempos, que no quería que su hijo jugara americano, pero a Walter no le gustaba el tocho. Quién diría que luego su hijo llegaría a tomarse un café a la NFL, ya no como quarterback, sino como corredor, con el número 34 en los Titanes de su amigo Jeff Fisher y que ahora anda dando pena en la liga canadiense. Qué razón tenías Walter.

Su poco gusto por el americano lo sabía de antes, desde la otra vez que lo había visto enojado, y que fue precisamente la primera en que hablé con él. En el autódromo Hermanos Rodríguez lo entrevisté y con ello cumplí el sueño de hacer una nota con mi ídolo. Ahí me había dicho que Barry Sanders era el mejor corredor de todos los tiempos; que aquello de que su fortaleza física se había forjado subiendo un cerro, era pura publicidad; pero también que el futbol americano fue una manera de salir de la calle, pero que a él le gustaba correr autos y el basquetbol, que por ello jamás entrenaría a un equipo. Todo esto pasaba mientras Dulzura me picaba el estómago, me apagaba la grabadora de microcassette (jamás he usado una digital y en esa época sólo los japoneses las tenían), veía mi acreditación y fingía pintarle bigotes. Por mi parte al principio me apené, luego me molesté y terminé riéndome de sus gracejadas.

Mi boca era como el puente de Broolyn ante el asombro y se ocurrió preguntarle, cito textualmente: "¿Por qué los atletas de color son más existosos en todo
que los blancos?"

Walter me vio por arriba del marco de los Ray Bay Wayfarer y se puso de pie, ya que antes estaba sentado sobre el riel que divide los pits del callejón, y me dijo: "¿Qué color? ¿A qué color te refieres? No somos de color, somos negros, dilo, somos negros, no de color, Dilo".

Lleno de bochorno vocalicé un tímido "Black" y sólo entonces me contestó: "porque tenemos hambre, porque todo nos cuesta más trabajo, no somos mejores pero tenemos hambre". Plop, atiza y reflauta, ni hablar negro traes puñal.

Eso lejos de hacer que me cayera mal, me hizo admirarlo más, porque efectivamente los diminutivos, los adjetivos que esconden la verdad, suenan más a lástima (lástima de qué, si son bien cabrones), negro es negro y black is black.

Acto seguido le pedí a Luis Cortés que me tomara la única foto que le he pedido a un compañero de la lente que me obsequiara con un entrevistado, y me la tomó, pero nunca me la ha dado. Ya son 10 años, quien vea a Luis, dígale que me la dé. Pude haber tenido un jersey de firmado por Walter, pero como pensé que lo iba a tener cerca mucho tiempo lo dejé para después a pesar de que me había dicho él varias veces que cuando quisiera me lo autografiaba. Así que Luis una razón más para que me des mi foto.

Cuando en Huatulco me enteré que mi amigo Walter había muerto luego de no resistir en la cola para conseguir un trasplante de hígado, (lo cual habla aún más de su honestidad), se me salió una de cocodrilo. Hoy que Barack ganó, no pude dejar de querer ser negro ni de acordarme que Walter hubiera estado orgulloso decirse así: NEGRO.

06 enero, 2009

Éxtasis

Ellos son tres, pero parecen cuatro, de hecho lo deberían ser, pero el primer Raulito se hartó de este mundo antes de cumplir el año.

Raúl, el segundo Raúl porque mi tío no podía quedarse sin un hijo que llevara su nombre, es una especie de Keith Richards mezclado con el peinado de Rick James. También es conocido en los bajos fondos del Fonacot como "El Lobo" ya que no hay poro de su cuerpo que no contenga un folículo capilar azabache, creciente, incólume y perenne.

Si una palabra lo define es "protector". Desde que nació es un padre de familia sin hijos, un padre de sus padres, de sus hermanos, de sus primos, de sus sobrinos, de sus amigos y de sus amores.

Su labor sindical le da para comer, aunque su famélica figura denote que comer no es su mayor afición. Prefiere fumar Baronets, Montanas, Boots o cualquier pitillo no demasiado caro, mientras pasea en un juego sin fin, hasta 12 monedas de mano en mano, de una en una, de dos en dos, de tres en tres, en un malabrar infinito como perfecto donde ninguna pieza toca el suelo.

Es tan moreno que a veces con la barba cerrada se parece a Urko, el general del Planeta de los Simios, pero es tan delgado y usa ropa tan entallada y blanca, que es imposible no recordar cuando lo ves a Tony Manero caminando rumbo la Disco en Fiebre del Sábado.

Su único defecto le da un toque de misterio a su personalidad. De niño, Sergio, su hermano, recibió en Reyes un arco con flechas y se le hizo muy fresa usarlas con la goma de chupón que cubría la punta, así que cuando decidió que Raúl era un vaquero enemigo y le disparó cuando asomó su cabeza desde atrás del sofá, su saeta se incrustó justo en el ojo del "segundo de los primogénitos de su padre".

Ahora ya no ve nada con el ojo izquierdo, producto de la catarata que se formó con los años, pero lejos de guardarle rencor a Sergio, le cortó un dedo al echar a andar, todo indica que sin intención, el motor del vocho '74 que el buen Sheik compró cuando trabajaba en American Express.

La falangeta del dedo índice derecho de Sergio voló cuando giró la banda del motor, y con ello se consumó el famoso ojo por ojo, dedo por dedo.

Sergio es un hombrecillo parecido a un integrante de los Buggles, aquellos del Video mató a la Estrella de la Radio. Utiliza unas gafas de aumento que son la versión máxima de los Rayban en tamaño, porque la gota que forma cada cristal le tapa media cara, algo así como aquel pollito súper inteligente que era cuidado por el Gallo Claudio, por encargo de su mamá la Gallinita Miss Prissy.

Una decepción amorosa lo volvió un ermitaño incorregible, un gruñón ocasional y un energúmeno seguro, esto último solamente cuando tomaba una copa de más. Afortunada o desafortunadamente, una hepatitis consiguió que jamás volviera a probar licor alguno.

Su talento musical que se volcaba en una rascadísima y por lo mismo ya sin barniz guitarra de Paracho provocó que Ricardo, el menor de los tres, un morenito simpático y cortés, también comprara semanalmente los números de Guitarra Fácil para hacerle segunda a su brother.

Richie de extremadamente lacio cabello, como el del que esto escribe, es una sonrisa con patas y brazos. El carácter más parejo del mundo, enmarcado por una nerviosa boca que se abre y se cierra como la de una trucha fuera del agua, por un tic nervioso que lejos de darle un aire macabro lo hace todavía más afable.

Pero ese es el Ricardo de los amigos y los parientes, porque en su trabajo como contador es un feroz competidor que no duda en sacar ventaja de todas sus habilidades. Ataca tal y como va por las seis cuerdas de su Fender negra, a la cual le saca notas que llegaron a hacerme pensar que Blackmore era mexicano.

Mientras crecían las habilidades de los menores, Raúl se mutaba de heróico asistente a Avándaro, a participante en Fiebre del Dos con todo y Fito Girón, Chela Braniff y Arturito de fondo. Pero el más grande de los hermanos también se contagió de música, sólo que al no saber tocar la lira, tomó el micrófono y empezó a berrear.

Apenas empezaban los 80's y surgió la agrupación musical que más he admirado en mi vida: Éxtasis. Además de los tres hermanos, estuvieron Héctor y luego Luis, en el bajo; y Chucho y luego Alejandro, en la batería, y escribieron la historia.

Mi alineación favorita siempre será con Raúl en la voz; Richie en el requinto; Sergio en la guitarra de acompañamiento; Luis en el bajo, y Chucho en la bataca.

Aprendí a idolatrarlos desde que iba en la primaria. No daba crédito de cómo era posible que tocaran Angie, Gloria o el Rock de la Cárcel y poco a poco me volví su fan número uno. Cada ensayo, cada tocada eran para mí cita obligatoria hasta que se hizo realidad mi sueño y fui parte del grupo.

Éramos rockeros todos y queríamos tocar todo el tiempo Escalera al Cielo, pero como había que sacar dinero de la afición, empezaron las contrataciones como "grupo versátil". El ánimo no decayó, al contrario, todos teníamos dinero después de cada XV Años, Boda, Cumpleaños o Graduación, pero el espíritu del rock and roll latía en nuestros corazones, así que luego de cada Caballo de la Sabana, siempre llegaba Jumpin Jack Flash, y para abrir cualquier tocada, fuera el festejo de lo que fuera, llegaba Show me the Way, de Peter Frampton.

Mi hermano y yo nos sentíamos soñados, pero no vayan a pensar que nos unimos como músicos a Éxtasis, no, nuestro papel era de cargadores, roadies, instaladores de los instrumentos y operadores de las luces, pero para nosotros era casi como ser Plant y Page en Led Zeppelin.

Con el tiempo nos dimos cuenta que Raúl se movía como Jagger, pero la rola que mejor le salía era Y Volveré, de los Ángeles Negros; Richie no era Eddie Van Halen, pero el requinto de Beat it le salía como a dos notas de ser exacto; Sergio tenía como máximo número All my lovin de los Beatles; Chucho, gordo y calvo, le pegaba con ganas a la batería pero no era Bonham, y qué decir de Luis "El Chapman", quien en su suprema pasión por el bajo, pero al mismo tiempo inmensa ignorancia, quiso ponerle a su hijo Sting, pero afortunadamente el secretario del registro civil no lo dejó. Cabe destacar que Luis, zapatero remendón de profesión era el más limitado de todos, pero en este mundo nadie pela a los bajistas, así que se notaban poco sus fallas. A pesar de todo, de saber que no eran tan virtuosos como creíamos, la admiración nunca se perdió.

La diferencia de edades no existía, podíamos hablar de lo mismo su papá (mi tío "El Gallego" autor de aquella histórica frase para cualquier chiquilla que se le atravesara en el camino. "descuídate mucho, mi reina") de 58 años, mis primos Raúl de 33, Sergio de 31, Richie de 29, mi hermano de 18, y yo de 16 podíamos hablar de cualquier cosa e íbamos a cualquier lugar juntos, eso desde cinco años antes.

Poco a poco Éxtasis se murió, como mi tío en el 2000, y fue como cuando se sale una cuenta en un collar, el resto nos separamos inmediatamente y desde entonces rodamos por cada quien por su lado.

A lo mejor un día Sergio deja un rato su afán de taquero y tortero, Richie la administración de antros, Raúl el sindicato, Nacho sus endodoncias y yo la redacción, para la reunión de Éxtasis.

Para "El Gallego", el bohemio más grande del mundo, y para los que todavía leen esto luego de casi dos meses de abandono. A los que ya no leen, no los culpo.

10 noviembre, 2008

Marvin





Para mí, The Rolling Stones es el mejor grupo del mundo.

The Beatles eran mágicos, pero mientras ellos decían "I wanna hold your hand", Jagger y compañía andaban en "Let's spend the night together", mientras Lennon y McCartney se clavaron con "Let it be", sus Satánicas Majestades entonaban "Let it Bleed".

Evidentemente, y como no soy ni Jaime Almeida ni nada que se le parezca, esta opinión no es más que la insulsa diarrea que brota de mi cabeza y que hace que mis huellas digitales aporreen unas teclas, que ninguna culpa tienen de mis gustos.


Los Stones me dicen más, porque son más ácidos, más vulgares, más exquisitamente soeces, Los Beatles me dicen otras cosas en otros momentos, pero Los Stones me lo dicen todo en todo momento.

Para tratar de justificar mi afirmación recurrí a la revista Rolling Stone (no se puede llamar de otra manera la biblia del rock) y me topé con su lista de los 500 mejores álbumes de la historia http://www.rollingstone.com/news/story/5938174/the_rs_500_greatest_albums_of_all_time/ y ¡Oh, no! Beatles está en primer lugar con Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y antes de que aparezca Exile on Main Street en séptimo lugar, hay otros dos discos de los de Liverpool, que en total tienen en esa lista 4 en el top ten y 11 de sus 12 discos de estudio, más que ningún otro.

Eso tira mi aseveración, pero reafirma mi gusto, Los Stones son para gente como yo que no piensa como la mayoría (pensé como para darme ánimos). Pero me di una segunda oportunidad y busqué la lista de las 500 canciones más grandiosas de la misma RS http://www.rollingstone.com/news/coverstory/500songs y ahí sí.

1.- Like a Rolling Stone, Bob Dylan (No es de los Stones pero como si lo fuera)
2.- Satisfaction, The Rolling Stones (Segundos, pero abajo de Dylan es como ser primero)
3.- Imagine, John Lennon
4.- What's Going On, Marvin Gaye
5.- Respect, Aretha Franklin
6.- Good Vibrations, The Beach Boys
7.- Johnny B. Goode, Chuck Berry
8.- Hey Jude, The Beatles
9.- Smells Like Teen Spirit, Nirvana
10.- What'd I Say, Ray Charles

Luego de satisfacer mi ego con Satisfaction, me di a la tarea de escuchar cada una de las 10 primeras y redescubrí a alguien que podría estar tranquilamente en el primer lugar y que seguramente lo está para mucha gente: Marvin Gaye.

Este crooner, alma de Motown, porque el corazón era Diana Ross, grabó algunas de las melodías más sublimes de que se tenga registro. No exagero al decirles que Gaye fue el mesías del Soul, el profeta de la negritud estadounidense y la lengua de los desposeídos en los ghettos.

Su mensaje, proveniente del hijo de un severo pastor cristiano, suena a tristeza de crecer sin esperanza con toques del espíritu de un juglar que canta con la voz de toda una raza.

En lo personal la que más gusta de todas sus interpretaciones es I Heard It Through the Grapevine (lugar 80 de la lista), que aunque ya la había cantado Gladys Night, Marvin la convierte en un himno soul, con altísimas como rasposas notas que parecen haberse escapado de una plantación de algodón en el siglo XVIII.

El Everest de Marvin es What's Going On, la atormentada súplica de paz de un hombre al que la tragedia tatuó un estigma en la frente desde que su padre abusaba de él siendo un niño, luego cuando perdió a su mejor amiga Tammi Terrell (con quien inmortalizó la más comercial Ain't no Mountain High Enough) y más tarde cuando ni Eurípides podría haber imaginado que sería el propio Marvin Gay Sr. (el padre de Marvin se apellidaba Gay y él cambió su apellido por Gaye cuando empezó a grabar), quien de dos disparos acabaría con la vida del más grande cantante que el sonido Motown haya dado al mundo.

El filicidio apagó uno de los timbres más suaves y sentidos, pero afortunadamente para los que lo conocimos luego del 1 de abril de 1984, fecha en que dejó el mundo, justo un día antes de cumplir 45 años, agradecemos a Edison el invento que graba el sonido, porque así lo podemos oír y gracias al youtube ver, aunque hace tiempo que no está.

Aquí les dejo I Heard It Through the Grapevine, luego una versión a capella con la que dan ganas de haber estado ahí. Si les queda aliento, escuchen What's Going On, y si no quieren irse pensando en el absurdo de la vida, reviéntense Ain't no Mountain High Enough, y seguro les sacará una sonrisa.









Para Bri, quien me pidió escribiera sobre el maestro Gaye y quien me enseñó a subir videos al Bló.

02 noviembre, 2008

Gasolina en la sangre

Luego de dos años y medio de alinear en el bando pambolero, días como hoy, donde afortunadamente Lewis Hamilton le ganó el título de la F1 al pesado de Felipe Massa, poco a poco me he ido acordando por qué llegué a ser aficionado el número uno de todo lo que tuviera ruedas y transitara por un circuito.

Recuerdo perfectamente el día en que mi jefe Andrés, me dijo "¿Qué fuente quieres cubrir?", luego de seis semanas cubriendo a Tigres y Rayados (que es como cubrir a Palestina e Israel: mucha pasión, mucho conflicto, mucha radicalización, nada de racionalización y poco de calidad la de Medio Oriente humana, en Monterrey, futbolística).

A lo que ingenuamente contesté. -"¿Cuáles hay?"
Y me respondió. - "Hay autos, automovilismo y autos".
- "Nooooo, pues yo quisiera autos, pero si no hay de otra me quedo con autos".

En ese momento me sentí como seguramente se sintió Fox luego de que le pusieron la banda presidencial en el 2000. Es decir, me asaltó el pánico y me dije "pero si no sé nada de esto, ¿ahora qué hago?".

Como inmediatamente me visualicé en el desierto informativo pasando las de Caín para poner una méndiga notita en el "budget", también pedí que me dieran todas las demás fuentes que nadie más quería ni cubría, así que además de ser suplente en box y tenis, me agarré, al más puro estilo anarquista que reza "la fuente es de quien la trabaja", es más me agandallé basquetbol, golf (esa un poco forzado) y hasta equitación.

Volviendo al carro, el mismo día que mi "Cabecita de algodón Amieva" me ensartó la fuente. me di a la tarea de tratar de hacer mi primer contacto. Para mí, el automovilismo se limitaba a lo que conocía de Fórmula Uno, que no era mucho y ya, tan tán, no more, se acabó. Entonces para mi fortuna esa noche Joserra entrevistó en "En Caliente" a Adrián Fernández y pensé, pues este changuito debe ser el bueno, por lo que pidiendo referencias de aquí y allá alguien me dijo que era lo mejor que había en el País en ese momento.

¿Cómo? No sé, pero conseguí su teléfono, fui a su casa, lo entrevisté, y luego me volví a quedar como Fox: ¿Y ahora qué hago? Para no aburrirlos con mi letanía, sólo les diré que no sólo pude cubrir la fuente, sino que me envenené de ella.

A partir de ese momento, o mejor dicho cuando fui a la pista de Pachuquilla a ver una carrera de la Fórmula Dos y luego la coronación de Allen Berg en el Autódromo Hermanos Rodríguez, el virus infeccioso del automovilismo entró en mi cuerpo como el Alien, con la diferencia de que no me salió por la panza ni me mató.

Es difícil explicar el porqué los autos se le meten a uno en el código de barras aunque ni siquiera sepas manejar, pero ver cómo un hombre toma un vehículo y a 200 o 300 kilómetros por hora, lo viste, se lo calza, como quien toma un buen traje; cuando ese hombre hace hablar una máquina de 800 0 mil caballos de fuerza, y luego de hacerla hablar le saca una melodía, en ese momento la infección se ha producido y lo único que queda es estar flojito y cooperando.

Dentro del mundo motor me ha tocado de todo, nueve muertitos entre prensa, pilotos, espectadores y bandereros; grandes victorias y fracasos. Los he sentido como míos, porque así como el reportero de nota roja termina hablando como policía, con claves y todo, el de autos se mimetiza con la fuente, pero al mismo tiempo formas parte del circo y cuando alguien muere o celebra, lo sientes como tuyo teniendo que apretar los labios para mantener una distancia y no llorar o reír con el implicado.

Los personajes que más me marcaron en mi etapa de reportero fueron Adrián Fernández y Alex Zanardi. De Adrián sobra decir que logré su confianza y al mismo tiempo su respeto por mi trabajo, lo cual persiste hasta ahora, pero con Zanardi fue como ver un huevo y verlo de pollito, de gallo, y luego salir casi muerto para la pollería y de nuevo, felizmente presenciar su retorno al corral.

Zanardi es el tipo más simpático que conozco fuera de las pistas, pero el más fiero dentro de ellas. El rebase en la curva "cornscrew" de Laguna Seca sobre Bryan Herta en la última vuelta de la última carrera del año, fue como ver en vivo a Moisés abrir las aguas. El hombre realizó la maniobra más inverosímil que se haya imaginado con el talento de un Paganini, de un Tchaicovsky, de un Beethoven: una sinfonía.

Creo que en un lapso de cinco años lo vi triunfar en una docena de carreras o más, y no es que me haya ganado cuando me recomendó comer ossobuco en el Ristorante Antonio's de Vancouver o que me haya dado una entrevista aunque su "PR" me corrió de su hospitality, bueno sí y no, lo que realmente me hermanó con Alex fue que en algún momento fue para mí, el piloto más sorprendente, pero sobre todo el que más transmitía en la extinta Serie CART.

Ante mis ojos fue Novato del Año, Campeón, se fue a la Fórmula Uno y lo vi regresar fracasado. Por eso, ese 15 de septiembre en Lausitz estaba feliz de ser el único reportero de autos mexicano que lo acompañó cuando volvió a correr como nos tenía acostumbrados, cuando fue de nuevo el viejo Alessandro. Desafortunadamente las piernas de Alex no terminaron la carrera, se quedaron para siempre en el óvalo alemán, pero su espíritu se mantuvo intacto y todavía sigue corriendo.

Yo estoy un poco alejado de las pistas, pero asomar la nariz a la televisión para ver a mis amigos me hace reactivar el veneno que irremediablemente me acompañará hasta ver la bandera a cuadros.

15 octubre, 2008

Y yo estuve ahí


Hay una frase que dice: "Cuando te toca aunque te quites; cuando no te toca aunque te pongas". Dice mi amigo Juan Martín que es algo muy taurino, (Martincillo es algo muy taurino, pero también la frase según él), pero esta vez me sirve para contar que sin querer caí en la Babel de Hierro.

Yo no le voy a los Yanquis, Dios me libre, pero me tocó estar en el antepenúltimo partido en la historia del Yankee Stadium el 19 de septiembre pasado. Digo que me tocó porque 10 días antes no tenía ninguna intención ni esperanza de andar por Nueva York por esas fechas, pero el buen Chuck Blazer tuvo a bien organizar un ágape para periodistas mexicanos y aterricé en La Gran Manzana.

Nunca antes había estado en esa ciudad y me agradó. Yo catalogo las ciudades en dos grandes grupos: ciudades en las que podría vivir, y ciudades donde no podría vivir. Definitivamente NY es del primer conjunto.

No es un lugar común, pero tampoco me impresionó, ni me enamoré de ella ni nada, pero percibí que tiene vida, estrés, actitud y sobre todo puedes hacer cualquier cosa y ser parte de ella y al mismo tiempo ser un fantasma que camina ahí y ser absolutamente imperceptible dentro del paisaje.

Los newyorkers son como los chilangos: brutos, atrabancados, se empujan en el metro, se cruzan las calles como Yara por enmedio con el alto o el siga o como vendedores ambulantes. Son lo menos gringo que he visto y eso es bueno para mí, con decirles que hasta una ñora se me clavó en la cola de los hot dogs en pleno Yankee Stadium y como revendedora del Azteca me volteó a ver con cara de "di algo wey, quéjate y no te la acabas" y no tuve de otra que tragarme mi coraje, mi jocho y mi chela sin hacer pancho alguno.

Fueron pues, cuatro diítas muy sabrosos. Hospedado a cuatro cuadras de Times Square, una del Edificio Chrysler y con dos boletitos (que conseguimos vía internet gracias a Javier amigo de Neria) para despedirnos de la "Casa que Ruth construyó" (por cierto, era buen albañil el Bambino, porque con todo y sus 85 años a mí el Estadio de los Mulos me gustó mucho).

En compañía del Yoirtch Meléndez me interné para presenciar el juego 6 mil 578 en la historia del inmueble más célebre del beisbol mundial. Fue un hola y adiós, pero a la distancia creo que más que la terrible actuación de Pavano o el jonrón de Robinson Cano, lo que en mi mente no dejaba de dar vueltas como mayate (bichito volador que gira como loco cuando el sol se empieza poner, no aquél hidrocanóico individuo que busca compañía en las calles enfundado en una falda) era sobre cómo los gringos no tienen ningún empacho en derrumbar sus "catedrales".

La mitología gringa se compone a mi entender de dos grandes temas: deportes y guerras. En lo segundo para ellos todo se reduce a los buenos (EU) y los malos (el resto del mundo) y si no les regalas tu petróleo, uranio o gas, eres comunista, rojo o dictador o guardas armas de destrucción masiva, por eso como guerreros me caen muy mal, pero como deportistas y deportólogos saben cómo crear héroes.

Por lo menos yo he comprado completo aquello de que Ty Cobb era el hombre más fiero del mundo, que Jack Lambert comía las entrañas de sus enemigos, que Jordan saltaba dos canchas de basquetbol con la lengua de corbata, que Montana es el hombre más puro y perfecto del mundo, que Phelps (aunque no le gane a nadar a un charal) es la reencarnación de Tritón.

Adoro el olimpo deportivo gringo, desde su concepción en las escuelas y universidades, hasta su encumbramiento en dioses y su consecuente caída, con todas las historias que de ahí se desprenden y terminan en AP, Sporting News, etc.

Pero al mismo tiempo me parece un acto bárbaro derribar el templo y volverlo a edificar sin siquiera encontrar mercaderes profanos en su interior.

Ya tiraron el Tres Ríos, van por el Texas, se van a cargar el Shea y el ¡Yankee Stadium! A lo mejor soy el clásico viejito que se opone a la modernidad, pero no deja de parecerme una salvajada dinamitar 85 años de historia, así como si nada, como quien le jala la cadena al retrete.

Miren que era (sí ya era, del verbo nunca más lo volverá a ser) bien bonito ver cómo salían bailando "YMCA" los trabajadores del estadio en la quinta entrada, mientras le alisaban el cuadro al diamante. También una chulada, el cantadito de "Take me Out to the Ballpark" bailado, cantado y actuado por la fauna del Bronx, que con excepción de dos o tres mulitas de Manhattan no le piden nada a los aficionados del Toros Neza.

Lo mejor de todo es cuando Mariano Rivera es anunciado para el relevo, porque en ese momento Metallica y su Enter Sandman enmarcan la noche y todos los presentes entonan el himno del relevista moviendo sus cabecitas en onda mosh, trash, heavy: "Exit light, Enter night, Take my hand, Off to never never land".

Los Orioles fueron sólo como los Coroneles que sirven de sparring para los Globbetrotters, que mágicamente siempre ganan, por lo menos eso fueron esa noche donde los Bombarderos consiguieron que todos salieran con el "New York, New York" en los labios, mientras por las orejas "Blue Eyes" Sinatra, nos lo decía al suavecito.

La vida me puso ahí, (con todo el Yiortch que es una gran compañía y un andarín excelso con quien fui de la 116 a la 52 con escala en la Apple Store), y aunque la calle que está enfrente del viejo estadio parece la salida del metro Talismán con todo y el tren elevado, sólo que laspiqueras y cervecerías que están enfrente sí están más fieras que las que circundan el mercado de Jamaica, no me puedo quejar, el Sino me dio un cariñito y cuando tenga unos 96 años, podré decirle a sus bisnietos: "Y yo estuve ahí".

PD: Para los que pasaron por aquí estos dos meses y no vieron nada nuevo. (Este lo tenía guardado, prometo esmerarme más en los próximos y hacerlo más seguido).

27 agosto, 2008

Loro olímpico

La televisión mexicana es como la casa de una señora que tenía un puesto en el tianguis y que un buen día se sacó el Melate.

Es una casa grande, de esas que eran de una sola planta y les han echado piso sobre piso para hacerlas una "mansión", en un barrio muy popular con una pintura amarillo chillante y con dos parabólicas gigantes en el techo.

En su interior todos los adornos están de más: figuras de porcelana de Jadró y vitrinas con recuerdos de Primeras comuniones y Bodas, así como una fotota del Papa (Juan Pablo porque el actual se parece más al Senador Palpatine de Star Wars) que compraron en su viaje al Vaticano.

Los hijos de la señora, todos feos, gordos e ignorantes tienen las novias más esculturales que puede pagar el dinero y ellas representan el símbolo de su "éxito", junto con los autos último modelo que desgracian inmediatamente con los rines más ostentosos y la flama roja en los costados. Comen todos los días en un suntuoso comedor que tiene forrado el tapiz de los asientos con plástico cristal y la ropa más cara del tianguis termina siempre entallada en sus cuerpecitos.

En la casa nadie toca más que la puerta, pero hay un hermoso piano de cola, blanco. También tienen una cantina más surtida que La Europea, pero lo único que llega a escasear alguna vez es el Bacardí blanco, que a alguien le ha dado por decir que es el ron más fino y ya se ha vuelto eso un mito urbano, que las gargantas más incultas pregonan sin césar.

Bueno, pues así o más cargadita es la TV que nos toca padecer, y como no fui uno de esos 500 periodistas que fueron a Beijing, de los cuales 50 trabajaron y los demás se fueron a pasear, tuve que chutarme los Juegos por las brillantes coberturas de nuestros colegas.

Creo, sin ser Álvaro Cueva ni Florence Toussaint, que la mejor transmisión fue la de TVC deportes, porque aunque el buen Rafael Ocampo no tenía idea de cómo se jugaba el voleibol, ni investigó el reglamento del tiro con arco, ni siquiera tenía alguien que le ayudara a distinguir entre una técnica y otra en el taekwondo, y sus colaboradores tenían la misma gracia de Olegario y Mario Vázquez Raña juntos, a pesar de todo ello, hicieron algo que ni Televisa ni TV Azteca consideraron prudente incluir en sus programas: transmitieron todas las competencias de todos los deportes que pudieron, y eso mi estimado Rafa, se agradece y mucho.

Además no tenían ni un solo enviado en China, todo lo hacían desde el estudio, brindándonos las imágenes de lo que realmente queríamos ver: los Juegos, ¡Por Dios, ¿era tan difícil darse cuenta de eso?!

Televisa es el ejemplo de la casa de la nueva rica. Su estudio parecía un café de chinos de la calle de Dolores. Los asientos eran ridículos y las bases de sus monitores pintadas de dorado con spray parecían el trabajo de un albañil chambón en la escenografía setentera del Chapulín Colorado.

Eso se pasa con tal de tener una cobertura decente, pero resulta que mientras Paola y Tatiana se partían el alma por un bronce, los televisos dejaban de pasar los clavados de las contrincantes para compartirnos la "entretenida" cápsula del subnormal Facundo. Y así competencia tras competencia, con o sin mexicanos, teníamos que chutarnos la interrupción por ver a una señora que ha de ser tía de Alarcón, que dice ser cómica, o a la reinita Mayrín (que alguien se la ha de estar almorzando en Televisa porque no es normal que la llevan a nada) diciendo que fue a un restaurante pero que no supo qué comió.

Punto y aparte las escandalosas, creativas como un "1+1" y desabridas crónicas de Pietrasanta en los eventos de los mexicanos. Un asco su alfombra roja y caravanas. Lamentable su "María, caliente y fría".

Lo rescatable, el maestrito Mateo, que resultó mejor reportero que el turista Tinoco Guaaaaaaaaaadarrama, que la Iberia Sánchez, por hablar de periodistas, y por supuesto muy superior que los gritones con micrófono, llámense Wurvitz, Furby o el prógnata políglota Latti que cree que por saber cien idiomas es más inteligente que los demás, lo que no sabe es que una pendejada es una pendejada así la digas en mandarín, español o griego, es decir el que es pendejo en español lo es en inglés, francés o alemán, los idiomas no te dan inteligencia.

TV Azteca, medalla de oro. Productora: Pati Chapoy; conductora principal, Mónica Garza; conductor, Omar Germenos. Mi pregunta es ¿En qué tlapalería estudiaron periodismo los genios que escogieron el proyecto de la chacha de Álvaro Dávila como su gran apuesta para Beijing? Es como dejar encargado a un chivo en una cristalería. Es como llegar en crocs a recoger el Premio Nobel de Literatura o lo que es peor es como si le hubieran dado el Nobel a Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

Patético, imperdonable, si ya de por sí era un handicap en contra tener que confiarle a Latapí, Marín y Garay unos Olímpicos, dárselos a Esteban Macías y el equipo de Ventaneando fue como nombrar director de un kinder en Jerusalem a Hitler.

El poder de Doña Chapoy es inversamente proporcional a su cultura, y por supuesto que lo último que se le ocurrió es que alguien quisiera ver un partido del Dream Team o la Lucha Grecorromana, sólo habrá que agradecerle que Pedrito Sola no narró la gimnasia.

Total que sólo se salvó Luis Niño de Rivera, maestro de los clavados (no por nada dirige el Banco Azteca), porque ni con sus cambios de último momento la libraron. Mención aparte el reportaje de Garay con Phelps, de lo poco bueno.

Podría decir que se extrañó a Joserra, pero extrañé más al Güiri-Güiri, porque Fernández salió en ESPN como borrachito, platicando puras anécdotas a su estilo: "Spitz era un atleta, alto, fuerte, rápido, importante" con Jesús Ochoa. Decadente, pero lo hubiera preferido.

En fin, como no creo que vaya a ir a Londres 2012, ruego porque un día un periodista de deportes se encargue de producir las transmisiones, y que si lo hace se dé cuenta que si los televidentes quisiéramos ver comedia barata no nos esperaríamos cuatro años para hacerlo y nos bastaría con ver la Hora Pico. Desde aquí un corte de manga para todos los que les quede el saco y que les arda la cara de vergüenza.

17 agosto, 2008

Nuestros hijos

"... Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario", esa fue la última recomendación del Che a sus cinco hijos antes de irse a Bolivia, la cual consta en una carta sellada que tenía que ser abierta si no volvía con vida.

El Che no volvió, pero seguro murió tranquilo sabiendo que había dejado el principio básico, yo no diría del revolucionario, sino del ser humano en sus hijos.

No conozco a nadie que críe a un niño para que sea un animal desprovisto del más mínimo sentido de compasión. Seguramente me falta conocer a muchos padres que andan por ahí por el mundo, porque creo que algo está podrido, pero está podrido en el intangible nivel de eso que llamamos lo social.

Como sociedad, como mexicanos, algo estamos haciendo muy mal, porque somos la madre y el padre de bestias que le vuelan los sesos a un hombre por quitarle una X Trail; de escorias que deciden matar a un niño porque... no sé por qué, quizás porque no obtuvieron el dinero que querían por su rescate, o tal vez porque reconoció a alguno de sus captores, o porque en el juego de ser Dios, de tener en su mano la decisión de si Fernando seguiría su camino a ser futbolista o empresario sintieron el placer de bajar el pulgar y pintar una línea de cal en su destino.

Pero insisto, estos mexicanos crecen en nuestro territorio, van a nuestras escuelas, ven nuestras películas, nuestra televisión, cantan nuestras canciones, toman nuestro tequila, se vuelven lo que son junto a nosotros, entre nosotros.

La putrefacción social no es responsabilidad sólo de las mamás de los secuestradores. Los valores y los principios los formamos todos. Si segregamos, diferenciamos, discriminamos, no toleramos, si permitimos si gozamos la impunidad que nos da la palanca de un primo o un amigo, si embarramos la mano del policía con un cincuentón, si vemos gente de primera, segunda, tercera, cuarta y reversa, también alimentamos el Leviatan que se devora nuestra paz, y es un Leviatán porque gobierna con el miedo en nuestras vidas.

¿Qué no se ha dicho de Fernando Martí? ¿quién no se ha tratado de poner en el lugar de su papá o su mamá? No falta el que piensa que es un exceso de tiempo y espacio detenerse en un crimen como este, igual al que han sufrido miles de personas en este País, pero que por tratarse del vástago de un rico empresario llegó a las primeras planas.

Vale lo mismo, pero no más lo cual ya es muchísmo, que la vida del chavo que murió de un navajazo en la esquina de Neza por no darle su mochila al ratero que se la pedía. Fernando no vivía en el México real, vivía en la burbuja que forma la sociedad para los que tienen para pagarla, pero era sólo una burbuja al fin, un alfiler bastaba para reventarla y finalmente supimos todos que estaba igual de expuesto que todos nuestros hijos, él por ser un suculento platillo y los nuestros por ser el alimento diario de la bestia criminal que hemos criado en este País.

¿En verdad alguien cree que esas grandes empresas de seguridad, de negociadores, de carros blindados y guarros, quieren o trabajan para que se acabe el miedo y la violencia? No creo que ellos que hacen emporios gracias a que la criminalidad es cada día más grande, la quieran ver reducida. Podríamos empezar por reglamentar sus acciones, alcances, límites y atribuciones. Ganan un dineral por proteger la burbuja del México irreal y casi estoy seguro que ellos mismos le abren la puerta a los que la llegan a romper.

Lo que nos debe preocupar y lo que debemos remediar es el "Porqué", no el "Qué". Hace unos años hasta los rateros tenían ética, hoy el maestro de Ética te pide una lana para que pases el examen. Moralmente somos una sociedad destruída, un Hiroshima, un Dresden después del bombardeo. Si a nosotros no nos importa pisar al compañero para lograr un ascenso, si alabamos y enaltecemos al "chingón", al más cabrón ese que se empinó a todos no por ser mejor, sino porque fue más abusado, más abusivo, más desleal, ése que para lograr la dirección desnudó los amores de su igual con su secretaria, si por lo menos no nos indigna eso, estamos contribuyendo a esta brutal descomposición.

Critico que Calderón fuera a tomarse la foto con el papá de Fernando, que salga con la simpleza de la cadena perpetua como reacción disfrazada de solución (que servirá para que algunos chivos expiatorios no den más lata en la calle), pero que no haya movido un dedo por la señora Wallace que tiene tres años siguiendo a los secuestradores de su hijo, esa misma señora que muchos tiran de a loca, pero que sufrió lo mismo, exactamente lo mismo que el señor Martí, pero que ha tratado de hacer lo que las autoridades no.

¿La solución? No la sé, haré lo que pueda y lo que tenga en mis manos. Por lo pronto, mis hijos sabrán lo mismo que los hijos del Che y están indignados por Fernando y por cada niño que muere a manos de nuestro Leviatán.

06 agosto, 2008

Cuento chino

No me caracterizo por mi dulzura ni mucho menos, por eso escribo más sobre cosas que no me gustan que de las que me agradan, por eso hoy hablaré de las ceremonias de inauguración y clausura.

Viene ya la de Beijing, y por ahí un amigo me preguntó: "¿te vas a desmañanar para ver la inauguración de los Olímpicos", y le contesté en un tono parecido a si me hubiera inquirido si metería la mano a la taza del baño: "Ni pedo lo veo".

Le expliqué que me repugnan esos numeritos, de hecho es lo único que no soporto de los olímpicos y los mundiales. Esas expresiones de falsa hermandad, inútiles intentos de parecer países maravillosos, de presumir valores que no tienen, y sobre todo el tono hipócrita de paz que, aunque se supone que los olímpicos eran una tregua en todas las guerras, son otro campo de batalla y trampas, donde gana casi siempre el más rico y el que puede inventar algo para ser más fuerte o rápido sin que los demás lo sepan, pero cuando los demás lo usen lo pondrán en la lista de sustancias dopantes.

Además es el clásico evento donde la tía está feliz frente al televisor, "¡Mira qué bonito!", donde la abuelita se siente en un festivalote del día de las madres y aplaude las tablotas gimnásticas. Total, un evento para señoras cursis, yo lo que quiero ver son las competencias, no cómo canta el himno la Britney china y cómo una paloma se chamusca cuando un dragón prende la antorcha, claro, todo esto mientras en el Tibet, porque existe el Tibet, todos están a disgusto.

Por mí se pueden evitar la ceremonia del 8-8-8. Mejor preparémonos a ver cómo los chinos se adueñan de cuanta medalla pueden, ya sea legalmente como arrasan con el comercio internacional o ilegalmente como mataron a muchos en Tiananmen.

01 agosto, 2008

Anti-tech

Soy un hombre de otro siglo. Mis necesidades materiales corresponden a cosas que ya no existen o han pasado de moda.

No tengo ipod, a lo más que llego es un discman. Mi coche tiene un stereo con cassetera, ni mp3 ni cd's, radio (que se oye más en AM) y cassetera. Escucho Radio Ciudadana.

La última consola de videojuegos que compré fue un Nintendo 64, y antes de ese un Atari 2600, el original. He jugado un poco de XBOX 360, algo de Madden, Halo, FIFA, PES, pero invariablemente parezco un gorila tratando de tocar el piano cuando cae el control ese que tiene más botones que el volante de un F1. Cada vez que estoy en un apuro, que es cada dos minutos, no sé qué hago que pongo pausa o apago el juego. Un desastre. Un amigo, Marco, dice que parece que no tengo pulgares, y me pide que lleve mis protesis las pocas veces que por ahí me invita a echar la jugada.

En lo único que medio me defiendo es en la batería de Rockband, y eso porque el ritmo me ayuda.

Desconozco totalmente de dónde se "bajan" películas o rolas en internet, no sé a que equivale un mega, un giga o un k, qué cabe ahí y qué no.

En la escuela (terminé la universidad en 1991, y por joven o madreado que me vea tengo 38 años) y jamás hice una tarea en computadora, que ya existían, pero era como tener ahorita una planta de luz propia en casa, nadie la tenía. A lo más que llegué en un control de lectura o trabajo fue a la máquina de escribir eléctrica.

En la Facultad, absolutamente nadie tenía celular, todos nos formábamos en el teléfono público que estaba por las copias o el de enfrente a servicios escolares. Existían ya unos celulares grises enormes como tabiques, pero eran lo más exótico del mundo, inaccesibles.

De hecho el primer celular que he tenido en mi vida es el que tengo desde hace dos años que cambié de trabajo, antes tuve dos pero los usé tres meses y los abandoné.
Adoro la acumulación fetichista de cd's, antes discos de vinil. No entiendo eso de archivos mp3.

Nunca me he comprado un reloj, todos los que tengo me los han regalado, y desde hace un rato no traigo porque a todos se les acabó la pila.

Ciertas cosas que emocionan y hacen alucinar a ciertos hombres, no me llaman la atención en lo más mínimo. Los gadgets son a mí, lo que los peines a Kojak.

Mi agenda es de papel y por ahí un amigo me regaló una palm, que no he usado nunca.

A mí me gusta charlar con mis amigos, tomar un vinillo, licorcillo o cervecilla escuchando la música que me gusta con la gente que me cae bien. Prefiero un dominó a un joystick.

El hombre anti-tech no odia el progreso, simlemente no lo necesita... todavía.

30 julio, 2008

Rezo por Vos




El plantón más delicioso que haya tenido en la vida me lo diste tú. Bueno, fue un plantón a medias, llegaste un poco tarde, desde el balcón disfruté tu cercanía con la revolución, que siempre ha sido la mejor cercanía posible. Luego, simplemente después de una comunión de 40 minutos o menos, te fuiste, pero al menos tuve el placer de conocerte en persona. Un lujo que ninguno de los invitados dejó de advertir y hasta la fecha no te reprochamos.

Según sé a otras citas nunca llegaste, pero el tema no es si vas o no vas, sino que hoy me dijeron que recaiste. ¿Acaso Carlitos re-cayó en una pileta?, ¿habrá sido desde un noveno piso?, pensé inmediatamente, pero no, más bien parece que ya no comulgas con aquello de no querer volverte tan loco, pero, ¿quién no está loco?, ¿quién que presuma lucidez, puede escribir Dinosaurios?

Este sigue siendo el tiempo en que fuiste hermoso y libre de verdad, pero has cruzado fronteras sin darte cuenta quizás. Simón me decía, como dijo Cano, los genios no deben morir, no queremos escuchar "Canción para mi muerte" con un motivo tan obvio.

Queremos seguir celebrando tus plantones y tus clavados, no vayas con Epumer, Abuelo y Moro todavía. Hoy me di cuenta que aunque Arturo, Jorge y José den vuelta a la rueda mágica, siempre será mejor que Rodolfo, Andrés y tú empiecen con aquello de "un recuerdo desde el África, un sueño con el Liverpool bar..."

Ponte a pensar que no sabré que decirle a Natalio, el 'say no more' que entinta su brazo sería el epitafio. Yo sé que no quieres vivir panoico, pero también dijiste que no querías morir en el mundo hoy, sobre todo si no quieres vernos tan tristes. Y nada de salirnos con eso de quise quedarme pero me fui.

Estoy seguro que sólo eres ahora un pasajero en trance, pero que seguirás pegando abajo a los cuerdos, y que sigas conmigo por siempre, por siempre por aquí.

Bueno Carlos, luego de esta polaroid de locura ordinaria, Fito y yo te decimos tírate un cable a tierra.

29 julio, 2008

Declaración de principios cinematográficos


El cine es uno de mis placeres más grandes y por razones de paternidad extrema lo he dejado un poco de lado, pero tengo mis códigos.


1.- Jamás rento películas, nunca he sido socio de Blockbuster o Videocentro alguno. El cine se ve en el cine. Cuando las películas llegan a Golden Choice pierden su encanto. La experiencia del cine tiene que ver con la oscuridad, con que tú no tienes un control en la mano para poner pausa o regresar para ver lo que te perdiste por parpadear, tiene que ver con la tiendita, con las palomitas, con formarte. Es una experiencia colectiva.

2.- Nunca veo una película donde salgan Arnold Schwarzenegger o Tom Cruise. Me dicen que me he perdido algunas cosas interesantes como Jerry MacGuire (no me molestaré en buscar si así se escribe), pero el simple hecho de aguantar al actorcete cientólogo me es tan atractivo como purgarme en el asta bandera del Zócalo. Contra el Gobernator mi repulsión es por un principio de clase y de nacionalidad, que tiene que ver con la idea de este costal de esteroides de apoyar la fallida ley 187 contra los migrantes mexicanos.

3.- Nunca voy solo al cine. Lo hice un par de veces y me sentí como loquito, mi paranoia me atacó y parano-llamarlaatención me hacía el que auscultaba cada palomita antes de que empezaran los cortos, pero seguí sintiendo que todos me veían, y lo peor, puse mi suéter de un lado y un libro del otro para que no se fuera a sentar junto a mí un transtornado que dijera cosas raras durante la película o lo que es peor un apestoso o, el colmo un chistosito. En esto reconozco mi rareza, pero nunca jamás lo hago. La experiencia del cine es colectiva, pero rodeado de gente conocida.

4.- Jamás me he dormido en ninguna película, por más mala que sea, lenta, culta o aburrida, ni con Intolerancia de Griffith (que no es mala pero es muda, dura tres horas y media y tiene partes dañada sque dejan cuadros fijos por dos minutos), ni con Stalker de Tarkovski, nunca me ha ganado el sueño en el cine, y no soporto ver a alguien que no le da la oportunidad a la cinta de llegar al final para dar un veredicto.

5.- Me siento siempre lo más atrás que puedo, no me gusta ver la cinta como si se me estuviera apareciendo la vírgen, volteando para arriba y abriendo la boca. Esos que se sientan hasta adelante en la sala creen así la ven antes que los demás.

6.- Si la película me toca empezada, es decir llego tarde, no encuentro lugar a tiempo y cuando volteó ya me perdí una secuencia, siento como si Monica Belluci hubiera decidido ir a mi casa a caminar sin sostén y yo hubiera salido en ese momento a comprar las tortillas. Es horrible ver los rostros de los demás cinéfilos relajados y entendiendo todo, mientras tú no sabes qué pasa.

7.- Empiezo a sentir repulsión por el nepotismo de Sariñana y su hijita Ximena. Estoy de acuerdo con que Coppola meta a toda la familia en las secuelas de El Padrino, que Almodóvar siempre ponga de tendero a su hermano, pero que la niña salga en papeles importantes en las cintas de este señor ya me cayó gordo.

8.- Para mí, los grandes maestros del cine mundial son Coppola, Scorsese, Allen, Almodóvar, Tarantino, Guy Ritchie, Welles, Hermosillo, Wenders, Stone, Hitchcock, Emilio Fernández, Kieslowski, Amenabar, Kusturica, Ridley Scott, los Wachowski, Lynch, David Fincher, Kubrick, Burton, Polanski, Michael Moore, Ismael Rodríguez, John Huston, Spike Lee, Tarkowsky, Leone, Chaplin, Kurosawa, Joel Coen, Soderbergh, Fellini, De Sica, Istvan Szabó, Jim Jarmush y Tornatore.

8.1.- El fotógrafo: Gabriel Figueroa.

9.- Los actores son Gary Oldman, Michael Caine, John Cazale, Sean Connery, Pedro Armendariz, Pacino, Fernando Fernán Gómez, Eduardo Noriega, Tim Roth, De Niro, Pesci, Paul Sorvino, Nicholson, Phillipe Noiret, Paul Newman, Redford, Tintán, James Woods, William H. Macy, Steve Buscemi, Russell Crowe, William Dafoe, Brando, Bardem, Dennis Hopper, Forest Whitaker, Mastroiani, Paco Rabal y Gerard Depardieu, Tommy Lee Jones y no sigo haciendo memoria porque no acabo.

10.- Las actrices son Monica Belluci, Anita Erkberg, Giulieta Massina, Jeanne Moreau, Sophia Loren, Katherine Hepburn, Anne Bancroft, Olivia de Havilland, Vanesa Redgrave, Ingrid Bergman, Sally Field, Isabel Adjani, Sophie Marceau, Helen Mirren, Norma Aleandro, Sonia Braga, Natassja Kinski, Merryl Streep, Catherine Deneuve, Mira Sorvino, Halle Berry, Carmen Maura, María Rojo, Marisa Paredes, Kathleen Turner, Maria de Medeiros, Umma Thurman, Manuela Uscari y Marion Cotillard.

11.- Mis películas, y la primera sí es la más grande de todas, son: El Padrino, La cucaracha, Pulp Fiction, El Padrino 2, Lock Stock and two smokng barrels, Tiempo de Gitanos, Perros de Reserva, Raging Bull, Historias de Nueva York, Historias Violentas, Far away so close, Blade Runner, Taxi Driver, Bowling for Columbine, 8 1/2, La dolce vita, Bocaccio 70, Platoon, Kill bill, Gladiator, Ciudadano Kane, Ladrón de bicicletas, Fargo, El Gran dictador, Cinema Paradiso, Sin City, 300, 2001 Odisea en el Espacio, Naranja Mecánica, Bajo la ley, el Resplandor, El Pianista, Apocalipsis Now, París Texas, Trainspotting, Los Vaqueros de Lenningrado en América, Macario, Viento Negro, Los Olvidados, Sexo, mentiras y video y El Padrino 3.


12.- Si voy a cine con ganas de que la película me diga algo y que me haga pensar, voy a eso y me concentro en eso, si voy a reirme busco una para reirme, si voy a ver a un actor o una actriz que me encanta lo hago, pero nunca me amargo y trato de ser crítico en las de Adam Sandler, ni me duermo de hueva en las de Lynch, eso sí nunca veo las de terror porque me da miedo, en la Bruja de Blair salí con taquicardia, no sé si por la película o por el medio litro de expresso que me sople.

12.1.- Si algo no me gusta que tenga una película es el recurso del monólogo soso, donde el bueno o el malo explican el porqué de lo hacen, de dónde vienen y a dónde van, es un recurso muy gastado en pelis de comics, pero a mí me gusta que esas cosas pasen se vean, en un flashback o que las leas en la película sin necesidad de que el villano herido recite su leitmotiv. Guácala, es como un ahí les va lo que fue la película "for Dummies".

13.- La frase que más me gusta de todas las películas es: Luca Brasi sleeps with the fishes (Luca Brasi duerme con los peces) ... The Godfather.

12 junio, 2008

Orgullo

El orgullo es algo que brota por algo que sientes que es tuyo, me refiero al orgullo de sentirse ancho, amplio, gigantesco cuando alguien te dice que tu nota es una maravilla, cuando alguien te dice que tu hijo es hermoso, cuando lo ves leer de corrido una carta que te escribió o simplemente cuando te dice "Papapi". Ese orgullo es el que me gusta, no el orgullo, de no le hablo hasta que no me hable, ese orgullo que luego disfrazamos de dignidad y que por lo regular es más bien, un amor propio lastimado.
Pues bueno, estoy orgulloso de muchas cosas y personas, pero en particular estoy orgulloso de haber hecho tres cosas en esta vida:

1) Mentarle la madre a Pete Wilson
En un desfile del Memorial Day en San Diego, me di el lujo de pintarle dedo en el rostro al nefasto gobernador de California que promovía la Ley 187 para quitarle todos los derechos y casi darles una patada a los inmigrantes mexicanos.
Mi tía Elsa, una adorable republicana nacida en Santa María la Ribera, pero avecindada en Estados Unidos desde hace 40 años, me llevó a ver la parada en ese día de asueto, aprovechando que había ido a visitarla de pasadita luego de una carrera en Fontana.

Mi tía, que apunte al calce cocina como los ángeles, mejor que nadie en el mundo exceptuando a mi Papá, se sentía muy orgullosa del desfile y me presumió que ahí venía en un auto descapotable don Pete. Yo no le anuncié mis intenciones y justo cuando lo tenía enfrente circulando a 5 km por hora le hice la Britney señal con una mano, y con la otra unos 12 cortes de manga, mientras le gritaba "¡Chinga tu madre, pinche nazi! ¡Fuck You!".

Mi tía se me colgó de los brazos como mono araña, pero ya era demasiado tarde, Wilson me vio frente a frente y se le descompuso el semblante, como que quiso hacer algo, pero se fue saludando con la mano al aire como si le hubieran escupido en la cara, con una sonrisa forzada y los ojos inyectados de ira.

Fui feliz, mi tía me lo recriminó y me dio una letanía, que no escuché, de por qué era bueno que corrieran a tanto mexicano, claro ella tan sajona, pero se lo perdono porque es su único defecto. Yo iba regodeándome en mi travesura.

2) Decirle a Kahwagi que es un fraude
Cuando trabajaba en Reforma, un buen día el único personaje que lo ha hecho todo pero no sabe hacer nada, Jorge Kahwagi, tuvo a bien pararse en la redacción a reclamar que habíammos hecho una cobertura, (de hecho ya era la tercera) donde decíamos que su pelea frente a un ruso había sido arreglada.

El dizque diputado llegó como intenta ser en público, muy amigable y sin argumentos. Para no hacerles el cuento largo yo lo atendí, y sí lo atendí con todo. Le dije que era evidente que sus peleas eran unos tongos, que había pruebas que les pagaba a sus rivales para que se hicieran los noqueados, que no sabía boxear y sus golpes parecían cocos mal tirados, que sus golpes no tenían técnica y hasta cerraba los ojos, que estaba bofo, que ni siquiera se sabía las reglas del boxeo y que si tanto le gustaba el box mejor lo promoviera, pero que algo que es tan serio y donde se pone en riesgo la vida, se denigraba con gente como él que lo manchaba.

Total, ni las manos metió y eso que Diego Martínez estaba ahí muy apenado oyendo como en un arranque ya de enchilado, casi me retó a golpes, y lo que fue peor para él, ni lo pelé.
Igual que con Wilson, ese episodio fue terapéutico, ese pobre sujeto es tan poca cosa que con su dinero clama atención y la compra, pero es un absoluto farsante de todo, y lo que es mejor de todo, se lo dije en su cara. Ja.

3) Receptor de Big Joe
Por esas cosas de la vida y el trabajo un día fui a dar a Las Vegas a la inauguración del Official All Star Café de esa ciudad. Ahí andaba como si fuera rico entre los Agassi, Shaquille, Griffey Jr., Yasmine Bleeth (¡bien, eh!), Lena Nolin, y Mónica Seles, además con acreditación VIP y toda la cosa. Mi jefe de aquéllas épocas, no me mandó a entrevistar o hacer nota alguna, él lo que quería era un balón de piel autografiado por Joe Montana para su "Yuppies Sport Café personal".
Como sabía exactamente a lo que iba, apenas llegué a Las Vegas tomé un taxi fui a un Walmart y compré el balón. Una vez en la fiesta, acercarse a Montana no era fácil, pero como iba de pegoste de los dueños del Hard Rock del DF, me senté en la misma mesa del mítico quarterback. Creo, sin temor a equivocarme, que en esa mesa rectangular para unas 20 persona, yo era el único que nunca había sido entrevistado por David Letterman. Le pedí la sal a Yasmine; Ken Griffey se quedó admirado de la cantidad de salsa tabasco que le eché a mi hot dog, y hasta probó un pedacito; y los guaruras del Shaq y yo llegamos a la conclusión de que la Corona era la mejor cerveza del mundo.
Lo malo es que todavía no tenía el autógrafo, y mi jefe, todo un tirano, me dijo que si no traía ese balón mejor ni regresara. Acudí a Javier, uno de los mexicanos pudientes, y le pedí que fuera con Montana, esquivara a sus guarros, aprovechando que sí lo conocía, y pidiera mi autógrafo.
Javier no tardó ni 30 segundos en llegar a la cabecera de la mesa y sacar el plumón, entonces Joe me preguntó gritando "¿Para quién es el autógrafo?". Medio asustado y medio ruborizado como la India María iba a decirle "Josssss", pero me acordé de mi misión y solté "Ernesto, please". Montana puso "To Ernesto, all my best. Joe Montana", lo acomodó con las costuras en los dedos de su mano derecha y me lo lanzó justo a los números de lado a lado de la mesa, y yo como si fuera John Taylor, casi me mojó por atrapar un pase del maestro.
El balón ahora adorna alguna vitrina en casa de Ernesto, pero sólo mis manos tuvieron la fortuna de detener la espiral perfecta del jugador perfecto.

29 mayo, 2008

11 maneras de ponerse a Joaquín


Miguel Bosé escogió las 11 rolas que le hubiera gustado escribir e hizo un disco. Inspirado en eso iba a elegir las 11 canciones que cada vez que oigo digo: "esto parece que lo escribí yo, dice lo que quiero decir, ojalá y algún día escriba algo así o diga lo que circula junto a mis glóbulos rojos y blancos, de esa manera".

"Yo vengo a ofrecer mi corazón", del maestro Fito encabezaba la lista, seguía "Corazón de Cacto", del insigne López; "Cisne", de Catana interpretado por la Camerata Rupestre se contempló, cómo no, pero el problema fue cuando llegué a Sabina y dije: "de Sabina, por supuesto que una..." y no pude decidirme por una, mejor cambié a las 11 rolas de Sabina que le han dado rewind, forward y play a mi vida.

Para la gente de mi generación, y de algunas otras con buen gusto, el andaluz de Jaén, no es un referente, es un torrente de música, al que de sólo escucharlo te metes como en la Matrix, pero en el que no importa que Nabucodonosor naufrague y no vuelvas.

Sabina es una dimensión aparte, un género aparte, una especie aparte, parte rock, parte canción, dos partes de poesía, tres de ingenio, cuatro de desfachatez y 500 noches de desvelo.

Con Sabina hay chocolate pero es amargo, el amor es un accidente donde todos jugamos pero siempre gana la soledad, donde al que le llega el amor lo echa a perder, y donde el amor es tan eterno como una noche y tan puro, que con cualquier prostituta puedes llegar al paraíso.


Sabina no se autocompadece, más bien socarrónamente goza el desamor al que intencionalmente viaja para poder cambiar de dama, de historia y de desdicha, acompañado de excesos y bohemias.

Y como ya fue mucho capote, pasamos al siguiente tercio de esta faena que es cuando quise escribir la canción más hermosa del mundo, pero ya había llegado Sabina para hacer varias.

Así estoy yo sin ti
Amargo como el vino del exiliado. como el domingo del jubilado, así estoy yo sin ti. Cada simil y cada metáfora, desde entonces marca registrada del sabinesco "know how", casi fueron como un hachazo en la cabeza: claro que hay que enamorarse, que sufrirlo, pero decirlo sin rosas, cielos azules y bellezas infinitas.

Y sin embargo... te quiero
De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera,
por ti la vida entera; y, sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Que alguien me diga que no es así la vida y me mudo con él o ella al castillo Cenicienta.

Contigo
Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.

Sí me gusta todo lo que trae el estar contigo, todos esos tediosos problemas, pero por lo estoy es por ti.

Besos de Judas
Cuanto más le doy ella menos me da. Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?

¿Quién no ha mendingado un poco de amor y encontrado su Judas?

Con la frente marchita

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás, sucedió.


Que alguien lo desmienta.


Calle Melancolía

Trepo por tu recuerdo como una enredadera, que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy esa absurda epidemia que sufren las aceras, si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.


Esta es quizás una de las más azotadas y flagelantes letras de Sabina, peroaquí la música es tan depresiva, que llega ser casi una pieza maldita.


Cerrado por deribo o Nos Sobran los motivos

Para decir "Con Dios" a los dos nos sobran los motivos.


A tomar por culo, pues. Cada quien por su lado pero con flamenco y alegría.


A la orilla de la chimenea

Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños, puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
Y si quieres tambien puedo ser tu estacion y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu dios, tu asesino…
O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea.


Esta canción la hubiera escrito para Cyn. Joaquín me ahorraste la tinta y te puedo asegurar que le encantó.


Yo me bajo en Atocha

A mitad de camino entre el infierno y el cielo… yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid


Esa la escribió para que me acuerde de Gus, un hermano que la vida me puso para beber un cubata en las malas, para llorar en las peores y para reir siempre.


Princesa

Ahora es demasiado tarde, princesa. Búscate otro perro que te ladre, princesa.


Una princesa caída en desgracia, la misma que nos maltrató, regresa y la bateamos. Esta es una utopía.


19 días y 500 noches

Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks(...)

Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta.


Por mucho, porque parece más flamenca que El Camarón, y por la chispa de sus sonetos, como decía Matute "esta canción la canto yo, todo el día". Y sí, hay mujeres así.


Total, creo que esto no lo escribí yo, lo escribió Joaquín, a quien plagio siempre a veces hasta conscientemente.


Para Cyn que me enamoró con mentiras piadosas, y para Gus "cómo no recordarte".



"Este adiós no maquilla un hasta luego.

Este nunca no esconde un ojalá.

Estas cenizas no juegan con fuego.

Este ciego no mira para atrás

Este notario firma lo que escribo.

Esta letra no la protestaré

ahórrate el acuse de recibo,

estas vísperas son las de después.

A este ruido tan huérfano de padre

no voy a permitir que taladre

un corazón podrido de latir.

Eeste pez ya no muere por tu boca,

este loco se va con otra loca

estos ojos ya no lloran más por ti".


Joaquín Sabina


21 mayo, 2008

¿Vas a Querétaro?


Las buenas conciencias de este bonito país, siempre preocupadas por mantener la moral y las apariencias, que son lo que cuenta, últimamente están brillando por su perspicacia.

Por ahí un grupo de diputados de un partido, que no es necesario que diga cuál (todos sabemos quién fue), y todos los institutos políticos cometen geniales aberraciones a diario, y aquí no se trata de color sino de mojigatería, tuvo a bien proponer una ley por la cual quien sostenga relaciones extramaritales en el estado de Querétaro, podrá ser sujeto a una multa de 30 mil pesillos y hasta cuatro añejos en la sombra.

Los musulmanes lapidan a las adúlteras, por ahí en África las matan, pero acá sólo será una sanción económica y perder la libertad. Porque, ¿cómo se le ocurre a alguien acostarse con alguien que no sea su mujer? Claro, la sagrada institución del matrimonio y las buenas costumbres se ven amenazadas por esos bárbaros que se enredan con lagartonas y mujerzuelas que quieren robarles los maridos a las mujeres decentes en San Juan Río y ejidos circunvecinos.

¡No hay delito más grande que decidir que quieres ahora estar con otra persona! Es más que los fusilen, méndigos "nalgasprontas", engendros del Diablo. Por supuesto que ningún motivo es válido para que alguien, aún casado, se entrepierne con otro (a) que no sea su cónyuge.

La impartición de justicia en México es tan transparente y pura, que podemos estar seguros que si se aprueba la ley queretana, ninguna persona aprovechará este nuevo delito para meter al bote a alguien que salude de beso a una parroquiana en la calle. Me parece el proyecto de ley más genial desde el impuesto a las ventanas de Santana o la quema de brujas de la Santa Inquisición.

No es cuestión lateralidad, de si escribes con la zurda o si le pegas de derecha, creo que es muy peligroso que los radicales tengan en sus manos el destino del lugar donde vivimos y que mentes tan amplias como un departamento de interés social, decidan lo que es negro y lo que es blanco. Yo soy de izquierda y actualmente estoy adherido únicamente a la idílica idea que esta corriente representa, pero no encuentro políticos decentes que la lleven a cabo. Pero definitivamente por cosas así nunca seré de derecha.

Estos amigos queretanos mejor deberían seguir aplicando lo que les enseñó su abuelita: "Si me engaña, que no lo vea; si lo veo, que no me afecte; si me afecta, que no se entere; si se entera, que nadie más lo sepa". La fórmula les ha funcionado a millones de hipócritas matrimonios felices, como han de ser los de estos diputetes, perdón diputados.

Por cierto, mi estimado Santiago Creel, no vayas a pasar por Querétaro porque aunque eres un bombón, tu aventurilla aventurera te pondría a fabricar placas para coche por 48 meses. Ahora que si te empeñas en ir, nada más dinos de cuáles fumas para llevártelos o mandártelos con Edith en la visita extramarital.

Perdón de último minuto me entero que ahora el senador Creel anda estrenando piel, a la que por cierto le consiguió un sueldillo de 50 mil machacantes por ahí por la Del Valle. Va mejorando senador, nada más no vaya a Querétaro.

15 mayo, 2008

Guaggggghhh

Es lo más granado del pop, pero que no me digan sus fans que no.


Esta señora ya es tan sexy como Doña Chayito.


Canta (bueno, recita) sus rolas como Raquel Olmedo y ya no quiere cantar ni Like a Virgin, ni sus primeros éxitos (¿ya no se acuerda de las letras?).


Lo que sí es que logró en 25 años algo que los Rolling Stones tardaron 45 en hacer: ya es una momia.