¿Cuánto son unas 242 hectáreas? Mientras venía en el taxi que me llevaba a recoger mi coche descompuesto en Héroes de Padierna a las 3 de la tarde con un tráfico de pesadilla, me vino esa pregunta a la mente.
El prócer de la democracia, héroe de esta Nación, (ya le iba a decir don, pero don mi abuelito, no este charro monta perros), el tal Vicente Fox, según una buena nota de Reforma, tiene un ranchito de 242 hectáreas. No está mal comparado con mi departamento de 80 metros cuadrados.
Esas mugres 242 hectáreas en San Francisco del Rincón esquina con no me importa porque saliendo del DF todo es Cuautitlán, son algo así como 2 millones 420 mil metros cuadrados. Chente y la Mafafa Musguito que tiene por grillete y castigo en esta vida, me sacan algo así como unos 2 millones 419 mil 920 metros cuadrados de propiedad, con otra pequeña diferencia: en mi depa la única tierra está en una maceta con una "cuna de Moisés" y en una palmerita de sombra muy coqueta.
Supongo que a mis 37 no puedo aspirar todavía al bienestar económico que ha acumulado un hombre de más de 60, pero tampoco me interesa ser tan rico, pero el ocio me llevó a seguir haciendo cuentas, para no ver cómo el taximetro iba ya en 48 pesotes antes de incorporarnos al Periférico, me hizo calcular que si una hectárea (poca cosa para el cultivo de maíz porque si nos va bien en México sacamos media tonelada de maíz de ahí, mientras un "farmer" gringo sacará unas cinco) son 10 mil metros cuadrados, entonces si el terrenito de los Fox fuera un cuadrado perfecto, mediría algo así como un kilometro 557 metros por lado, nada mal.
Ahora que la revista Quién publicó fotos del ranchillo, muy honestote como es don Chente rápido y sagaz que es el hombre, (porque no hay ser en este mundo más hábil para hacer una pendejada que él) subió sus declaraciones patrimoniales a la red.
¡Eso mi Chente! ¡Qué pantalones! El único "asegún" del bisne es que el terrenito de 2 millones 420 mil metros cuadrados, dice que tiene un precio de 300 mil, no dólares, no euros, no libras esterlinas... de pesotes.
¡Caray! ya llegue por el coche, ya me espera la grúa y se me olvidaron las llaves del Ikon en la casa, ¡me quiero morir! Y ahora que lo reflexiono yo pagué 300 mil pesos de enganche por mi patrimonio lleno de humedad, y todavía me faltan por pagar 600 mil luego de año y medio de "cómodas" mensualidades. Me cae que no soy pobre, lo que pasa es que no sé comprar como Chente o ¿será que en Guanajuato la lana rinde más? a 12 centavos de peso el metro cuadrado(así son los precios en San Pancho) me compraba fácil el Bosque de Chapultepec, qué tonto he sido.
Muchos dicen que Fox fue tonto, pero no ratero... para algunas cosas sí lo fue pero para otras me quedan mis dudas.
26 septiembre, 2007
23 septiembre, 2007
Adorador del pirulí (IV y última parte)
Mis trabajos bizarros tienen una cumbre, un oscar, un tope que creo que jamás será superado: el Festival OTI.
¡¡¡Para-papara-papapá-papara-papa-parapapara-pará-pará-paraaaaá!!! Los Hermanos Zavala, con uno de ellos particularmente maquillado como PeeWee Herman, en vivo interpretando el intro del festival de la canción a todo lo que daba, ¡qué momento!
Uno de los foros de Televisa San Angel, pletórico, lleno de fans hambrientas de aplaudir, echar porras y vitorear a Raúl Velasco, no importa que sea sólo una eliminatoria previa a la gran final, donde cuatro de los 10 de ese día avanzarían.
El nervio se siente en el ambiente, los fans se voltean a ver retadores. Fernando Riba, María del Sol, María Medina, Laura Flores, cada quien tiene su gallo, es la guerra. Y nosotros ahí enmedio con una gruesa de claveles rojos con nuestra pinta de rockeros ochenteros, llenos de pena y angustia.
Nuestro trabajo como "promotores" musicales nos llevó a repartir volantes de conciertos de Tania Libertad, pósters del disco de la Selección 1986 con los "gustados" temas "La Ola Verde" "El equipo tricolor", también colgamos mantas de conciertos de Laureano Brizuela, organizamos un par de conciertos de Luis Miguel y uno de Gloria Trevi (con todo y taco de ojo con sus coristas que gracias al buen ojo del maestro Andrade eran unas diosas), pero nunca hicimos algo como lo que tuvimos que soportar esa noche.
Nuestra misión, y no podíamos rehusarnos a cumplirla porque era encomienda de las "madrinas" de nuestra mafia Jade y Nora, era por unos cuantos pesos extras ser la barra oficial de Víctor Iturbe "El Pirulí" en la eliminatoria.
"El Faz" consiguió una conveniente alianza con las seguidoras de Fernando Riba y en su turno acuñamos el grito de "Arriba, Riba" como estandarte de batalla. En realidad nos veíamos muy raros entre ese enjambre de gatunas seguidoras y uno que otro chotito, porque "El Faz" era una versión adiposa de Dee Snyder; Simón era como un Duran-Duran menos glamoroso; "El Gueiro" (deformación surgida del apodo Alligator) era un fresita de top sailers, suéter tejido estilo Flans (hasta la rodilla) y cabello chino con una coleta; "el Chezner", un hombre que a pesar de sus 20 años aparentaba unos 35 por su gordura y calvicie, y yo, que parecía guitarrista de Luzbel con playera de Metallica.
No encajábamos, pero eso era lo de menos estábamos compitiendo, no nos espantaban los Feliep Gil, ni los Sergio Esquivel, ni las Eugenia León, "El Pirulí" era nuestra bandera y la defendimos con gallardía.
Llegó nuestro turno, el último de la noche por cierto, y nos dispusimos a la epopeya pirulesca. Nos dividimos tres arriba en la tribuna y dos abajo, a nivel de "cancha". Era muy importante que se vieran los claveles rojos mientras don Víctor salía en TV, sino no nos pagaban.
Simón y "Chezner" se fueron al piso, mientras "Gueiro", "Faz" y yo en esas épocas apodado "Árbol" nos apostamos en lo alto.
Simón pidió permiso al floor manager para lanzar unas flores a un cantante, a lo que el sujeto contestó burlón: "pero si sólo falta el Pirulí", y acto seguido todos los camarógrafos y jalacables comenzaron a chiflarnos y burlarse de nuestras "preferencias". "Chezner", hombre de mundo, dijo, "'Cheimen' (contracción chezneriana de Simón) no les hagas caso" y empezó a sonar el requinto del maestro "Chamín" Correa y después la voz de Víctor Iturbe.
Fueron los tres minutos más largos de nuestras vidas, fans y no fans, salvo las aliadas de Riba, se rían de nosotros o por lo menos así lo sentíamos en ese momento y como dice Intocable, "todo para qué".
Después de todo, "El Pirulí no pasó a la final y el esfuerzo de aventar una gruesa de claveles no tuvo efecto.
Poco menos de un año después, volvimos a saber del insigne cantante de "Verónica". El 29 de noviembre de 1987 fue asesinado según decía la vox populi: Víctor Iturbe murió de siete balazos en el pirulí. lo que nos trajo nuevamente un trabajal horrible, porque ahora nos mandaron en Polygram a surtir pedidos por la desmedida euforia por su música, luego de su muerte. En fin, pobre Pirulí siempre nos lleno de chamba ingrata, pero cuando lo oigo, otra vez me dan gans de aventarle claveles de pura nostalgia.
¡¡¡Para-papara-papapá-papara-papa-parapapara-pará-pará-paraaaaá!!! Los Hermanos Zavala, con uno de ellos particularmente maquillado como PeeWee Herman, en vivo interpretando el intro del festival de la canción a todo lo que daba, ¡qué momento!
Uno de los foros de Televisa San Angel, pletórico, lleno de fans hambrientas de aplaudir, echar porras y vitorear a Raúl Velasco, no importa que sea sólo una eliminatoria previa a la gran final, donde cuatro de los 10 de ese día avanzarían.
El nervio se siente en el ambiente, los fans se voltean a ver retadores. Fernando Riba, María del Sol, María Medina, Laura Flores, cada quien tiene su gallo, es la guerra. Y nosotros ahí enmedio con una gruesa de claveles rojos con nuestra pinta de rockeros ochenteros, llenos de pena y angustia.
Nuestro trabajo como "promotores" musicales nos llevó a repartir volantes de conciertos de Tania Libertad, pósters del disco de la Selección 1986 con los "gustados" temas "La Ola Verde" "El equipo tricolor", también colgamos mantas de conciertos de Laureano Brizuela, organizamos un par de conciertos de Luis Miguel y uno de Gloria Trevi (con todo y taco de ojo con sus coristas que gracias al buen ojo del maestro Andrade eran unas diosas), pero nunca hicimos algo como lo que tuvimos que soportar esa noche.
Nuestra misión, y no podíamos rehusarnos a cumplirla porque era encomienda de las "madrinas" de nuestra mafia Jade y Nora, era por unos cuantos pesos extras ser la barra oficial de Víctor Iturbe "El Pirulí" en la eliminatoria.
"El Faz" consiguió una conveniente alianza con las seguidoras de Fernando Riba y en su turno acuñamos el grito de "Arriba, Riba" como estandarte de batalla. En realidad nos veíamos muy raros entre ese enjambre de gatunas seguidoras y uno que otro chotito, porque "El Faz" era una versión adiposa de Dee Snyder; Simón era como un Duran-Duran menos glamoroso; "El Gueiro" (deformación surgida del apodo Alligator) era un fresita de top sailers, suéter tejido estilo Flans (hasta la rodilla) y cabello chino con una coleta; "el Chezner", un hombre que a pesar de sus 20 años aparentaba unos 35 por su gordura y calvicie, y yo, que parecía guitarrista de Luzbel con playera de Metallica.
No encajábamos, pero eso era lo de menos estábamos compitiendo, no nos espantaban los Feliep Gil, ni los Sergio Esquivel, ni las Eugenia León, "El Pirulí" era nuestra bandera y la defendimos con gallardía.
Llegó nuestro turno, el último de la noche por cierto, y nos dispusimos a la epopeya pirulesca. Nos dividimos tres arriba en la tribuna y dos abajo, a nivel de "cancha". Era muy importante que se vieran los claveles rojos mientras don Víctor salía en TV, sino no nos pagaban.
Simón y "Chezner" se fueron al piso, mientras "Gueiro", "Faz" y yo en esas épocas apodado "Árbol" nos apostamos en lo alto.
Simón pidió permiso al floor manager para lanzar unas flores a un cantante, a lo que el sujeto contestó burlón: "pero si sólo falta el Pirulí", y acto seguido todos los camarógrafos y jalacables comenzaron a chiflarnos y burlarse de nuestras "preferencias". "Chezner", hombre de mundo, dijo, "'Cheimen' (contracción chezneriana de Simón) no les hagas caso" y empezó a sonar el requinto del maestro "Chamín" Correa y después la voz de Víctor Iturbe.
Fueron los tres minutos más largos de nuestras vidas, fans y no fans, salvo las aliadas de Riba, se rían de nosotros o por lo menos así lo sentíamos en ese momento y como dice Intocable, "todo para qué".
Después de todo, "El Pirulí no pasó a la final y el esfuerzo de aventar una gruesa de claveles no tuvo efecto.
Poco menos de un año después, volvimos a saber del insigne cantante de "Verónica". El 29 de noviembre de 1987 fue asesinado según decía la vox populi: Víctor Iturbe murió de siete balazos en el pirulí. lo que nos trajo nuevamente un trabajal horrible, porque ahora nos mandaron en Polygram a surtir pedidos por la desmedida euforia por su música, luego de su muerte. En fin, pobre Pirulí siempre nos lleno de chamba ingrata, pero cuando lo oigo, otra vez me dan gans de aventarle claveles de pura nostalgia.
18 septiembre, 2007
¡Tómenla!
Tal para cual: López Doriga junto a Pati Chapoy; Alatorre al lado de Pedrito Sola; Ferriz de Con hombro a hombro con Daniel Bisogno; Ana Vinocour en sintonía con la conductora de Historias Engarzadas (perdón pero no me sé su nombre, mejor pregúntenme el nombre de un cantante de El Recodo), en fin la crema y nata de "nuestro periodismo", las pirujas de las concesiones y las nalgasprontas de las frecuencias, reclamando respeto a la "democracia".
Más allá de sus desinteresadas reclamaciones, de su hilarante propuesta de un referéndum, de su profunda preocupación por dónde irán a parar los miles de millones de pesos de nuestros impuestos que ya no se van a gastar en spots que sólo descalificaban al prójimo, más allá de todo eso, el bonito grupo de personalidades que se juntó fue como para guardar la foto y enseñársela al "Teacher" o a Ciro cada vez que se pongan esas largas batas blancas con las que acostumbran darle clases de moral al mundo.
Fue una chulada verlos irse sin referéndum, muy unidos y con el dictamen de reforma electoral entre las piernas.
PD: No vi ni a Loret ni a Brozo, no sé si se rehusaron o se salvaron, pero ya pueden presumir de algo.
Más allá de sus desinteresadas reclamaciones, de su hilarante propuesta de un referéndum, de su profunda preocupación por dónde irán a parar los miles de millones de pesos de nuestros impuestos que ya no se van a gastar en spots que sólo descalificaban al prójimo, más allá de todo eso, el bonito grupo de personalidades que se juntó fue como para guardar la foto y enseñársela al "Teacher" o a Ciro cada vez que se pongan esas largas batas blancas con las que acostumbran darle clases de moral al mundo.
Fue una chulada verlos irse sin referéndum, muy unidos y con el dictamen de reforma electoral entre las piernas.
PD: No vi ni a Loret ni a Brozo, no sé si se rehusaron o se salvaron, pero ya pueden presumir de algo.
17 septiembre, 2007
El espía que nos violó o sólo nos faltan dos cosas: coach y quarterback
Dicen por ahí que un buen coach toma a su equipo y te despedaza, pero un gran coach puede dirigir a tu equipo y despedazarte mientras tú diriges al suyo.
Bill Belichik es un gran coach, si pone o no cámaras hasta en el baño no es relevante ni con James Bond de nuestro lado ganábamos, les aseguro que podría el próximo fin de semana dirigir a los Chargers y con ellos ganarle a los Pats en Foxboro.
Con esto no digo que sea el único factor que hizo que CSI y Quincy (para los más entrados en añitos) llegaran por los Cargadores. Los forenses encontraron un cadaver que lo mismo murió ahogado, quemado, de 20 balazos, ahorcado, apuñalado y con un una sobredosis de nembutal en la panza, todo al mismo tiempo.
El plan de juego de Belichik fue perfecto, pero no fue para ver quién le puso la multa de 500 mil dólares para él solito, sino para cobrársela al primero que se le atravesara.
Me encantaría seguir hablando de lo buenos que son los Pats, pero por el momento es un tema que me irrita, por lo que más bien escribiré por qué creo que los Chargers están tan mal, lo cual me deprime, pero a lo mejor escribiéndolo se vuelve una catársis y se me pasa más rápido.
Primero, en orden de llegada. El gerente del equipo A.J. Smith ha tomado decisiones muy buenas junto con el extinto panzón, John Butler, como la de dejar pasar la oportunidad de tener al protagonista de Amores Perros, Michael Vick, y tomar al más fino corredor de toda la historia, LaDainian Tomlinson, ¡bravo, genial!, pero sus errores han sido también muy grandes. ¡Cortar a Rodney Harrison! Me pueden decir ¿cuántos profundos como Harrison hay en San Diego actualmente?, ¿cuántos hay en la NFL? Ok, no me clavo, pero cortar a ¡Junior Seau!, no sé si vieron anoche que el polinesio ése fue titular casi todo el tiempo para Nueva Inglaterra, que casi llamaba las jugadas defensivas desde adentro, que impidió con una tacleada maestra que anotara LT, bueno creo que sigue jugando y muy bien.
Sin apasionamientos extremos, a Junior lo suplió Donnie Edwards, líder tacleador del equipo y capitán, pero AJ Smith, ¡lo cortó esta temporada! y en su lugar jugó ayer un amigo de apellido Dobbins que es tan efectivo contra la carrera como Calderón contra la inflación (desaceleración dirán los azules).
El colmo es que el malhecho, que ni estirar el brazo puede, cuyos testículos se reducen a frijoles en cada juego, llamado Philip Rivers sea nuestro quarterback. Es como darle el país a Fox (¡ah chinga! eso ya pasó), es como meter a un chivo en una cristalería, es como dejar que Marta Chapa restaure un Dalí, es como darle a Sari Bermúdez el Conaculta (eso espero que haya sido un mal sueño), es como poner al Maza Rodríguez en la central del Tri, es como si le dieras los Olímpicos a Monterrey... total es como poner a un carnicero a hacer una cirugía de córneas.
Rivers va a romper mi corazón algún día, pero peor aún, el cutis de porcelana de la NFL, Mr. Norv Turner me va a hacer pasar un coraje cada semana. Es más audaz una monja josefina en el vaticano que este señor al frente de mis Bolts. Uno de los equipos con más talento en la Liga, tiene de head coach a un huevos tibios y creo que hasta Jacinto Licea le sacaría más provecho que este clon de Freddy Krueger.
Lamentarme no servirá de nada, la mentárselas tampoco. Ellos cobran como si nada, ni me conocen, ni en su país vivo, si se me hace un erizo el hígado ellos comen igual, yo no sé para qué me enojo. Bueno, sí sé, porque los aficionados de hueso colorado nos morimos con nuestro equipo, con él sí, pero no tengo pensado morir por él.
Bill Belichik es un gran coach, si pone o no cámaras hasta en el baño no es relevante ni con James Bond de nuestro lado ganábamos, les aseguro que podría el próximo fin de semana dirigir a los Chargers y con ellos ganarle a los Pats en Foxboro.
Con esto no digo que sea el único factor que hizo que CSI y Quincy (para los más entrados en añitos) llegaran por los Cargadores. Los forenses encontraron un cadaver que lo mismo murió ahogado, quemado, de 20 balazos, ahorcado, apuñalado y con un una sobredosis de nembutal en la panza, todo al mismo tiempo.
El plan de juego de Belichik fue perfecto, pero no fue para ver quién le puso la multa de 500 mil dólares para él solito, sino para cobrársela al primero que se le atravesara.
Me encantaría seguir hablando de lo buenos que son los Pats, pero por el momento es un tema que me irrita, por lo que más bien escribiré por qué creo que los Chargers están tan mal, lo cual me deprime, pero a lo mejor escribiéndolo se vuelve una catársis y se me pasa más rápido.
Primero, en orden de llegada. El gerente del equipo A.J. Smith ha tomado decisiones muy buenas junto con el extinto panzón, John Butler, como la de dejar pasar la oportunidad de tener al protagonista de Amores Perros, Michael Vick, y tomar al más fino corredor de toda la historia, LaDainian Tomlinson, ¡bravo, genial!, pero sus errores han sido también muy grandes. ¡Cortar a Rodney Harrison! Me pueden decir ¿cuántos profundos como Harrison hay en San Diego actualmente?, ¿cuántos hay en la NFL? Ok, no me clavo, pero cortar a ¡Junior Seau!, no sé si vieron anoche que el polinesio ése fue titular casi todo el tiempo para Nueva Inglaterra, que casi llamaba las jugadas defensivas desde adentro, que impidió con una tacleada maestra que anotara LT, bueno creo que sigue jugando y muy bien.
Sin apasionamientos extremos, a Junior lo suplió Donnie Edwards, líder tacleador del equipo y capitán, pero AJ Smith, ¡lo cortó esta temporada! y en su lugar jugó ayer un amigo de apellido Dobbins que es tan efectivo contra la carrera como Calderón contra la inflación (desaceleración dirán los azules).
El colmo es que el malhecho, que ni estirar el brazo puede, cuyos testículos se reducen a frijoles en cada juego, llamado Philip Rivers sea nuestro quarterback. Es como darle el país a Fox (¡ah chinga! eso ya pasó), es como meter a un chivo en una cristalería, es como dejar que Marta Chapa restaure un Dalí, es como darle a Sari Bermúdez el Conaculta (eso espero que haya sido un mal sueño), es como poner al Maza Rodríguez en la central del Tri, es como si le dieras los Olímpicos a Monterrey... total es como poner a un carnicero a hacer una cirugía de córneas.
Rivers va a romper mi corazón algún día, pero peor aún, el cutis de porcelana de la NFL, Mr. Norv Turner me va a hacer pasar un coraje cada semana. Es más audaz una monja josefina en el vaticano que este señor al frente de mis Bolts. Uno de los equipos con más talento en la Liga, tiene de head coach a un huevos tibios y creo que hasta Jacinto Licea le sacaría más provecho que este clon de Freddy Krueger.
Lamentarme no servirá de nada, la mentárselas tampoco. Ellos cobran como si nada, ni me conocen, ni en su país vivo, si se me hace un erizo el hígado ellos comen igual, yo no sé para qué me enojo. Bueno, sí sé, porque los aficionados de hueso colorado nos morimos con nuestro equipo, con él sí, pero no tengo pensado morir por él.
11 septiembre, 2007
Del Batey a Tamuín (Tercera parte)
Trabajos bizarros o lo que es lo mismo para comer hay que hacer (casi) de todo.
2.- Fotógrafo campesino
Mi servicio social de la carrera de comunicación lo hice en la Confederación Nacional Campesina, brazo rural del PRI, y no es que en la universidad fuera un podrido priista, pero sí busqué mercenariamente un servicio social donde pagaran, y sí, por 500 pesos al mes vendí mi alma a Luis Donaldo Colosio, entonces líder del tricolor.
Maximiliano Silerio Esparza era nuestro líder, pero en realidad yo trabajaba para el diputado, Hugo Andrés Araujo, compadre de Carlos Salinas de Gortari y amigo de Muñoz Rocha.
Ahí me di de topes con el periodismo mexicano desde mi trinchera en el área de comunicación social. Conocí de cerca al chayo pero nunca le di la mano, pero eso es materia aparte, mi trabajo bizarro, por más fascinante que parezca hacer boletines para la fuente campesina, vino después cuando ya como empleado no como servicio social, pasé por momentos a las filas de las campesinas Chanel.
Estas féminas encopetadas vestían dos veces por semana huipiles tipo Beatriz Paredes con bolsas Prada, y el resto de la semana modelitos de alta costura que acompañaban con un rebozo de seda. Eran las esposas del Comité Ejecutivo de la CNC: unas campesinas cuyos únicos animales de corral eran unos hijos malcriados y anorteñados.
Estas primeras damas, como todas las primeras damas de este país (las de los gobiernos, las empresas y los periódicos, incluidas las que creen que lo serán y no se dan cuenta que el susudicho batea chueco, es misógino, no gasta ni en papel de baño, porque vive en en el edificio del diario, ah, pero esa es otra historia) se creían dueñas de la chamba de sus viejos y "sentían un fuerte compromiso con las causas nobles y sociales de este país".
Pues la mera-mera vieja del diputado Araujo, ya entonces líder cenecista, me agarró de su fotógrafo oficial. Primero, lo cual disfruté mucho, me puso a hacer un catálogo de maravillosas artesanías de todo el país con la idea guajira de crear una gran empresa que las comercializara en todo el mundo. Lo hice y quedó muy bien, y miren que no soy un Joel Zamora de la lente, tengo las orejas en su lugar y a pesar de eso hago mis fotitos.
El problema vino después. En una gira por la Huasteca Potosina, fuimos a un impresionante lugar llamado Tamuín, justo dentro de esa mancha verde, a un lado de Ciudad Valles a horas y horas de San Luis Potosí.
Las señoras huastecas inmediatamente me cayeron bien. Curiosos seres medio redondos de no más de 1.50 metros de altura, envueltas en vestidos enormes y coloridos, peinadas con trenzas que les duplican el tamaño y que no hablan ni una palabra de español.
Me dejaban que les tomara fotos a sus hijos entre las inmensas raíces de los árboles que cada dos pasos dominan sus tierras. Ahí, la señora Araujo prometió solemnemente invitarlas un día a la Ciudad de México a pasar unas vacaciones, pero inmediatamente que brincan sus maridos y que dicen, "no, estas mujeres no pueden dormir ni una noche fuera de la casa" (pus sí, no vaya a ser que un chilango se las baje).
Confiado regrese al DF pensando que nunca volvería a ver a las huastequitas, pero ¡Oh destino!, nos volvió a juntar. Resulta que la esposa del H. Líder consiguió el permiso de los maridos con la condición de salieran en la madrugada de sus casas y que volvieran en la otra madrugada, con lo que ya no sentían que se habían ido a echar a un petate ajeno.
Así es que llegaron las huastecas, y la campesina Chanel número uno me encomendó ser el fotógrafo, guía de turistas y espiritual de 30 indígenas sueltas en el defectuoso.
La misión tenía un tour inverosímil: CNC, Zócalo, Centro Médico, Cámara de Diputados, Pirámides, Basílica y Polanco... ¡en un sólo día!
Pues ahí me tienen organizando lonches, camiones, porque también las Chanel fueron al tour.
Desde las 5 de la mañana llegaron mis invitadas, que me recibieron entre persignadas y risas tipo India María, muy tiernas todas. La más joven tendría unos 15 años y la más vieja unos 180, una bolita de 1.20 de trenzas largas, largas, largas que no emitía ningún sonido más que cuando huaracheaba para caminar.
De volada hicimos un pisa y corre entre CNC, Zócalo, Centro Médico y Cámara (donde eran vistas como bichos raros). El sistema era llegar decirles, aunque no me entendieran mucho, dónde estábamos y qué se hacía ahí y luego las fotos grupales e individuales con la lideresa.
De ahí a la Basílica en chinga. Eso sí, escoltados por patrullas y todo, porque sino el tráfico nos hubiera matado. Como en cada escala, me bajé del camión y ayudé a bajar una por una cada campesina, de las reales y de las fashion, luego comencé a contar la historia de la Basílica caminando al frente del grupo, ya en la explanda previa al atrio, de repente me quedé hablando solo, cuando giré la cabeza no vi a ninguna. ¿Las perdí?, ¡me las van a cobrar como si fueran bailarinas checas!, ¡sus maridos me van a lapidar en la microplaza de Tamuín!, pero por fin respiré cuando bajé la cabeza ¡poc!, las vi a todas de rodillas rece que rece, avanzando como tortuguitas hasta la iglesia.
Tardamos como una hora en llegar, ninguna se atrevía ponerse de pie frente a la Morenita y mucho menos darle la espalda. Iban en trance.
De regreso en el camión, a destapar lata por lata del refresco porque las santas señoras no se animaban a hacerlo por si mismas, bueno, la primera vez, porque una vez en confianza, las abrían y festejaban el hacerlo como si hubiera metido un gol el Cachorros de San Luis.
Nos encaminamos, con todo y patrullas, hacia las Pirámides, ahí afortunadamente todas en dos patas avanzaron hasta la del Sol y la admiraron desde abajo, atónitas.
Mi pecado fue decirles "¿quieren subir?" porque todas quisieron, pero no podían hacerlo todas sin ayuda. En total subí la pirámide cinco veces, en cada viaje como una zarigüeya cargando varias huastequitas que se me aferraban como koalas, incluida la venerablede 180 años.
Una vez arriba, a tomarles la foto del recuerdo y a espantar a los pinches gringos que a huevo querían tomarles fotos como si fueran joyas arqueológicas vivientes. Eso me enojó mucho, pensaban que estaban en un parque temático y que las huastecas eran botargas tipo Mickey Mouse para el disfrute de los turistas, y no, ellas eran turistas.
Con la lengua de fuera me subí al camión y mis huastequitas, en premio, me cantaron una canción por haberlas ayudado. Contra todos los pronósticos estábamos en Polanco a las 7 de la noche y era curioso ver cómo las marías que vendían pepitas en la calle se admiraban de ver bajar de camiones con aire acondicionado, a unas iguales a ellas pero ataviadas con gorras rojas y cocas en la mano.
Ya encarrerado el gato las metí al metro, ese que tiene unas escaleras eléctricas gigantescas. Toda una odisea, nunca me imaginé que alguien le tuviera miedo a unas escaleras automáticas, pero era lógico, nunca habían visto algo así en su vida. Pues ahí te voy, y subí una por una, del brazo a cada señora a las escaleras. Sus risas se oían con eco en toda la estación, era como el Batman The Ride para ellas. Luego a comprar los boletos, su asombro reapareció con los torniquetes. Maravillosas las viejas. Ver llegar el metro a través del túnel con ellas fue como ver un ovni, y cuando se subieron se sentían como Neil Armstrong.
Pero todo lo bueno termina y de ahí las tuve que despachar con sus maridos, no sin antes llevarme una porra, que si he de ser sincero me conmovió. Llegaron antes de que amaneciera a Tamuín, pero fueron mías todo un día, sólo mías.
2.- Fotógrafo campesino
Mi servicio social de la carrera de comunicación lo hice en la Confederación Nacional Campesina, brazo rural del PRI, y no es que en la universidad fuera un podrido priista, pero sí busqué mercenariamente un servicio social donde pagaran, y sí, por 500 pesos al mes vendí mi alma a Luis Donaldo Colosio, entonces líder del tricolor.
Maximiliano Silerio Esparza era nuestro líder, pero en realidad yo trabajaba para el diputado, Hugo Andrés Araujo, compadre de Carlos Salinas de Gortari y amigo de Muñoz Rocha.
Ahí me di de topes con el periodismo mexicano desde mi trinchera en el área de comunicación social. Conocí de cerca al chayo pero nunca le di la mano, pero eso es materia aparte, mi trabajo bizarro, por más fascinante que parezca hacer boletines para la fuente campesina, vino después cuando ya como empleado no como servicio social, pasé por momentos a las filas de las campesinas Chanel.
Estas féminas encopetadas vestían dos veces por semana huipiles tipo Beatriz Paredes con bolsas Prada, y el resto de la semana modelitos de alta costura que acompañaban con un rebozo de seda. Eran las esposas del Comité Ejecutivo de la CNC: unas campesinas cuyos únicos animales de corral eran unos hijos malcriados y anorteñados.
Estas primeras damas, como todas las primeras damas de este país (las de los gobiernos, las empresas y los periódicos, incluidas las que creen que lo serán y no se dan cuenta que el susudicho batea chueco, es misógino, no gasta ni en papel de baño, porque vive en en el edificio del diario, ah, pero esa es otra historia) se creían dueñas de la chamba de sus viejos y "sentían un fuerte compromiso con las causas nobles y sociales de este país".
Pues la mera-mera vieja del diputado Araujo, ya entonces líder cenecista, me agarró de su fotógrafo oficial. Primero, lo cual disfruté mucho, me puso a hacer un catálogo de maravillosas artesanías de todo el país con la idea guajira de crear una gran empresa que las comercializara en todo el mundo. Lo hice y quedó muy bien, y miren que no soy un Joel Zamora de la lente, tengo las orejas en su lugar y a pesar de eso hago mis fotitos.
El problema vino después. En una gira por la Huasteca Potosina, fuimos a un impresionante lugar llamado Tamuín, justo dentro de esa mancha verde, a un lado de Ciudad Valles a horas y horas de San Luis Potosí.
Las señoras huastecas inmediatamente me cayeron bien. Curiosos seres medio redondos de no más de 1.50 metros de altura, envueltas en vestidos enormes y coloridos, peinadas con trenzas que les duplican el tamaño y que no hablan ni una palabra de español.
Me dejaban que les tomara fotos a sus hijos entre las inmensas raíces de los árboles que cada dos pasos dominan sus tierras. Ahí, la señora Araujo prometió solemnemente invitarlas un día a la Ciudad de México a pasar unas vacaciones, pero inmediatamente que brincan sus maridos y que dicen, "no, estas mujeres no pueden dormir ni una noche fuera de la casa" (pus sí, no vaya a ser que un chilango se las baje).
Confiado regrese al DF pensando que nunca volvería a ver a las huastequitas, pero ¡Oh destino!, nos volvió a juntar. Resulta que la esposa del H. Líder consiguió el permiso de los maridos con la condición de salieran en la madrugada de sus casas y que volvieran en la otra madrugada, con lo que ya no sentían que se habían ido a echar a un petate ajeno.
Así es que llegaron las huastecas, y la campesina Chanel número uno me encomendó ser el fotógrafo, guía de turistas y espiritual de 30 indígenas sueltas en el defectuoso.
La misión tenía un tour inverosímil: CNC, Zócalo, Centro Médico, Cámara de Diputados, Pirámides, Basílica y Polanco... ¡en un sólo día!
Pues ahí me tienen organizando lonches, camiones, porque también las Chanel fueron al tour.
Desde las 5 de la mañana llegaron mis invitadas, que me recibieron entre persignadas y risas tipo India María, muy tiernas todas. La más joven tendría unos 15 años y la más vieja unos 180, una bolita de 1.20 de trenzas largas, largas, largas que no emitía ningún sonido más que cuando huaracheaba para caminar.
De volada hicimos un pisa y corre entre CNC, Zócalo, Centro Médico y Cámara (donde eran vistas como bichos raros). El sistema era llegar decirles, aunque no me entendieran mucho, dónde estábamos y qué se hacía ahí y luego las fotos grupales e individuales con la lideresa.
De ahí a la Basílica en chinga. Eso sí, escoltados por patrullas y todo, porque sino el tráfico nos hubiera matado. Como en cada escala, me bajé del camión y ayudé a bajar una por una cada campesina, de las reales y de las fashion, luego comencé a contar la historia de la Basílica caminando al frente del grupo, ya en la explanda previa al atrio, de repente me quedé hablando solo, cuando giré la cabeza no vi a ninguna. ¿Las perdí?, ¡me las van a cobrar como si fueran bailarinas checas!, ¡sus maridos me van a lapidar en la microplaza de Tamuín!, pero por fin respiré cuando bajé la cabeza ¡poc!, las vi a todas de rodillas rece que rece, avanzando como tortuguitas hasta la iglesia.
Tardamos como una hora en llegar, ninguna se atrevía ponerse de pie frente a la Morenita y mucho menos darle la espalda. Iban en trance.
De regreso en el camión, a destapar lata por lata del refresco porque las santas señoras no se animaban a hacerlo por si mismas, bueno, la primera vez, porque una vez en confianza, las abrían y festejaban el hacerlo como si hubiera metido un gol el Cachorros de San Luis.
Nos encaminamos, con todo y patrullas, hacia las Pirámides, ahí afortunadamente todas en dos patas avanzaron hasta la del Sol y la admiraron desde abajo, atónitas.
Mi pecado fue decirles "¿quieren subir?" porque todas quisieron, pero no podían hacerlo todas sin ayuda. En total subí la pirámide cinco veces, en cada viaje como una zarigüeya cargando varias huastequitas que se me aferraban como koalas, incluida la venerablede 180 años.
Una vez arriba, a tomarles la foto del recuerdo y a espantar a los pinches gringos que a huevo querían tomarles fotos como si fueran joyas arqueológicas vivientes. Eso me enojó mucho, pensaban que estaban en un parque temático y que las huastecas eran botargas tipo Mickey Mouse para el disfrute de los turistas, y no, ellas eran turistas.
Con la lengua de fuera me subí al camión y mis huastequitas, en premio, me cantaron una canción por haberlas ayudado. Contra todos los pronósticos estábamos en Polanco a las 7 de la noche y era curioso ver cómo las marías que vendían pepitas en la calle se admiraban de ver bajar de camiones con aire acondicionado, a unas iguales a ellas pero ataviadas con gorras rojas y cocas en la mano.
Ya encarrerado el gato las metí al metro, ese que tiene unas escaleras eléctricas gigantescas. Toda una odisea, nunca me imaginé que alguien le tuviera miedo a unas escaleras automáticas, pero era lógico, nunca habían visto algo así en su vida. Pues ahí te voy, y subí una por una, del brazo a cada señora a las escaleras. Sus risas se oían con eco en toda la estación, era como el Batman The Ride para ellas. Luego a comprar los boletos, su asombro reapareció con los torniquetes. Maravillosas las viejas. Ver llegar el metro a través del túnel con ellas fue como ver un ovni, y cuando se subieron se sentían como Neil Armstrong.
Pero todo lo bueno termina y de ahí las tuve que despachar con sus maridos, no sin antes llevarme una porra, que si he de ser sincero me conmovió. Llegaron antes de que amaneciera a Tamuín, pero fueron mías todo un día, sólo mías.
10 septiembre, 2007
El negro José (segunda parte del Negrito del Batey)
Gracias a los comentarios escritos y no escritos sobre el Negrito del Batey, he resuelto que trataré de aplicar lo que se supone que sé hacer y por lo menos por lo que me pagan, y editar mis textos para que no sean gigantescos e ilegibles.
Me quedé en la última entrega en mis trabajos más bizarros y retomo la cuenta en el tercero:
3.- Pintor de canchas de basquetbol
Corría el año de 1984 o 1985, no lo tengo muy claro, pero de sólo recordarlo me arden las rodillas.
Mi tío Nacho (nada que ver con el del jabón), un estudiante que dejó trunca la carrera de arquitectura, no sé cómo diablos le hizo pero ganó la licitación para un trabajo en el DDF. Se trataba de pintar las canchas de basquetbol del Deportivo Guelatao, del Plan Sexenal, del Juan de la Barrera y del Palacio de los Deportes, tarea para la cual fuimos reclutados: mi hermano Nacho de 16 años, mi primo de nombre Nachito e hijo de tío de 11 añitos y mi otro primo, Juan Carlos de apenas 9. Luego se nos sumó mi primo Richie, él sí mano de obra legal de 27 años.
Para no extenderme mucho contaré que pintar una cancha de basquet, por lo menos en la técnica de mi tío era algo más o menos así. Él trazaba las líneas transportador, compás de maestro con gis y reglota, luego tendíamos con martillo y clavos unos hilos para seguir esos trazos con cáñamo. Hasta ahí todo parecía sencillo, pero luego venía lo bueno: cubrir con masking tape cada uno de los lados de cada línea que cruzaría la cancha.
Esto, obviamente, de rodillas, muy derechito sin salirse de la raya. Traten de rodear una cancha de basquetbol de rodillas y luego cada raya que la cruza, es casi como querer pagar todos lo pecados de tu estirpe en la sola exposición.
Mi buen tío, también tuvo la gran idea de proponer que además de las cancha de basquet, se pintaran rayas para una de volei, otra de futbol de salón, además de las letras PRODDF y Centro Basquet en la base de las canastas. Entonces el esfuerzo se triplicaba o cuatruplicaba.
El proceso seguía con el pintado (de colores) de cada línea sin salirse del masking, luego retirar el masking de cada línea y después el retocado y limpiado de cada gotita que se hubiera escurrido por ahí.
Aquí se dice fácil, pero para hacer eso pasaban cuatro o cinco días en los que mi empleador, pobre muy pobre, no tenía ni para comprarnos una torta y mi papá nos mandaba sandwiches para todos. Eso se repitió en cada sede, en total 20 días de trabajo por los que recibí como 2 mil pesos, que no me sirvieron para curar las manos agrietadas por el tinher que me tenía que echar todos los días, ni mucho menos para el dolor de rodillas.
A mí me fue bien porque me pagaron, claro después de dos meses, cuando mi tío pudo cobrar el trabajo con la burocracia local lo que le fue muy lucrativo, porque cuatro niños y dos adultos hicieron la chamba de por lo menos 10 expertos maestros pintores. Pero a mis pobres primos, mi tío les descontó de su sueldo, una maceta que rompieron por correr en su casa, un bote de pintura polyform (carísima) que voltearon cuando echábamos la clásica cáscarita de "ñil" con bola de masking (durísima) al término de la faena, y por supuesto el bote de tinher especial polyform con el que se borraron las manchas de la pintura derramada.
El basquetbol me gusta mucho pero cada vez que me paro en una duela no puedo evitar pensar: "qué chinga para el pobre wey que pintó esto", conciencia gremial pura.
PD que no tiene nada que ver con las chambas
El otro día en la TV vi las escenas de una entrevista que le hacía el pseudopensante René Franco a los ídolos del Flack, los Timbirichos, y no pude evitar reconocer el increíble parecido que tiene ahora Erik Rubín con Sergio Esquivel, aquél cantante del OTI (éxito: Un tipo como yo), está tan acabado que al final pensé que Segio Esquivel nunca estuvo tan indignamente jodido y creo que Rubín se parece más ahora a "Polillita", el patiño que recitaba del extinto Paco Stanley.
Me quedé en la última entrega en mis trabajos más bizarros y retomo la cuenta en el tercero:
3.- Pintor de canchas de basquetbol
Corría el año de 1984 o 1985, no lo tengo muy claro, pero de sólo recordarlo me arden las rodillas.
Mi tío Nacho (nada que ver con el del jabón), un estudiante que dejó trunca la carrera de arquitectura, no sé cómo diablos le hizo pero ganó la licitación para un trabajo en el DDF. Se trataba de pintar las canchas de basquetbol del Deportivo Guelatao, del Plan Sexenal, del Juan de la Barrera y del Palacio de los Deportes, tarea para la cual fuimos reclutados: mi hermano Nacho de 16 años, mi primo de nombre Nachito e hijo de tío de 11 añitos y mi otro primo, Juan Carlos de apenas 9. Luego se nos sumó mi primo Richie, él sí mano de obra legal de 27 años.
Para no extenderme mucho contaré que pintar una cancha de basquet, por lo menos en la técnica de mi tío era algo más o menos así. Él trazaba las líneas transportador, compás de maestro con gis y reglota, luego tendíamos con martillo y clavos unos hilos para seguir esos trazos con cáñamo. Hasta ahí todo parecía sencillo, pero luego venía lo bueno: cubrir con masking tape cada uno de los lados de cada línea que cruzaría la cancha.
Esto, obviamente, de rodillas, muy derechito sin salirse de la raya. Traten de rodear una cancha de basquetbol de rodillas y luego cada raya que la cruza, es casi como querer pagar todos lo pecados de tu estirpe en la sola exposición.
Mi buen tío, también tuvo la gran idea de proponer que además de las cancha de basquet, se pintaran rayas para una de volei, otra de futbol de salón, además de las letras PRODDF y Centro Basquet en la base de las canastas. Entonces el esfuerzo se triplicaba o cuatruplicaba.
El proceso seguía con el pintado (de colores) de cada línea sin salirse del masking, luego retirar el masking de cada línea y después el retocado y limpiado de cada gotita que se hubiera escurrido por ahí.
Aquí se dice fácil, pero para hacer eso pasaban cuatro o cinco días en los que mi empleador, pobre muy pobre, no tenía ni para comprarnos una torta y mi papá nos mandaba sandwiches para todos. Eso se repitió en cada sede, en total 20 días de trabajo por los que recibí como 2 mil pesos, que no me sirvieron para curar las manos agrietadas por el tinher que me tenía que echar todos los días, ni mucho menos para el dolor de rodillas.
A mí me fue bien porque me pagaron, claro después de dos meses, cuando mi tío pudo cobrar el trabajo con la burocracia local lo que le fue muy lucrativo, porque cuatro niños y dos adultos hicieron la chamba de por lo menos 10 expertos maestros pintores. Pero a mis pobres primos, mi tío les descontó de su sueldo, una maceta que rompieron por correr en su casa, un bote de pintura polyform (carísima) que voltearon cuando echábamos la clásica cáscarita de "ñil" con bola de masking (durísima) al término de la faena, y por supuesto el bote de tinher especial polyform con el que se borraron las manchas de la pintura derramada.
El basquetbol me gusta mucho pero cada vez que me paro en una duela no puedo evitar pensar: "qué chinga para el pobre wey que pintó esto", conciencia gremial pura.
PD que no tiene nada que ver con las chambas
El otro día en la TV vi las escenas de una entrevista que le hacía el pseudopensante René Franco a los ídolos del Flack, los Timbirichos, y no pude evitar reconocer el increíble parecido que tiene ahora Erik Rubín con Sergio Esquivel, aquél cantante del OTI (éxito: Un tipo como yo), está tan acabado que al final pensé que Segio Esquivel nunca estuvo tan indignamente jodido y creo que Rubín se parece más ahora a "Polillita", el patiño que recitaba del extinto Paco Stanley.
04 septiembre, 2007
El negrito del Batey (Primera parte)
Primero, este blog no agredirá, por esta vez, al Flack.
Ahora sí, al tema que me atañe. Como fiel seguidor de las teorías del "Negrito del Batey", creo fervientemente que el trabajo lo hizo Dios como castigo.
Pero, infelizmente (como dice Pelé), la parte de la teoría bateyana que obviamente no he podido seguir y que por ello ojalá me perdonen algún día la Sonora Matancera, Alberto Beltrán y don Medardo Guzmán, es aquella de que el trabajo se lo dejo todo al buey, porque en mi vida el buey que ha trabajado soy yo.
Qué más quisiera yo que estarme rascando el tuch hasta que me salga sangre (Tuch: ombligo en maya, para los malpensados que creyeron otra cosa), pero nací pobre y aunque iba para rico, en el camino me descompuse.
Dicen por ahí que el trabajo dignifica, eso seguramente lo dijo uno de esos weyes que "trabaja" en una ONG en algo sí como salvar los puffins (que por cierto en Islandia se los comen como gallinas, según me contó mi amiga Susanita, que háganme el favor, fue a una boda hasta allá y comió de estos pajarillos que bien podrían haber sido la mascota de alguna olimpiada), pero claro, como ellos no trabajan, sino más bien buscan qué hacer con su tiempo libre, no entienden el sentimiento de los que tenemos que talonearle para vivir.
Afortunadamente tengo unos 16 años haciendo algo que me gusta y para lo que soy competitivamente bueno, que me ha servido para llevar el sustento a mis pollitos. Pero por puro ocio haré mi ranking de los cinco trabajos más folclóricos que he desempeñado, desde los 10 otoños en que me dispuse a empezar a pagarme desde los útiles hasta mis vacaciones.
En orden invertido para ponerle emoción:
5.- Empacador en la Conasupo de Universidad y Uxmal.
Ahí donde hoy se levanta el concurridísimo restaurante con chupes, Don Camilo, estuvo una tienda Conasupo, fundada por ahí de 1980. Donde hoy está el asador y las primeras mesas, estaba la oficina del gerente de nombre José Luis Rodríguez, a quien por supuesto le decían "El Puma" y quien ahora es el que lleva a los mentados Asociados de Reforma (sí ése barbón cincuentón de pecho inflado, fue mi primer jefe). Donde está la caja del antro, era precisamente donde empezaba el área de cajas donde Maribel, la jefa de cajeras, nos dio el visto bueno a mi hermano Nacho y a mí para ser los miembros fundadores del H. Cuerpo de Cerillos de la Conasupo.
La inspección fue tanto visual como física, casi casi nos aplicó la de si pesan más que un perro, están más anchos que un poste y más altos que un tambo, entran. Nos checó la dentadura y nos pidió nuestra boleta de calificaciones.
Yo tardé una semana en presentarme porque como que presentía que si empezabaa trabajar mi vida cambiaría y ya no me podría zafar. Luego de ver llegar a mi carnal, dos años mayor que yo que apenas pasaba de 10, con por lo menos 100 morlacos en las alforjas, dije, yo también quiero.
Las finanzas familiares no eran boyantes, así que a todos nos cayó de perlas la lanita, porque como dije, a partir de ese momento yo financié mi vida.
Mi récord fueron 500 pesotes en una quincena que trabajé en sábado de las 8 de la mañana a las 8 de la noche, pero todo se acabó con el temblor del 19 de septiembre de 1985. La Conasupo casi se colapsa y la cerraron por derribo. El ingenio popular personificado en Marcos, el chino del departamento de recibo, acuñó un chistecito local que decía "Cómo chupo que se cayó la conachupo". Lo extraño es que 22 años más tarde sigue el mismito edificio ahora como restaurante, cuando yo lo vi con unas cuarteaduras que rajaban las paredes de lado a lado y unos letrerotes de clausurado.
Como nota la calce, diré que tener tu despertar sexual (es decir que te empiecen a gustar las mujeres) mientras tus confidentes y consejeros son tablajeros, carniceros, estibadores y salchichoneros, cajeras veintonas, puede parecer el peor escenario imaginado por un padre de familia, pero para un chamaco es como ver Calígula mientras tus compañeros de clase ven La Dama y el Vagabundo. Se los dejo de tarea.
4.- Monitoreador de radio en Discos Polygram.
Empujado por mis cuates Simón (quien en realidad se llama Arturo) y El Faz (Faz, mote surgido por el gran tamaño de su "feis" que no face) caí en la industria discográfica por ahí del 1986. Nosotros nos decíamos "checadores" y nuesta labor era monitorear cada quien entre 5 y 6 estaciones de radio cada día y anotar cada una de las canciones que pasaran ahí entre las 8 de la mañana y la 1 de la tarde.
No parecería nada raro o desagradable, escuchar la radio y que te paguen, pero ahí no terminaba la labor de este escuadrón de finas y educadas orejas, porque además teníamos que cumplir con una cuota diaria de llamadas telefónicas a no menos finas estaciones, para inflar a los cantantes que por esa época grababan en Polygram.
El método era sencillo, supongo que todos han llamado alguna vez a Radio Felicidad para hablar con el locutor o el programador y solicitar su rola ¿o no?. Bueno, en realidad nunca lo había hecho, pero ahí aprendí a hacerlo. Pues se trataba de marcar a Radio Éxitos, Radio Variedades, Radio Capital o Radio Hits y con mucha dulzura decir. "Me podría poner una canción". Luego el locutor contestaba con mucha hueva y fastidio (si no estaba al aire): "¿Cuál?", a lo que había que reaccionar con agilidad para recitar: "Cada vez que tú te vas, del Grupo Yndio". Si lograbas que el hombre colgara en ese momento, la prueba había sido sencilla, pero por lo regular te espetaban: "¿para quién?", y 100 de 100 en la primera llamada del día decías tu nombre y tras escuchar el "de parte de quién", decías el nombre de tu novia de verdad, y después tu colonia y delegación. Hasta ahí todo bien, la bronca era hacerlo 30 o 35 veces al día, porque a la tercera el locutor te gritaba: "¡deja de estar chingando, huevón!" y te colgaba. Para superar este trance diario, la tecnología puso a nuestro servicio listas elaboradas por Nora y Jade, jefas del H. Cuerpo de Checadores, en donde se podían leer más de 100 nombres masculinos, más de 100 femeninos, unas 50 colonias y sus respectivas delegaciones, con las que sorteabamos el interrogatorio con variadas y creativas combinaciones: "para Matilde... de Pedro... de la Pensil... la de Cómo no quererte a ti, de Fresas", una chulada de profesión.
Además cada día nos superábamos en el impostamiento de la voz para lograr actuaciones que ni "Tilín, el fotógrafo de la voz" o Gilberto Gless habrían logrado en sus épocas de gloria, todo para no ser descubiertos, en particular por el locutor de Radio Sensación, que era escatológicamente lépero y malhumorado y en una sola frase podía recordar a tu madre, violarla, matarla y ensuciarla. Muy distinta era la historia si entraba tu llamada mientras el merolico estaba al aire, ahí se portaban de lo mejor y hasta te mandaban saludos o te regalaban un disco.
Total, ese trabajo era rudo y no payasadas. Ya los quiero ver escuchando la rola que grabaron Los Pulpos ("Yo en mi casa, ella en el Bar"), Los Muecas (Bésame y olvídame), Los Bríos (Yo sé que te acordarás) o Los Strwk en 1973 y tenerla que anotar a mil por hora, mientras pasabas a la siguiente estación y estaba el dueto de Prisma y Joan Sebastian, titulado "Oiga". Un oasis en el desierto era si después en una de las cinco estaciones que tenías que monitorear al mismo tiempo durante seis horas continuas aparecía, "Déjenme si estoy llorando" de los Ángeles Negros, canción clásica, que quien no sepa quién la canta o no la haya oído que me enseñe su pasaporte marroquí o su carta de liberación de San Quintín después de 50 años de condena.
En fin, me tocó encumbrar a astros de la música como Francisco Xavier, Erika Buenfil, Ricardo Padilla (aquél de Garra de León), Alejandro Jaén (Vas a acordarte de mí), Fresas y los mismísimos Botellos que por esas épocas promovían su tercer disco, aquél del Tlalocman. Ahora que lo recuerdo tuve que entrarle como miembro del Club Charrocanrroleros del Guacarock para que los hombres que se adelantaron a su tiempo pudieran decir en la disquera que tenían seguidores.
La única manera que había de desarrollo en esa chamba, por lo menos para mí, era dejar las estaciones en español y ser el checador de las que pasaban música en inglés: Rock 101 (idea musical), Radio Hits (que del rock pasó al High Energy con su máxima estrella Mike Marine, y eso sí era un suplicio), Radio Universal, Radio Capital (Con Rock a la Rolling y el Mundo Romántico del Rock) y Radio Éxitos (Madonnísimo, Durantástico), pero la hora más esperada del día era de de José José en Sensación, todos cantábamos mientras degustábamos tortas fiadas de la fonda de "Juen" (sí con e, desde entonces la influencia de Ángel Fernández era brutal) o bolillos con chicharrón de harina y cacahuate japonés.
Fueron grandes años, eso ni dudarlo, y por eso mismo ahora soy como una versión con patas del cancionero Picot, pero como ya me colgué mucho dejo para la siguiente entrega los tres trabajos que faltan: Pintor de canchas de basquetbol, periodista campesino y adorador del Pirulí.
PD: por cierto Batey, es una comunidad azucarera cubana pobre, pobre, muy pobre.
Ahora sí, al tema que me atañe. Como fiel seguidor de las teorías del "Negrito del Batey", creo fervientemente que el trabajo lo hizo Dios como castigo.
Pero, infelizmente (como dice Pelé), la parte de la teoría bateyana que obviamente no he podido seguir y que por ello ojalá me perdonen algún día la Sonora Matancera, Alberto Beltrán y don Medardo Guzmán, es aquella de que el trabajo se lo dejo todo al buey, porque en mi vida el buey que ha trabajado soy yo.
Qué más quisiera yo que estarme rascando el tuch hasta que me salga sangre (Tuch: ombligo en maya, para los malpensados que creyeron otra cosa), pero nací pobre y aunque iba para rico, en el camino me descompuse.
Dicen por ahí que el trabajo dignifica, eso seguramente lo dijo uno de esos weyes que "trabaja" en una ONG en algo sí como salvar los puffins (que por cierto en Islandia se los comen como gallinas, según me contó mi amiga Susanita, que háganme el favor, fue a una boda hasta allá y comió de estos pajarillos que bien podrían haber sido la mascota de alguna olimpiada), pero claro, como ellos no trabajan, sino más bien buscan qué hacer con su tiempo libre, no entienden el sentimiento de los que tenemos que talonearle para vivir.
Afortunadamente tengo unos 16 años haciendo algo que me gusta y para lo que soy competitivamente bueno, que me ha servido para llevar el sustento a mis pollitos. Pero por puro ocio haré mi ranking de los cinco trabajos más folclóricos que he desempeñado, desde los 10 otoños en que me dispuse a empezar a pagarme desde los útiles hasta mis vacaciones.
En orden invertido para ponerle emoción:
5.- Empacador en la Conasupo de Universidad y Uxmal.
Ahí donde hoy se levanta el concurridísimo restaurante con chupes, Don Camilo, estuvo una tienda Conasupo, fundada por ahí de 1980. Donde hoy está el asador y las primeras mesas, estaba la oficina del gerente de nombre José Luis Rodríguez, a quien por supuesto le decían "El Puma" y quien ahora es el que lleva a los mentados Asociados de Reforma (sí ése barbón cincuentón de pecho inflado, fue mi primer jefe). Donde está la caja del antro, era precisamente donde empezaba el área de cajas donde Maribel, la jefa de cajeras, nos dio el visto bueno a mi hermano Nacho y a mí para ser los miembros fundadores del H. Cuerpo de Cerillos de la Conasupo.
La inspección fue tanto visual como física, casi casi nos aplicó la de si pesan más que un perro, están más anchos que un poste y más altos que un tambo, entran. Nos checó la dentadura y nos pidió nuestra boleta de calificaciones.
Yo tardé una semana en presentarme porque como que presentía que si empezabaa trabajar mi vida cambiaría y ya no me podría zafar. Luego de ver llegar a mi carnal, dos años mayor que yo que apenas pasaba de 10, con por lo menos 100 morlacos en las alforjas, dije, yo también quiero.
Las finanzas familiares no eran boyantes, así que a todos nos cayó de perlas la lanita, porque como dije, a partir de ese momento yo financié mi vida.
Mi récord fueron 500 pesotes en una quincena que trabajé en sábado de las 8 de la mañana a las 8 de la noche, pero todo se acabó con el temblor del 19 de septiembre de 1985. La Conasupo casi se colapsa y la cerraron por derribo. El ingenio popular personificado en Marcos, el chino del departamento de recibo, acuñó un chistecito local que decía "Cómo chupo que se cayó la conachupo". Lo extraño es que 22 años más tarde sigue el mismito edificio ahora como restaurante, cuando yo lo vi con unas cuarteaduras que rajaban las paredes de lado a lado y unos letrerotes de clausurado.
Como nota la calce, diré que tener tu despertar sexual (es decir que te empiecen a gustar las mujeres) mientras tus confidentes y consejeros son tablajeros, carniceros, estibadores y salchichoneros, cajeras veintonas, puede parecer el peor escenario imaginado por un padre de familia, pero para un chamaco es como ver Calígula mientras tus compañeros de clase ven La Dama y el Vagabundo. Se los dejo de tarea.
4.- Monitoreador de radio en Discos Polygram.
Empujado por mis cuates Simón (quien en realidad se llama Arturo) y El Faz (Faz, mote surgido por el gran tamaño de su "feis" que no face) caí en la industria discográfica por ahí del 1986. Nosotros nos decíamos "checadores" y nuesta labor era monitorear cada quien entre 5 y 6 estaciones de radio cada día y anotar cada una de las canciones que pasaran ahí entre las 8 de la mañana y la 1 de la tarde.
No parecería nada raro o desagradable, escuchar la radio y que te paguen, pero ahí no terminaba la labor de este escuadrón de finas y educadas orejas, porque además teníamos que cumplir con una cuota diaria de llamadas telefónicas a no menos finas estaciones, para inflar a los cantantes que por esa época grababan en Polygram.
El método era sencillo, supongo que todos han llamado alguna vez a Radio Felicidad para hablar con el locutor o el programador y solicitar su rola ¿o no?. Bueno, en realidad nunca lo había hecho, pero ahí aprendí a hacerlo. Pues se trataba de marcar a Radio Éxitos, Radio Variedades, Radio Capital o Radio Hits y con mucha dulzura decir. "Me podría poner una canción". Luego el locutor contestaba con mucha hueva y fastidio (si no estaba al aire): "¿Cuál?", a lo que había que reaccionar con agilidad para recitar: "Cada vez que tú te vas, del Grupo Yndio". Si lograbas que el hombre colgara en ese momento, la prueba había sido sencilla, pero por lo regular te espetaban: "¿para quién?", y 100 de 100 en la primera llamada del día decías tu nombre y tras escuchar el "de parte de quién", decías el nombre de tu novia de verdad, y después tu colonia y delegación. Hasta ahí todo bien, la bronca era hacerlo 30 o 35 veces al día, porque a la tercera el locutor te gritaba: "¡deja de estar chingando, huevón!" y te colgaba. Para superar este trance diario, la tecnología puso a nuestro servicio listas elaboradas por Nora y Jade, jefas del H. Cuerpo de Checadores, en donde se podían leer más de 100 nombres masculinos, más de 100 femeninos, unas 50 colonias y sus respectivas delegaciones, con las que sorteabamos el interrogatorio con variadas y creativas combinaciones: "para Matilde... de Pedro... de la Pensil... la de Cómo no quererte a ti, de Fresas", una chulada de profesión.
Además cada día nos superábamos en el impostamiento de la voz para lograr actuaciones que ni "Tilín, el fotógrafo de la voz" o Gilberto Gless habrían logrado en sus épocas de gloria, todo para no ser descubiertos, en particular por el locutor de Radio Sensación, que era escatológicamente lépero y malhumorado y en una sola frase podía recordar a tu madre, violarla, matarla y ensuciarla. Muy distinta era la historia si entraba tu llamada mientras el merolico estaba al aire, ahí se portaban de lo mejor y hasta te mandaban saludos o te regalaban un disco.
Total, ese trabajo era rudo y no payasadas. Ya los quiero ver escuchando la rola que grabaron Los Pulpos ("Yo en mi casa, ella en el Bar"), Los Muecas (Bésame y olvídame), Los Bríos (Yo sé que te acordarás) o Los Strwk en 1973 y tenerla que anotar a mil por hora, mientras pasabas a la siguiente estación y estaba el dueto de Prisma y Joan Sebastian, titulado "Oiga". Un oasis en el desierto era si después en una de las cinco estaciones que tenías que monitorear al mismo tiempo durante seis horas continuas aparecía, "Déjenme si estoy llorando" de los Ángeles Negros, canción clásica, que quien no sepa quién la canta o no la haya oído que me enseñe su pasaporte marroquí o su carta de liberación de San Quintín después de 50 años de condena.
En fin, me tocó encumbrar a astros de la música como Francisco Xavier, Erika Buenfil, Ricardo Padilla (aquél de Garra de León), Alejandro Jaén (Vas a acordarte de mí), Fresas y los mismísimos Botellos que por esas épocas promovían su tercer disco, aquél del Tlalocman. Ahora que lo recuerdo tuve que entrarle como miembro del Club Charrocanrroleros del Guacarock para que los hombres que se adelantaron a su tiempo pudieran decir en la disquera que tenían seguidores.
La única manera que había de desarrollo en esa chamba, por lo menos para mí, era dejar las estaciones en español y ser el checador de las que pasaban música en inglés: Rock 101 (idea musical), Radio Hits (que del rock pasó al High Energy con su máxima estrella Mike Marine, y eso sí era un suplicio), Radio Universal, Radio Capital (Con Rock a la Rolling y el Mundo Romántico del Rock) y Radio Éxitos (Madonnísimo, Durantástico), pero la hora más esperada del día era de de José José en Sensación, todos cantábamos mientras degustábamos tortas fiadas de la fonda de "Juen" (sí con e, desde entonces la influencia de Ángel Fernández era brutal) o bolillos con chicharrón de harina y cacahuate japonés.
Fueron grandes años, eso ni dudarlo, y por eso mismo ahora soy como una versión con patas del cancionero Picot, pero como ya me colgué mucho dejo para la siguiente entrega los tres trabajos que faltan: Pintor de canchas de basquetbol, periodista campesino y adorador del Pirulí.
PD: por cierto Batey, es una comunidad azucarera cubana pobre, pobre, muy pobre.
26 junio, 2007
Generación Iron Maiden vs. oídos educados en la cola de las tortillas
Mucho me preocupa (que no la jalada esa de los pamboleros que dicen "me ocupa no me preocupa", nunca antes tan mal usada una palabra) la proliferación indiscriminada de una neo ola de adoradores de esa cosa aberrante llamada Timbiriche.
Desde el messenger del siempre amigo, pero nunca portador de un gran gusto musical (ya no entramos en otros gustos porque no es el tema) Flac Basilio, se lee en su nickname que muy ufano y hasta de nariz respingada pone "Soy generación Timbiriche". Chaaaaaaaaaaaaaaaale, cuando lo leí, cual portador de los estigmas del señor me sangraron las niñas de los ojos y creo que hasta violadas salieron las pobrecitas.
Inchi flaco mamón, espero, pero creo que no es así, que sea una broma, una manera de hacerte notar, un desliz dactilar, o cuando mucho un síntoma de bipolaridad, pero no puedo concebir que alguien que se dice el fan número uno de Dalí, me salga con que algo que marca su vida y su existencia es una agrupación seudomusical donde su exponente más constante fue o es Diego Schoening.
No me hagas pensar, por simple lógica, que ese gusto por Dalí no nació por una inquieta lectura sobre el loco de Figueres o que no fue por ver las tepalcuanas de Gala en un cuadro o por el trillado pero brillante Progresión y Degradación de la Memoria, si no que salió de haber escuchado "E Un genio Salvador Dalí" de Mecano.
Los Cano y la Torroja no me desagradan, al contrario, pero siento que tu cultura musical viene directamente ligada a las melodías que tus oídos captaron mientras estabas formado en la cola de las tortillas.
Tampoco creas que ese blog está dedicado a tu triste, quijotesca y lánguida figura, no es para tanto, pero eres el mejor ejemplo (a no seguir) que tuve a la mano para despotricar contra la retimbirichización de este país.
¿No nos damos cuenta que quieren revivir el engendro surgido del gran copión que es Luis de Llano, quien tuvo la brillante idea de crear hace un buti de años un Parchis a la mexicana?
En el remoto caso de que lo lograra y que surgiera otra generación como la de Basi, habría que lamentarlo más que la muerte de Antonio Aguilar (Taaaany para mí) o que la derrota frente a los gringos en pambol.
Timbiriche, nombre tomado del antiguo juego de puntitos donde se forman cuadritos, es uno de los pasajes más tristes y pobres de la cultura mexicana y más que reeditar su "gloria" deberíamos cerciorarnos de que su "legado" muera con los Basis que los adoran.
Hay algo más en este enésimo reencuentro timbiricho que no logró digerir: los tipos y tipas llámense Benny ("músico" fracasado cuyo sustento familiar viene de ser hijo de Julissa y de su padre, reciente y ridículamente autodeclarado gay a los 65 años), Sasha (yunkie y meretriz con papa en la boca, que se cree "súper" culta), Alix (¿alguien me puede decir algo que haya hecho esta gordita sin chiste?), el esposo de Andrea Legarreta (no me acuerdo de su nombre y ese ha sido su único "mérito" en 25 años), Mariana Garza (hija de otra Garza que decía ser su hermana, esposa del hijo de Sonny Alarcón, ex integrante de Botellita de Jérez. Su currícula hace palidecer la de Niurka, sin broncas) y el maestro Schoening (quien va de puerta en puerta comprobando la blancura de los calzones de la gente), aceptaron sin tapujos que se reunieron para sacar lana, de los ...... (prefiero no adjetivar algo que terminará siendo una ofensa) que llenan sus 99 presentaciones consecutivas en el Auditorio Nacional. ¡No puede ser que la telesecundaria no llegara a tantos rincones de la República Mexicana y eso provocara tanta ignorancia! Me pregunto, ¿no les da pena?
Reconozco que por ahí en la boda de Rolando he sido de los que se paran a echar desmadre con el "Con todo menos contigo", porque tampoco soy un amargado y cuando voy a una fiesta me divierto con lo que haya y con quien esté, pero de eso a proclamarme "Generación Timbiriche", nunca, digo, hacer eso es no tener temor de Dios.
Ahora con reality, reunión y comerciales inundando la televisión, alguien pretende dar de comer a estos parias del espectáculo, menesterosos de la calle del arte y profanadores de tímpanos, pero bueno, Basi y compañía, si así son felices no me regoderaré en su miseria, ni emprenderé una campaña tipo Vasconcelos para hacerlos gente.
Mejor diré que si yo tuviera que decirme, proclamarme o autonombrarme miembro de una generación, diría que soy Generación Iron Maiden, porque mientras Basi bailoteaba con Cocorito yo hacía sonidos guturales para imitar las guitarras de Dave Murray y Adrian Smith, einfructuosamente intentaba que mi lengua siguiera el ritmo del bajo de Steve Harris.
Pero tampoco creo que haya un grupo, cantante, tonada o ritmo que me defina como parte de la Generación tal o cual, ni miembro de un tiempo época o lo que sea. Por ahí me decía mi amigo Simón que escuchó quejarse a alguien cuando le decían "esta canción es de tus tiempos" y a lo que contestó "esos fueron mis tiempos y estos también son mis tiempos, no me he muerto".
En fin, yo fui un puberto heavy (que ahora me salen con que es Happy Metal, ni maíz, es rock y punto). Adoraba a Scorpions, Judas Priest, Saxon, Motorhead, Def Leppard, Van Halen, Rainbow, ZZ Top, Helloween y Metallica. Poco a poco con los años, no muchos, antes de los 15, ingresé a la liga de los que también morían por Pink Floyd, Yes, Emerson, Lake and Palmer, y así mis oídos en lugar de radicalizarse se han abierto a muchas formas de hacer ruido.
Actualmente paso sin prejuicios de Camarón de la Isla, al maestro Sabina, de ahí a Benny Moré o Soda Stereo o los Vines o Travis o los Killers, sin importar que pueda haber una escala en Compay Segundo, Serrat, Ismael Serrano, Fito Páez, System of a Down, Caetano Veloso, Chico Buarque, Depeche Mode, Armando Rosas, Juan Luis Guerra, Charlie Parker, Jaime López o Arthur Rubinstein.
Para mí sólo hay dos tipos de música: la bien hecha y la mal hecha, y dentro de la buena escojo la que me dice algo, pero nunca dejo de reconocer cuando algo es bueno aunque no vaya conmigo.
Mi estimado Basi de la música que captaste en la cola de la tortillas te hubieras quedado con Raphael, Los Ángeles Negros, Sandro, Leo Dan, Napoleón, José José o hasta los Pasteles Verdes. Lo de Timbiriche sí me da penita ajena, para qué te digo que no, es como de colegiala de escuela de monjas, que encima de todo se siente trasgresora e iconoclasta. Pero, nunca cambies, sólo no te reproduzcas, plis.
Desde el messenger del siempre amigo, pero nunca portador de un gran gusto musical (ya no entramos en otros gustos porque no es el tema) Flac Basilio, se lee en su nickname que muy ufano y hasta de nariz respingada pone "Soy generación Timbiriche". Chaaaaaaaaaaaaaaaale, cuando lo leí, cual portador de los estigmas del señor me sangraron las niñas de los ojos y creo que hasta violadas salieron las pobrecitas.
Inchi flaco mamón, espero, pero creo que no es así, que sea una broma, una manera de hacerte notar, un desliz dactilar, o cuando mucho un síntoma de bipolaridad, pero no puedo concebir que alguien que se dice el fan número uno de Dalí, me salga con que algo que marca su vida y su existencia es una agrupación seudomusical donde su exponente más constante fue o es Diego Schoening.
No me hagas pensar, por simple lógica, que ese gusto por Dalí no nació por una inquieta lectura sobre el loco de Figueres o que no fue por ver las tepalcuanas de Gala en un cuadro o por el trillado pero brillante Progresión y Degradación de la Memoria, si no que salió de haber escuchado "E Un genio Salvador Dalí" de Mecano.
Los Cano y la Torroja no me desagradan, al contrario, pero siento que tu cultura musical viene directamente ligada a las melodías que tus oídos captaron mientras estabas formado en la cola de las tortillas.
Tampoco creas que ese blog está dedicado a tu triste, quijotesca y lánguida figura, no es para tanto, pero eres el mejor ejemplo (a no seguir) que tuve a la mano para despotricar contra la retimbirichización de este país.
¿No nos damos cuenta que quieren revivir el engendro surgido del gran copión que es Luis de Llano, quien tuvo la brillante idea de crear hace un buti de años un Parchis a la mexicana?
En el remoto caso de que lo lograra y que surgiera otra generación como la de Basi, habría que lamentarlo más que la muerte de Antonio Aguilar (Taaaany para mí) o que la derrota frente a los gringos en pambol.
Timbiriche, nombre tomado del antiguo juego de puntitos donde se forman cuadritos, es uno de los pasajes más tristes y pobres de la cultura mexicana y más que reeditar su "gloria" deberíamos cerciorarnos de que su "legado" muera con los Basis que los adoran.
Hay algo más en este enésimo reencuentro timbiricho que no logró digerir: los tipos y tipas llámense Benny ("músico" fracasado cuyo sustento familiar viene de ser hijo de Julissa y de su padre, reciente y ridículamente autodeclarado gay a los 65 años), Sasha (yunkie y meretriz con papa en la boca, que se cree "súper" culta), Alix (¿alguien me puede decir algo que haya hecho esta gordita sin chiste?), el esposo de Andrea Legarreta (no me acuerdo de su nombre y ese ha sido su único "mérito" en 25 años), Mariana Garza (hija de otra Garza que decía ser su hermana, esposa del hijo de Sonny Alarcón, ex integrante de Botellita de Jérez. Su currícula hace palidecer la de Niurka, sin broncas) y el maestro Schoening (quien va de puerta en puerta comprobando la blancura de los calzones de la gente), aceptaron sin tapujos que se reunieron para sacar lana, de los ...... (prefiero no adjetivar algo que terminará siendo una ofensa) que llenan sus 99 presentaciones consecutivas en el Auditorio Nacional. ¡No puede ser que la telesecundaria no llegara a tantos rincones de la República Mexicana y eso provocara tanta ignorancia! Me pregunto, ¿no les da pena?
Reconozco que por ahí en la boda de Rolando he sido de los que se paran a echar desmadre con el "Con todo menos contigo", porque tampoco soy un amargado y cuando voy a una fiesta me divierto con lo que haya y con quien esté, pero de eso a proclamarme "Generación Timbiriche", nunca, digo, hacer eso es no tener temor de Dios.
Ahora con reality, reunión y comerciales inundando la televisión, alguien pretende dar de comer a estos parias del espectáculo, menesterosos de la calle del arte y profanadores de tímpanos, pero bueno, Basi y compañía, si así son felices no me regoderaré en su miseria, ni emprenderé una campaña tipo Vasconcelos para hacerlos gente.
Mejor diré que si yo tuviera que decirme, proclamarme o autonombrarme miembro de una generación, diría que soy Generación Iron Maiden, porque mientras Basi bailoteaba con Cocorito yo hacía sonidos guturales para imitar las guitarras de Dave Murray y Adrian Smith, einfructuosamente intentaba que mi lengua siguiera el ritmo del bajo de Steve Harris.
Pero tampoco creo que haya un grupo, cantante, tonada o ritmo que me defina como parte de la Generación tal o cual, ni miembro de un tiempo época o lo que sea. Por ahí me decía mi amigo Simón que escuchó quejarse a alguien cuando le decían "esta canción es de tus tiempos" y a lo que contestó "esos fueron mis tiempos y estos también son mis tiempos, no me he muerto".
En fin, yo fui un puberto heavy (que ahora me salen con que es Happy Metal, ni maíz, es rock y punto). Adoraba a Scorpions, Judas Priest, Saxon, Motorhead, Def Leppard, Van Halen, Rainbow, ZZ Top, Helloween y Metallica. Poco a poco con los años, no muchos, antes de los 15, ingresé a la liga de los que también morían por Pink Floyd, Yes, Emerson, Lake and Palmer, y así mis oídos en lugar de radicalizarse se han abierto a muchas formas de hacer ruido.
Actualmente paso sin prejuicios de Camarón de la Isla, al maestro Sabina, de ahí a Benny Moré o Soda Stereo o los Vines o Travis o los Killers, sin importar que pueda haber una escala en Compay Segundo, Serrat, Ismael Serrano, Fito Páez, System of a Down, Caetano Veloso, Chico Buarque, Depeche Mode, Armando Rosas, Juan Luis Guerra, Charlie Parker, Jaime López o Arthur Rubinstein.
Para mí sólo hay dos tipos de música: la bien hecha y la mal hecha, y dentro de la buena escojo la que me dice algo, pero nunca dejo de reconocer cuando algo es bueno aunque no vaya conmigo.
Mi estimado Basi de la música que captaste en la cola de la tortillas te hubieras quedado con Raphael, Los Ángeles Negros, Sandro, Leo Dan, Napoleón, José José o hasta los Pasteles Verdes. Lo de Timbiriche sí me da penita ajena, para qué te digo que no, es como de colegiala de escuela de monjas, que encima de todo se siente trasgresora e iconoclasta. Pero, nunca cambies, sólo no te reproduzcas, plis.
06 junio, 2007
Enjoy the silence of the lambs
¿Y ahora? ¿Título en inglés? Pues sí, se me antojó poner un encabezado en la lengua de Mick Jagger por dos motivos: uno, porque hermana (no del verbo presta, si no del verbo junta) dos cosas tan distintas como disfrutables, que son este caso Depeche Mode y la película de Jonathan Demme, basada en el libro de Thomas Harris, y pues, en español pues ni cuadraban ni sonaban igual, y segundo, porque si lo hubiera puesto en español el título de la película "El silencio de los inocentes" no servía para mis malévolos planes.
Lo que yo quise fue que se quedara el término lambs, porque voy a hablar de las siempre folclóricas y sobreestimadas Chivas.
Miren que me chocan esos que todo lo ponen en inglés, como si se tratara de un código secreto o un mensaje en una lengua muerta, creyendo que así pocos lo entenderán, o que lo hacen simplemente para darse su taco. Vean los chats y están llenos de frases nombres y jaladas escritas en inglés (muchas veces escritas con las nalgas y la luz apagada). Muy su gusto, pero lo mío fue para poder ligarlo con el Omniequipo.
Conste que este espacio no pretende ser futbolero, pero es demasiada tentación ver a medio México y medio mundo, como creen ellos ser, tirado en el piso llorando su derrota, metiendo la cabeza en el hoyo que dejó una avestruz que le iba al América, y no meterles un cate extra.
Y cómo hablar ahora de Chivas sin burlarme –le voy al América– de las lágrimas de cocodrilo de Jonny (apa nombrecito que le pusieron a éste tenochca) Magallón o de la supuesta bravura de Omar que dando de manotasos y patadas quiso sustituir su falta de gol, del "Venado" que ni a Bambi llegó.
Obviamente que me hace muy feliz que las Chivas estuvieran tranquilamente en su casa viendo Yo amo a Juan Querendón (no creo que ninguno esté leyendo un libro) mientras se jugaba la Final del Clausura.
Fue realmente un hermoso momento presenciar vía televisiva cómo a las chivitas se les abría la cajuela y a pesar de "ser el equipo que mejor juega" (según algunos) no saben meter un gol.
Ahora la pregunta es, ¿a qué viene al caso esto, cuando la gozosa situación a la que me refiero pasó hace más de dos semanas? Pues porque la empecé a escribir el lunes siguiente a la Semifinal de Vuelta, donde el Chiverío se fue a ver a Vergara por perder.
Esto no quiere decir que no sea actual, pero por si las dudas agrego que me parece la manera más tonta de querer arruinar la carrera de un prometedor patea-balones, el que don V pretenda que Giovani juegue en el Re-baño.
El amigo Verch de plano cumple con aquél verso de Sabina: "Era tan pobre, que no tenía más que dinero". Todo lo quiere comprar, pero no se detiene a pensar (mucho pedir) el daño que le puede hacer al hijo de Zizinho llevándolo a la "Tierra de la Tortas Ahogadas".
Ya puedo ver cómo el siempre gracil, técnico y delicado Maza, o el no menos virtuoso Patlán se prenden porque el moreno los elude en un entrenamiento y le hacen sushi la tibia y el peroné.
Pero también me cuesta trabajo vislumbrar a Joan Laporta preguntando: "¿Se acuerdan del chico mexicano que teníamos?, ¿saben si sigue jugando?" De plano Gio desaparecería del mapa como el encargado de alimentar al Tigre Toño y a Simba.
De verdad que no es porque sean las Chivas, mira que si América estuviera intentando lo mismo, opinaría igual, pobre Giovani sería para él una decisión tan dulce como escoger si morir quemado o ahogado.
Pero como aquí el loquito es don George, el barón de los polvos, sólo me queda decir para reforzar lo dicho por, él sí Don, Sabina lo que decía don Fecundo Cabrón o Facundo Cabral, que en este caso se aplica en el futbol sólo algunas veces, porque ahí (como en todo el mundo) todos tienen un precio: "Sólo lo barato se compra con el dinero".
Lo que yo quise fue que se quedara el término lambs, porque voy a hablar de las siempre folclóricas y sobreestimadas Chivas.
Miren que me chocan esos que todo lo ponen en inglés, como si se tratara de un código secreto o un mensaje en una lengua muerta, creyendo que así pocos lo entenderán, o que lo hacen simplemente para darse su taco. Vean los chats y están llenos de frases nombres y jaladas escritas en inglés (muchas veces escritas con las nalgas y la luz apagada). Muy su gusto, pero lo mío fue para poder ligarlo con el Omniequipo.
Conste que este espacio no pretende ser futbolero, pero es demasiada tentación ver a medio México y medio mundo, como creen ellos ser, tirado en el piso llorando su derrota, metiendo la cabeza en el hoyo que dejó una avestruz que le iba al América, y no meterles un cate extra.
Y cómo hablar ahora de Chivas sin burlarme –le voy al América– de las lágrimas de cocodrilo de Jonny (apa nombrecito que le pusieron a éste tenochca) Magallón o de la supuesta bravura de Omar que dando de manotasos y patadas quiso sustituir su falta de gol, del "Venado" que ni a Bambi llegó.
Obviamente que me hace muy feliz que las Chivas estuvieran tranquilamente en su casa viendo Yo amo a Juan Querendón (no creo que ninguno esté leyendo un libro) mientras se jugaba la Final del Clausura.
Fue realmente un hermoso momento presenciar vía televisiva cómo a las chivitas se les abría la cajuela y a pesar de "ser el equipo que mejor juega" (según algunos) no saben meter un gol.
Ahora la pregunta es, ¿a qué viene al caso esto, cuando la gozosa situación a la que me refiero pasó hace más de dos semanas? Pues porque la empecé a escribir el lunes siguiente a la Semifinal de Vuelta, donde el Chiverío se fue a ver a Vergara por perder.
Esto no quiere decir que no sea actual, pero por si las dudas agrego que me parece la manera más tonta de querer arruinar la carrera de un prometedor patea-balones, el que don V pretenda que Giovani juegue en el Re-baño.
El amigo Verch de plano cumple con aquél verso de Sabina: "Era tan pobre, que no tenía más que dinero". Todo lo quiere comprar, pero no se detiene a pensar (mucho pedir) el daño que le puede hacer al hijo de Zizinho llevándolo a la "Tierra de la Tortas Ahogadas".
Ya puedo ver cómo el siempre gracil, técnico y delicado Maza, o el no menos virtuoso Patlán se prenden porque el moreno los elude en un entrenamiento y le hacen sushi la tibia y el peroné.
Pero también me cuesta trabajo vislumbrar a Joan Laporta preguntando: "¿Se acuerdan del chico mexicano que teníamos?, ¿saben si sigue jugando?" De plano Gio desaparecería del mapa como el encargado de alimentar al Tigre Toño y a Simba.
De verdad que no es porque sean las Chivas, mira que si América estuviera intentando lo mismo, opinaría igual, pobre Giovani sería para él una decisión tan dulce como escoger si morir quemado o ahogado.
Pero como aquí el loquito es don George, el barón de los polvos, sólo me queda decir para reforzar lo dicho por, él sí Don, Sabina lo que decía don Fecundo Cabrón o Facundo Cabral, que en este caso se aplica en el futbol sólo algunas veces, porque ahí (como en todo el mundo) todos tienen un precio: "Sólo lo barato se compra con el dinero".
16 mayo, 2007
Cinco agrados y un odio
A petición de mi buen amigo Miguel Bri, la cual llevo dos semanas sin cumplir por: decidia, trabajo, cansancio, falta de inspiración, hartazgo y una que otra preocupación de esas que expulsan mis cabellos de los folículos capilares, hoy teclearé —porque por ahí dicen que escribir no cualquiera, si acaso Saramago, García Márquez o Joyce— mis cinco agrados y un odio.
Este "torito" que me aventó el Freakney no es sencillo, quizás sería más fácil dar cinco odios y un agrado porque no soy de esas personas que no albergan rencores en su corazón, leen a Paulo Coelho, Cornejo y Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Ni maíz, a mí si alguien me zurra, me zurra y siempre, si algo me abomina, me abomina y difícilmente dejará de abominarme. La edad me ha ablandado en algunas cosas, pero mis odios permanecen felizmente intactos.
No se puede ir por la vida queriéndolo todo y repartiendo flores como si fueras una ninfa. Los amores, como los odios te hacen vivir, y pues bueno, contestaré al "batón" (así dijo Bri que se llama esta onda del reto blogero que consistió en que él escribió sus cinco agrados y un odio y luego nos pidió a algunos que hiciéramos lo mismo, algo así como lo que hace la mano hace la tras o las cebollitas, pero con calzones), con mucho gusto.
Mis agrados (no puedo desligar la palabra agrado, de La Agrado, el personaje de Almodóvar en Todo sobre mi madre, ni tampoco de Olvido Gara, mejor conocida como Alaska, de los Pegamoides, luego Dinarama ahora Fangoria, seguro es una fijación por la rola de Cómo pudiste hacerme esto a mí, bueno, yo me entiendo, no hagan caso).
1.- Odio... perdón estamos en los agrados, me agrada... momento, momento, hace un segundo volví a abrir el blog u.n.i.c.o. de Britney y estoy en un grave error, pero con el tiempo justo para repararlo: ¡¡¡¡Son cinco odios y un agrado!!! Carajo, mi dislexia infectó el blog, perdón, ya decía yo que esa visión de encontrar cinco cosas hermosas era algo demasiado fresa para venir del apocalíptico Bri. Sorry, rebobino y vuelvo a empezar.
Mis odios (caray, me sentí liberado de sólo escribirlo, siento que puedo odiar a cualquiera y escribir sobre ello). Y van pues.
1.- Ahora sí, odio a las personas que te saludan como si fueras su amigo de toda la vida, como esas viejas que te dicen cariño o mi amor cuando tienen dos semanas de conocerte o esos weyes que te dicen hermano, cuando esa palabra hasta viniendo de tu hermano suena rara. Por lo regular estos elementos de la fauna contemporánea "hermanean" hasta al wey del alcoholímetro y supongo que lo hacen para granjearse la simpatía y los favores de todos o simplemente porque son tan miserablemente grises que creen que así alguien les tirará un flato y será su amigo. No lo sé, ni me interesa, pero lo que sí me da un mazazo es soportarlos, más bien padecerlos y como no soy de los que puedan ocultar sus sentimientos, se me nota inmediatamente que estos billetes de 2.50, estos clones de mamá campanita, me zurran.
2.- (Se siente bien sacar estos odios, sigo...) Odio la salsa catsup, no puedo ni verla si estoy comiendo. Esta mezcla uniforme, espesa, roja y sin chiste es la aberración culinaria más grande que haya tocado mesa alguna. ¡Agua, jitomate y azúcar! Guácala. Desde niño me ha perseguido este odio, desde que sin preguntarme me servían mi huevito y le ponían catsup, desde que me arruinaban cada hot dog y cada hamburguesa con el mismo lento amasijo que aparte tarda segundos en dignarse salir de su botella, y que cuando sale, por lo regular sale más del deseado. He escuchado durante mi vida miles de veces la letanía: "una hamburguesa sin catsup no es hamburguesa" o el "a qué te sabe una hamburguesa sin catsup", pues me vale, no me gusta y la odio, me vomito de verla en mi mesa. A lo mejor mi daltonismo también tocó mi lengua y no distingo los sabores como los demás o simplemente mi paladar exige un poco más de respeto.
3.- Odio los musicales, todas esas obras de teatro ñoñas y más cuando son películas, donde el protagonista le dice a la dama en turno... te quiero decir que... y empieza a cantar y bailar bajo la lluvia. Qué asco, es como para mi tía Cuca que a todo decía "mira qué bonita variedad mijo". Cats, Chicago, la Bella y la bestia, por mí se pueden estrenar y poner mil veces estos bodrios, que a menos de que me lo pida mi esposa o mis hijos, no voy , no voy y no voy.
4.- Alucino gacho a los "expertos en política" que odian al Peje por naco (y hay que verlos), pero que no son capaces de esgrimir ninguna explicación fundamentada para decir que era la reencarnación de Stroessner y primo hermano de Videla. Que todo lo rojo se les hace del diablo y cuya moral es más doble que la sexualidad de Armando Palomo. No quiero decir que odio a los antipejistas, para nada, cada quien es libre de votar por quien su corazón o su lonchibón ordene, pero si son zurrantes aquellos que sin argumentos, sólo porque era "naco" lo tachaban. Caray, lo más fácil del mundo es quemar brujas. Este tipo de personajes se suben al tren de la denostación de todo aquello que desconocen. Creo que del odio pasé a la lástima. Ahí la dejo.
5.- Odio... a los grandes reporteros. Esos que caminan con la neta de la mano. Esos que lo han hecho todo y que escriben como nadie. Que son los únicos que entienden lo que quiere decir la compleja fuente. A los que no se les van notas, sino que la competencia "voló" la nota o no saben nada del tema. Los mismos que odian a los novatos y que con sus largos mantos blancos juzgan a los pobres obreros de la información que sólo tratamos de generar notas, de preferencia exclusivas y cuando menos oportunas e interesantes.
Agrado
1.- Me agrada platicar con Ari, redescubrir con él todas las dudas que puede generar el mundo en alguien que acaba de llegar a él y darme cuenta que a mi edad, tampoco las he despejado todas y ni siquiera las que creía entendidas las creo al 100 por ciento.
Dicho lo anterior declaro cumplida una deuda y podemos ir en paz que la masa se ha terminado.
PD: Ahora este batón de cinco odios y un agrado se lo paso a Carlos Rodríguez y su primetime, a Carlos Uriegas y su marquesdesade71 y a Roberto Vargas en sus demonios. No lo tomen como una cadena y lo podrán resolver.
Este "torito" que me aventó el Freakney no es sencillo, quizás sería más fácil dar cinco odios y un agrado porque no soy de esas personas que no albergan rencores en su corazón, leen a Paulo Coelho, Cornejo y Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Ni maíz, a mí si alguien me zurra, me zurra y siempre, si algo me abomina, me abomina y difícilmente dejará de abominarme. La edad me ha ablandado en algunas cosas, pero mis odios permanecen felizmente intactos.
No se puede ir por la vida queriéndolo todo y repartiendo flores como si fueras una ninfa. Los amores, como los odios te hacen vivir, y pues bueno, contestaré al "batón" (así dijo Bri que se llama esta onda del reto blogero que consistió en que él escribió sus cinco agrados y un odio y luego nos pidió a algunos que hiciéramos lo mismo, algo así como lo que hace la mano hace la tras o las cebollitas, pero con calzones), con mucho gusto.
Mis agrados (no puedo desligar la palabra agrado, de La Agrado, el personaje de Almodóvar en Todo sobre mi madre, ni tampoco de Olvido Gara, mejor conocida como Alaska, de los Pegamoides, luego Dinarama ahora Fangoria, seguro es una fijación por la rola de Cómo pudiste hacerme esto a mí, bueno, yo me entiendo, no hagan caso).
1.- Odio... perdón estamos en los agrados, me agrada... momento, momento, hace un segundo volví a abrir el blog u.n.i.c.o. de Britney y estoy en un grave error, pero con el tiempo justo para repararlo: ¡¡¡¡Son cinco odios y un agrado!!! Carajo, mi dislexia infectó el blog, perdón, ya decía yo que esa visión de encontrar cinco cosas hermosas era algo demasiado fresa para venir del apocalíptico Bri. Sorry, rebobino y vuelvo a empezar.
Mis odios (caray, me sentí liberado de sólo escribirlo, siento que puedo odiar a cualquiera y escribir sobre ello). Y van pues.
1.- Ahora sí, odio a las personas que te saludan como si fueras su amigo de toda la vida, como esas viejas que te dicen cariño o mi amor cuando tienen dos semanas de conocerte o esos weyes que te dicen hermano, cuando esa palabra hasta viniendo de tu hermano suena rara. Por lo regular estos elementos de la fauna contemporánea "hermanean" hasta al wey del alcoholímetro y supongo que lo hacen para granjearse la simpatía y los favores de todos o simplemente porque son tan miserablemente grises que creen que así alguien les tirará un flato y será su amigo. No lo sé, ni me interesa, pero lo que sí me da un mazazo es soportarlos, más bien padecerlos y como no soy de los que puedan ocultar sus sentimientos, se me nota inmediatamente que estos billetes de 2.50, estos clones de mamá campanita, me zurran.
2.- (Se siente bien sacar estos odios, sigo...) Odio la salsa catsup, no puedo ni verla si estoy comiendo. Esta mezcla uniforme, espesa, roja y sin chiste es la aberración culinaria más grande que haya tocado mesa alguna. ¡Agua, jitomate y azúcar! Guácala. Desde niño me ha perseguido este odio, desde que sin preguntarme me servían mi huevito y le ponían catsup, desde que me arruinaban cada hot dog y cada hamburguesa con el mismo lento amasijo que aparte tarda segundos en dignarse salir de su botella, y que cuando sale, por lo regular sale más del deseado. He escuchado durante mi vida miles de veces la letanía: "una hamburguesa sin catsup no es hamburguesa" o el "a qué te sabe una hamburguesa sin catsup", pues me vale, no me gusta y la odio, me vomito de verla en mi mesa. A lo mejor mi daltonismo también tocó mi lengua y no distingo los sabores como los demás o simplemente mi paladar exige un poco más de respeto.
3.- Odio los musicales, todas esas obras de teatro ñoñas y más cuando son películas, donde el protagonista le dice a la dama en turno... te quiero decir que... y empieza a cantar y bailar bajo la lluvia. Qué asco, es como para mi tía Cuca que a todo decía "mira qué bonita variedad mijo". Cats, Chicago, la Bella y la bestia, por mí se pueden estrenar y poner mil veces estos bodrios, que a menos de que me lo pida mi esposa o mis hijos, no voy , no voy y no voy.
4.- Alucino gacho a los "expertos en política" que odian al Peje por naco (y hay que verlos), pero que no son capaces de esgrimir ninguna explicación fundamentada para decir que era la reencarnación de Stroessner y primo hermano de Videla. Que todo lo rojo se les hace del diablo y cuya moral es más doble que la sexualidad de Armando Palomo. No quiero decir que odio a los antipejistas, para nada, cada quien es libre de votar por quien su corazón o su lonchibón ordene, pero si son zurrantes aquellos que sin argumentos, sólo porque era "naco" lo tachaban. Caray, lo más fácil del mundo es quemar brujas. Este tipo de personajes se suben al tren de la denostación de todo aquello que desconocen. Creo que del odio pasé a la lástima. Ahí la dejo.
5.- Odio... a los grandes reporteros. Esos que caminan con la neta de la mano. Esos que lo han hecho todo y que escriben como nadie. Que son los únicos que entienden lo que quiere decir la compleja fuente. A los que no se les van notas, sino que la competencia "voló" la nota o no saben nada del tema. Los mismos que odian a los novatos y que con sus largos mantos blancos juzgan a los pobres obreros de la información que sólo tratamos de generar notas, de preferencia exclusivas y cuando menos oportunas e interesantes.
Agrado
1.- Me agrada platicar con Ari, redescubrir con él todas las dudas que puede generar el mundo en alguien que acaba de llegar a él y darme cuenta que a mi edad, tampoco las he despejado todas y ni siquiera las que creía entendidas las creo al 100 por ciento.
Dicho lo anterior declaro cumplida una deuda y podemos ir en paz que la masa se ha terminado.
PD: Ahora este batón de cinco odios y un agrado se lo paso a Carlos Rodríguez y su primetime, a Carlos Uriegas y su marquesdesade71 y a Roberto Vargas en sus demonios. No lo tomen como una cadena y lo podrán resolver.
25 abril, 2007
Hace un año
Y llegó el día en que decidí que 12 años 7 meses y 20 días eran suficientes para mí.
Ese día me lo escogí yo, pero me lo marcó un notario el 25 de abril del 2006 para firmar escrituras. El mismo día en que me embarqué por un departamento para mi familia, ese día dejé Reforma para siempre.
Hoy curiosamente, ahora en otro día que escogí yo, sólo que ahora apurado por la fecha límite para la declaración anual de personas físicas en el año fiscal 2006, volví a Reforma sólo por unos segundos y para recoger mi comprobante de percepciones.
He de reconocer que el simple hecho de pensar en volver a pisar ese edificio de falsa cantera rosa, donde doña Wawis cometió algunos de los más catastróficos pecados arquitectónicos de los últimos 15 años (no lo digo yo, que al fin y al cabo no soy Barragán para opinar sobre arquitectura, lo dijo Guillermo Tovar y de Teresa, ex cronista de la ciudad, cuando vio la combinación colonial, prehispánica y barroca, rematada con dos discretos atlantes de Tula de cinco metros de alto que vigilaban la redacción, y también un tímido calendario azteca que dominaba la microplaza desde lo alto, pegado al domo, exhibiendo con altivez sus tres y medio metros de diámetro). Sólo de pensar eso me daba urticaria.
Pero finalmente no me dio sarna ni nada parecido, al contrario, pude ver lo que me gustaba más, y al final, lo único que me tenía ahí: mis amigos.
Encontré caras que me vieron con cariño. Desaparecieron las apocalípticas visiones de los discursos de aniversario de Junco, acompañadas con un lonchibón. También se fue Catón queriéndole hacer al cómico, la interminable y tacaña rifa con el humor (si es que a eso se le puede llamar humor) tan uruguayamente insípido de Homero, los improvisados maestros de ceremonias (todos unos lametraseros), el imbécil de Castaño haciéndola de mimo (el maestro de todos los lameculos del mundo) y los reconocimientos de antigüedad que nunca decían "por 10 años de trabajo" si no algo como "por su ayuda incondicional a este diario" (suena más poético, pero es para que no uses el pergaminito en la demanda de despido injustificado como prueba del tiempo que dejaste embarrados los ojos en esas computadoras).
Por un momento, antes de que bajara Patricia Ledezma con mis documentos, en la prerecepción, en esa que sólo ocupan los del Pane en Vía y el señor de los jugos, porque les (nos) está vedado ir más allá, sonreí al acordarme de cierto sujeto que no mencionaré porque podría cobrarme derechos Hanna Barbera por lucrar con uno de los Flinstones o porque Sabritas y todos las papas fritas se podrían sentir. Ese personaje, regio, por supuesto, y soberbio como pocos, de repente se acercaba a la computadora de mi buen amigo Kik, donde el proyecto de portada relucía, entonces sin más ni más y como quien cree que de su boca saldría un E=mc2, decía frecuentemente: "voy a decir una pendejada, no me hagan caso, pero, ¿qué tal si ponemos de portada...?", y acto seguido como si tratara de una profecía, no de esas de Nostradamus que nunca se cumplen, sino como del Madden 07, la pendejada brotaba y se materializaba en una "bonita" portada.
¡Qué honestidad!, ¡qué oportunidad!, ¡qué humildad! Nunca nos falló, lo decía y lo cumplía. Esta práctica del mencionado personaje que patentó un "Nooooo mameeees, dónde estamos" en un agudo regio que a manera de falsete habría envidiado Miguel Aceves Mejía, dejó escuela y no faltaba algún rubio amigo (que no es mi 'Patitas', sino un rubio por güero) que también se animaba a seguir a su pastor con la proverbial "a ver, voy a decir una pendejada..."
En fin, ya lo dice aquella máxima de la vida, algunos tendemos a subir y otros suben a tender.
El policía de la entrada, que se portó muy amable, se me quedaba viendo como diciendo: "de qué se ríe este güey", mientras entre saludo y saludo con los ex compñaeros, mi urticaria se convirtió en un buen momento.
Y así podría seguirme con buenas y malas experiencias, más las buenas, pero no tan cotorreables como las amargas, que a la distancia se transforman en sonrisas (claro, porque yo ya no tengo que padecer al sincerote, dirán algunos).
Lo bueno de haber estado en Reforma fue que de mis jefes (Andrés, Alex, Yicha, Jaime y hasta Ernesto) y mis compañeros (los de la generación primigenia, esos trilobites con grabadora: Tapia, Luna, Chuy, Padilla, Pablo, Quispe, el Bull, Alejandro González, Martha Isela, la Sra. Gudiño, Laurita Ramos y por supuesto la Beni) aprendí muchísimo más de lo que alcanzo a darme cuenta si lo pienso de una sola vez, porque lo que sé ahora se lo debo a ellos y sale cada día en mi trabajo.
También a los que llegaron después fueron un agasajo, porque además de todo nos divertimos mucho. El Sr. Colorado, a Luis Homero, Iván, el Flac, Edú, Abel, el Truck, Uri, Alonso, Rodman, Pelitos, Diego, Sandra, Rou, Ivis, Luis, Cacharpo, Carnita, Rol, Erika, Britney, Mele, Gaby, Luijmi, Balleschuecos, Lennart, Juanca, Héctor, Madri, Canela, Leal, Al Unser, Distrael, ya no sigo porque seguro voy a olvidar a alguno y no quiero, además de que no he contado a los diseñadores que también son una raza adorable.
Hoy juego para Récord, otro equipo, y como todos los que jugamos, quiero ser el mejor y creo estar en el mejor equipo.
Al equipo anterior lo respeto, pero agradezco mucho al que me acogió (que se recalque mucho la "a " del inicio porque no ha llegado a tanto la buena recepción). No creo en aquellos que no festejan los goles que le meten a su ex equipo, creo que la mejor forma de hacer honor a esos más de 12 años, es cada día ser mejor de lo que era allá y cada gol lo grito y lo grito fuerte.
Acá aprendo todos los días y no es fácil llenarle el ojo con trabajo a Gmz y a Edú, pero por lo menos cada vez que la cago recibo una palabra de aliento y no un "noooooooooo mameees".
Mi cabello ha crecido y mi tranquilidad también. Mi trabajo es más y mentiría si digo que no extraño. Me halaga que me digan que regrese (pero lo que me lleve), pero primero sale del clóset el personaje de la sinceridad editorial que yo vuelva a trabajar por allá.
Para los que dejé y para Iván que me trajo. Salud amigos todos.
Ese día me lo escogí yo, pero me lo marcó un notario el 25 de abril del 2006 para firmar escrituras. El mismo día en que me embarqué por un departamento para mi familia, ese día dejé Reforma para siempre.
Hoy curiosamente, ahora en otro día que escogí yo, sólo que ahora apurado por la fecha límite para la declaración anual de personas físicas en el año fiscal 2006, volví a Reforma sólo por unos segundos y para recoger mi comprobante de percepciones.
He de reconocer que el simple hecho de pensar en volver a pisar ese edificio de falsa cantera rosa, donde doña Wawis cometió algunos de los más catastróficos pecados arquitectónicos de los últimos 15 años (no lo digo yo, que al fin y al cabo no soy Barragán para opinar sobre arquitectura, lo dijo Guillermo Tovar y de Teresa, ex cronista de la ciudad, cuando vio la combinación colonial, prehispánica y barroca, rematada con dos discretos atlantes de Tula de cinco metros de alto que vigilaban la redacción, y también un tímido calendario azteca que dominaba la microplaza desde lo alto, pegado al domo, exhibiendo con altivez sus tres y medio metros de diámetro). Sólo de pensar eso me daba urticaria.
Pero finalmente no me dio sarna ni nada parecido, al contrario, pude ver lo que me gustaba más, y al final, lo único que me tenía ahí: mis amigos.
Encontré caras que me vieron con cariño. Desaparecieron las apocalípticas visiones de los discursos de aniversario de Junco, acompañadas con un lonchibón. También se fue Catón queriéndole hacer al cómico, la interminable y tacaña rifa con el humor (si es que a eso se le puede llamar humor) tan uruguayamente insípido de Homero, los improvisados maestros de ceremonias (todos unos lametraseros), el imbécil de Castaño haciéndola de mimo (el maestro de todos los lameculos del mundo) y los reconocimientos de antigüedad que nunca decían "por 10 años de trabajo" si no algo como "por su ayuda incondicional a este diario" (suena más poético, pero es para que no uses el pergaminito en la demanda de despido injustificado como prueba del tiempo que dejaste embarrados los ojos en esas computadoras).
Por un momento, antes de que bajara Patricia Ledezma con mis documentos, en la prerecepción, en esa que sólo ocupan los del Pane en Vía y el señor de los jugos, porque les (nos) está vedado ir más allá, sonreí al acordarme de cierto sujeto que no mencionaré porque podría cobrarme derechos Hanna Barbera por lucrar con uno de los Flinstones o porque Sabritas y todos las papas fritas se podrían sentir. Ese personaje, regio, por supuesto, y soberbio como pocos, de repente se acercaba a la computadora de mi buen amigo Kik, donde el proyecto de portada relucía, entonces sin más ni más y como quien cree que de su boca saldría un E=mc2, decía frecuentemente: "voy a decir una pendejada, no me hagan caso, pero, ¿qué tal si ponemos de portada...?", y acto seguido como si tratara de una profecía, no de esas de Nostradamus que nunca se cumplen, sino como del Madden 07, la pendejada brotaba y se materializaba en una "bonita" portada.
¡Qué honestidad!, ¡qué oportunidad!, ¡qué humildad! Nunca nos falló, lo decía y lo cumplía. Esta práctica del mencionado personaje que patentó un "Nooooo mameeees, dónde estamos" en un agudo regio que a manera de falsete habría envidiado Miguel Aceves Mejía, dejó escuela y no faltaba algún rubio amigo (que no es mi 'Patitas', sino un rubio por güero) que también se animaba a seguir a su pastor con la proverbial "a ver, voy a decir una pendejada..."
En fin, ya lo dice aquella máxima de la vida, algunos tendemos a subir y otros suben a tender.
El policía de la entrada, que se portó muy amable, se me quedaba viendo como diciendo: "de qué se ríe este güey", mientras entre saludo y saludo con los ex compñaeros, mi urticaria se convirtió en un buen momento.
Y así podría seguirme con buenas y malas experiencias, más las buenas, pero no tan cotorreables como las amargas, que a la distancia se transforman en sonrisas (claro, porque yo ya no tengo que padecer al sincerote, dirán algunos).
Lo bueno de haber estado en Reforma fue que de mis jefes (Andrés, Alex, Yicha, Jaime y hasta Ernesto) y mis compañeros (los de la generación primigenia, esos trilobites con grabadora: Tapia, Luna, Chuy, Padilla, Pablo, Quispe, el Bull, Alejandro González, Martha Isela, la Sra. Gudiño, Laurita Ramos y por supuesto la Beni) aprendí muchísimo más de lo que alcanzo a darme cuenta si lo pienso de una sola vez, porque lo que sé ahora se lo debo a ellos y sale cada día en mi trabajo.
También a los que llegaron después fueron un agasajo, porque además de todo nos divertimos mucho. El Sr. Colorado, a Luis Homero, Iván, el Flac, Edú, Abel, el Truck, Uri, Alonso, Rodman, Pelitos, Diego, Sandra, Rou, Ivis, Luis, Cacharpo, Carnita, Rol, Erika, Britney, Mele, Gaby, Luijmi, Balleschuecos, Lennart, Juanca, Héctor, Madri, Canela, Leal, Al Unser, Distrael, ya no sigo porque seguro voy a olvidar a alguno y no quiero, además de que no he contado a los diseñadores que también son una raza adorable.
Hoy juego para Récord, otro equipo, y como todos los que jugamos, quiero ser el mejor y creo estar en el mejor equipo.
Al equipo anterior lo respeto, pero agradezco mucho al que me acogió (que se recalque mucho la "a " del inicio porque no ha llegado a tanto la buena recepción). No creo en aquellos que no festejan los goles que le meten a su ex equipo, creo que la mejor forma de hacer honor a esos más de 12 años, es cada día ser mejor de lo que era allá y cada gol lo grito y lo grito fuerte.
Acá aprendo todos los días y no es fácil llenarle el ojo con trabajo a Gmz y a Edú, pero por lo menos cada vez que la cago recibo una palabra de aliento y no un "noooooooooo mameees".
Mi cabello ha crecido y mi tranquilidad también. Mi trabajo es más y mentiría si digo que no extraño. Me halaga que me digan que regrese (pero lo que me lleve), pero primero sale del clóset el personaje de la sinceridad editorial que yo vuelva a trabajar por allá.
Para los que dejé y para Iván que me trajo. Salud amigos todos.
05 abril, 2007
Cómo no te voy a jo...
Hoy lo voy a hacer. Hoy, aunque algunos de mis amigos se sientan (los inteligentes no lo harán [ya con esto evito reclamos, porque los que no quieran pasar por tontos no me reclamarán]) voy a cambiar... no, eso era y es de la D'Alessio, perdón fue un resbalón, no, lo que quería decir es que hoy voy a hablar de Pumas.
Y no tanto de los jugadores, que los hubo definitivamente zurrantes como Félix Cruz (corría como puñal) o Pablo Luna (es puñal) o Rafael Amador (con esa cara, si no es puñal que desperdicio de talento), más bien hablaré de los aficionados de Pumas, que son algo, por decirlo de una manera sutil, "especial".
No conozco uno que no se sienta robado cada vez que pierde su equipo, los árbitros, el poder económico del América (al que sí, efectivamente, antes de que surja el comentario de "claro este wey le ha de ir al pollo", sí le voy) y cualquier tipo de manifestación que consideran sobrenatural, es la responsable de sus derrotas, pero nunca lo son sus jugadores.
Es chistoso que cualquier cosa que pasa en la tierra la relacionan con el América. Si Chivas y Pachuca están en el Mundial de Clubes, su razonamiento es: pero ellos lo harán mejor que el "Güilo", y sí, América dio ternura de tan mal que lo hizo en Japón, pero todo lo piensan en azul y crema.
Antes de preguntar cómo quedaron los Pumas, se enteran de cómo le fue al América, y si perdió lo celebran más que una victoria suya. En cierto modo, y sólo como un simil no se me vayan a ofender y me vayan a ir a graffitear mi casa o me avienten al 'Nariz' para que me pegue, son águilas de clóset, todo lo ven con plumas y amarillo, son como los gays de clóset (y que me perdonen aquí ahora los gays) van al teibol y en vez de ver carne, se hacen ilusiones con el que cuida la puerta. ¡Concéntrense en lo suyo, cagajo! (como diría el insigne Tuca de cuyas preferencias, mejor no hablamos).
Son vaciados, no se los puedo negar, porque hay muchos que son Pumas porque en el examen de admisión a la UNAM se sacaron 4, es decir dos puntos más por encima del promedio (yo también me saqué lo mismo y entré a la Prepa 6) y se sintieron con la obligación moral de irle a los felinos. Es decir, que son como el Pichi en las películas cincuenteras que era el enemigo de Vitola, porque bailaba el mambo del Poli, o sea que con el número de cuenta les llegó el amor a la Máxima Casa de Estudios y todo lo que creen que de ella emana.
En mi caso, cuando llegué a la UNAM ya tenía 10 años viendo futbol y estaba definido futbolística y sexualmente (puras mujeres, reitero, muy aburrido que salí, ni hablar), pero no critico a los que cuando entraron se volvieron pumas y/o vieron en el gimnasio que era factible eso de los nenes con los nenes.
Aclaro que irle a Pumas y ser universitario no es lo mismo ni remotamente, algunos fuimos a la UNAM a estudiar (o jugar ping pong o frontón o cáscara), no a raptar camiones, atracar vinatas ni a creernos barras argentinos. Vamos marcando diferencias y que "Vive la diference".
Ahora, los Pumas (del futbol) tienen la difícil tarea de llevar el apellido de la UNAM, pero ni siquiera los más radicales me dejarán mentir si digo que los gángsters que dirigen el patronato que lleva el equipo, son todo menos un ejemplo de lo que es la Universidad, muchos jugadores sí lo han sido, tampoco me voy a hacer wey.
Hay muchos otros que ejercen su derecho a querer a la UNAM sin haber pisado más allá del metro Universidad y el estadio. De esos, creo que están perfectamente instalados en poder querer lo que se les dé la gana, son como los que me salen con que le van a los Irlandeses Peleadores de Notre Dame y lo único irlandés que conocen es un café flameado. Es su gusto y se les respeta.
Hay otros, que alegan que los Pumas reúnen a una masa estudiada, leida y escrebeida, harto culta y "a vanguard", y sí, hay una minoría (a la que pertenecen todos mis amigos pumas, no se enojen 'inga, esto no es para ustedes) que es gente de bien, pero díganme si lo mismo se puede aplicar al otro 90 por ciento de los entes que brincotean en CU cada 15 días.
Lo malo es que ahí, y el buen Uri no me dejará mentir porque lo vimos en un juego de Pumas-Toluca, hasta los que parece que no comen con las manos se contagian y se radicalizan al grado que querer llegar gustosos al terreno de los mamporros, nada más porque quieren que todos estén parados en el estadio los 90 minutos. ¡Mucha tolerancia, no hay eh!
Ya sé, me van a decir que los de América son todos los microbuseros y polleros del país, que la Monumental no es Harvard, es más no le llega ni al Herman Holleritt y les doy la razón, son eso y más, y por mí que un día un tornado se lleve la cabecera norte del Azteca y se los lleve a Kansas junto con Dorothy y su perro. Ya lo he dicho, le voy al América, pero si gana o si pierde me es como el ombligo, y si escribo esto, es porque en realidad los pumas son aparte, muy distintos a todos, y porque se me antojó, ¿qué, no puedo?
En descargo diré que no hay fan más orgulloso de su equipo que los felinos, no hay equipo que jale más mujeres (allá háganle la lectura que quieran a esto, pero las mismas que decían cada domingo "para qué ves el fut si siempre pierden" o que sólo se pambolizaban en los mundiales, son las mismas que luego salen con sangre azul y oro de "nacimiento"), tampoco hay un uniforme más representativo, ni un jugador más grande que Hugo, y salió de ahí. Lo acepto, lo reconozco y lo alabo, pero, ¿a poco no llega un momento en que ustedes mismos se voltean a ver cuando levantan el puño y se ven cantando junto a un doctor en medicina nuclear de esos que abundan en La Rebel, el himno de los Pumas y se dicen, creo que ya exageré?
También diré que, como en todo, hay Pumas moderados y sensatos, pero al último vivo se le vio con el Yeti en el Changabang hace como 20 años.
Bueno, igual y yo no siento nada así por ningún equipo de futbol, más que por los Chargers y esos son de tocho... seguro el que está mal soy yo... es más ni yo ni ustedes... sólo somos distintos.
Y no tanto de los jugadores, que los hubo definitivamente zurrantes como Félix Cruz (corría como puñal) o Pablo Luna (es puñal) o Rafael Amador (con esa cara, si no es puñal que desperdicio de talento), más bien hablaré de los aficionados de Pumas, que son algo, por decirlo de una manera sutil, "especial".
No conozco uno que no se sienta robado cada vez que pierde su equipo, los árbitros, el poder económico del América (al que sí, efectivamente, antes de que surja el comentario de "claro este wey le ha de ir al pollo", sí le voy) y cualquier tipo de manifestación que consideran sobrenatural, es la responsable de sus derrotas, pero nunca lo son sus jugadores.
Es chistoso que cualquier cosa que pasa en la tierra la relacionan con el América. Si Chivas y Pachuca están en el Mundial de Clubes, su razonamiento es: pero ellos lo harán mejor que el "Güilo", y sí, América dio ternura de tan mal que lo hizo en Japón, pero todo lo piensan en azul y crema.
Antes de preguntar cómo quedaron los Pumas, se enteran de cómo le fue al América, y si perdió lo celebran más que una victoria suya. En cierto modo, y sólo como un simil no se me vayan a ofender y me vayan a ir a graffitear mi casa o me avienten al 'Nariz' para que me pegue, son águilas de clóset, todo lo ven con plumas y amarillo, son como los gays de clóset (y que me perdonen aquí ahora los gays) van al teibol y en vez de ver carne, se hacen ilusiones con el que cuida la puerta. ¡Concéntrense en lo suyo, cagajo! (como diría el insigne Tuca de cuyas preferencias, mejor no hablamos).
Son vaciados, no se los puedo negar, porque hay muchos que son Pumas porque en el examen de admisión a la UNAM se sacaron 4, es decir dos puntos más por encima del promedio (yo también me saqué lo mismo y entré a la Prepa 6) y se sintieron con la obligación moral de irle a los felinos. Es decir, que son como el Pichi en las películas cincuenteras que era el enemigo de Vitola, porque bailaba el mambo del Poli, o sea que con el número de cuenta les llegó el amor a la Máxima Casa de Estudios y todo lo que creen que de ella emana.
En mi caso, cuando llegué a la UNAM ya tenía 10 años viendo futbol y estaba definido futbolística y sexualmente (puras mujeres, reitero, muy aburrido que salí, ni hablar), pero no critico a los que cuando entraron se volvieron pumas y/o vieron en el gimnasio que era factible eso de los nenes con los nenes.
Aclaro que irle a Pumas y ser universitario no es lo mismo ni remotamente, algunos fuimos a la UNAM a estudiar (o jugar ping pong o frontón o cáscara), no a raptar camiones, atracar vinatas ni a creernos barras argentinos. Vamos marcando diferencias y que "Vive la diference".
Ahora, los Pumas (del futbol) tienen la difícil tarea de llevar el apellido de la UNAM, pero ni siquiera los más radicales me dejarán mentir si digo que los gángsters que dirigen el patronato que lleva el equipo, son todo menos un ejemplo de lo que es la Universidad, muchos jugadores sí lo han sido, tampoco me voy a hacer wey.
Hay muchos otros que ejercen su derecho a querer a la UNAM sin haber pisado más allá del metro Universidad y el estadio. De esos, creo que están perfectamente instalados en poder querer lo que se les dé la gana, son como los que me salen con que le van a los Irlandeses Peleadores de Notre Dame y lo único irlandés que conocen es un café flameado. Es su gusto y se les respeta.
Hay otros, que alegan que los Pumas reúnen a una masa estudiada, leida y escrebeida, harto culta y "a vanguard", y sí, hay una minoría (a la que pertenecen todos mis amigos pumas, no se enojen 'inga, esto no es para ustedes) que es gente de bien, pero díganme si lo mismo se puede aplicar al otro 90 por ciento de los entes que brincotean en CU cada 15 días.
Lo malo es que ahí, y el buen Uri no me dejará mentir porque lo vimos en un juego de Pumas-Toluca, hasta los que parece que no comen con las manos se contagian y se radicalizan al grado que querer llegar gustosos al terreno de los mamporros, nada más porque quieren que todos estén parados en el estadio los 90 minutos. ¡Mucha tolerancia, no hay eh!
Ya sé, me van a decir que los de América son todos los microbuseros y polleros del país, que la Monumental no es Harvard, es más no le llega ni al Herman Holleritt y les doy la razón, son eso y más, y por mí que un día un tornado se lleve la cabecera norte del Azteca y se los lleve a Kansas junto con Dorothy y su perro. Ya lo he dicho, le voy al América, pero si gana o si pierde me es como el ombligo, y si escribo esto, es porque en realidad los pumas son aparte, muy distintos a todos, y porque se me antojó, ¿qué, no puedo?
En descargo diré que no hay fan más orgulloso de su equipo que los felinos, no hay equipo que jale más mujeres (allá háganle la lectura que quieran a esto, pero las mismas que decían cada domingo "para qué ves el fut si siempre pierden" o que sólo se pambolizaban en los mundiales, son las mismas que luego salen con sangre azul y oro de "nacimiento"), tampoco hay un uniforme más representativo, ni un jugador más grande que Hugo, y salió de ahí. Lo acepto, lo reconozco y lo alabo, pero, ¿a poco no llega un momento en que ustedes mismos se voltean a ver cuando levantan el puño y se ven cantando junto a un doctor en medicina nuclear de esos que abundan en La Rebel, el himno de los Pumas y se dicen, creo que ya exageré?
También diré que, como en todo, hay Pumas moderados y sensatos, pero al último vivo se le vio con el Yeti en el Changabang hace como 20 años.
Bueno, igual y yo no siento nada así por ningún equipo de futbol, más que por los Chargers y esos son de tocho... seguro el que está mal soy yo... es más ni yo ni ustedes... sólo somos distintos.
11 marzo, 2007
En vivo y a medio color
Para los que no lo sepan o para los que no se acuerden, yo soy daltónico y eso me da una visión exclusiva del mundo que difícilmente alguien podrá entender.
Atreverme a decir esto es casi como lo que hizo el chotito de RBD, al salir del clóset con todo y novio pegado a sus belfos. ¿Por qué? Porque es un auténtico dolor de tompiates admitir a cualquier persona, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia este padecimiento.
Así como el RBGay, cada vez que he hecho esta revelación (la del daltonismo, no la de mis preferencias sexuales, que son de lo más aburridas y comúnes: puras mujeres), comienzan a llegar las solicitudes de entrevista, los chacaleos banqueteros y los bombardeos de cuestionamientos.
Inmediatamente surge la tipa que apenas conoces, pero que oyó la plática, y que te enseña una horrible chalina que cuelga de su cuello, y te pregunta: "¿de qué color la ves?", en este caso, (no se lo dices, pero lo piensas), lo importante no es el color, sino que un día la laves para que deje de oler a pachuli asoleado de Coyoacán y que las lámparas de grasa que la adornan sean distinguibles, incluso para los no daltónicos.
Pero hasta tus cuates y amigos más cercanos, no se pueden abstraer de empezar un extenso test cromático que incluye las preguntitas de: "¿ves en blanco y negro como los perros?", "y cómo manejas, porque los semaforos son de colores, ¿no lo sabías?", o "¿entonces cómo le haces?" y "¿de qué color es ese coche?".
Invariablemente, unas veces con más paciencia que otras, unas con menos leperadas que otras, saco el bat y contesto con ánimo de sacar a mi interlocutor del parque: "no soy perro ni toro y veo colores, pero no como tú, simplemente los veo distintos".
Y me ha pasado de todo en el vía crucis de esta hemofilia del color, porque durante gran parte de mi infancia más bien pensé que era un imbécil de la gama cromática, porque yo decía "mira esa vieja con botas rosas", y eran grises, y se burlaban de mí.
Más tarde me di cuenta que no era un problema de aprendizaje, ni era porque hice sólo un año de kinder antes de entrar a la primaria a los 5 años (porque sí llegué a pensar que me había saltado una parte importante de la escolaridad y que por eso los colores eran una ciencia vedada para mí). No era así, y un día oí del daltonismo y dije, de aquí soy.
Luego me topé con mi primer test de daltonismo en una hoja de papel llena de puntitos de colores, y nada más que nunca pude ver los numerotes, que según dicen, estaban ahí formados.
Y sí, parafraseando al Hombre Elefante diré que ¡no soy un animal!, ¡no soy un fenómeno!, ¡soy un ser humano!
Como cultura general les diré que ningún daltónico confunde los mismos colores que otros, todos somos distintos y es muy improbable que haya mujeres daltónicas (por eso si juntas a siete van a coincidir en casi todo, sobre todo si se trata del tema hombres, todo depende del cristal con que se mira, y todas ellas ven todo igual), porque el daltonismo, descubierto por John Dalton, quien lo padecía, se encuentra en el cromosoma x, por lo que las mujeres, en su mayoría sólo son portadoras, y como es una enfermedad hereditaria, se la llegan a transmitir a sus hijos varones.
¿Qué tal? Ahora creo que ya hasta me siento mejor, me liberé, me siento nuevo, soy daltónico y qué, veo el mundo como nadie más, mi realidad no se parece a la de ningún otro, mi rojo, es sólo mi rojo, mi verde es sólo mi verde y esa tonalidad no existe en ningún pantone del universo, sólo en mi cabeza. Eso es ser daltónico, y mucho más, porque cuando escribo una crónica casi nunca hablo de color, describo las cosas y a las personas por lo que transmiten, por su esencia, por su forma y por su conducta, porque de nada me sirve decir que la rana verde hizo esto o aquello, si ni siquiera sé si es tan verde como me dicen que es o tan roja como la veo.
De ahora en adelante convocaré a la marcha anual por el orgullo daltónico y propondré una bandera sin colores para que la gente nos incluya y nos permita formar sociedades de convivencia... bueno, eso no, ya se me fueron las cabras, mejor ahí nos vemos.
Atreverme a decir esto es casi como lo que hizo el chotito de RBD, al salir del clóset con todo y novio pegado a sus belfos. ¿Por qué? Porque es un auténtico dolor de tompiates admitir a cualquier persona, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia este padecimiento.
Así como el RBGay, cada vez que he hecho esta revelación (la del daltonismo, no la de mis preferencias sexuales, que son de lo más aburridas y comúnes: puras mujeres), comienzan a llegar las solicitudes de entrevista, los chacaleos banqueteros y los bombardeos de cuestionamientos.
Inmediatamente surge la tipa que apenas conoces, pero que oyó la plática, y que te enseña una horrible chalina que cuelga de su cuello, y te pregunta: "¿de qué color la ves?", en este caso, (no se lo dices, pero lo piensas), lo importante no es el color, sino que un día la laves para que deje de oler a pachuli asoleado de Coyoacán y que las lámparas de grasa que la adornan sean distinguibles, incluso para los no daltónicos.
Pero hasta tus cuates y amigos más cercanos, no se pueden abstraer de empezar un extenso test cromático que incluye las preguntitas de: "¿ves en blanco y negro como los perros?", "y cómo manejas, porque los semaforos son de colores, ¿no lo sabías?", o "¿entonces cómo le haces?" y "¿de qué color es ese coche?".
Invariablemente, unas veces con más paciencia que otras, unas con menos leperadas que otras, saco el bat y contesto con ánimo de sacar a mi interlocutor del parque: "no soy perro ni toro y veo colores, pero no como tú, simplemente los veo distintos".
Y me ha pasado de todo en el vía crucis de esta hemofilia del color, porque durante gran parte de mi infancia más bien pensé que era un imbécil de la gama cromática, porque yo decía "mira esa vieja con botas rosas", y eran grises, y se burlaban de mí.
Más tarde me di cuenta que no era un problema de aprendizaje, ni era porque hice sólo un año de kinder antes de entrar a la primaria a los 5 años (porque sí llegué a pensar que me había saltado una parte importante de la escolaridad y que por eso los colores eran una ciencia vedada para mí). No era así, y un día oí del daltonismo y dije, de aquí soy.
Luego me topé con mi primer test de daltonismo en una hoja de papel llena de puntitos de colores, y nada más que nunca pude ver los numerotes, que según dicen, estaban ahí formados.
Y sí, parafraseando al Hombre Elefante diré que ¡no soy un animal!, ¡no soy un fenómeno!, ¡soy un ser humano!
Como cultura general les diré que ningún daltónico confunde los mismos colores que otros, todos somos distintos y es muy improbable que haya mujeres daltónicas (por eso si juntas a siete van a coincidir en casi todo, sobre todo si se trata del tema hombres, todo depende del cristal con que se mira, y todas ellas ven todo igual), porque el daltonismo, descubierto por John Dalton, quien lo padecía, se encuentra en el cromosoma x, por lo que las mujeres, en su mayoría sólo son portadoras, y como es una enfermedad hereditaria, se la llegan a transmitir a sus hijos varones.
¿Qué tal? Ahora creo que ya hasta me siento mejor, me liberé, me siento nuevo, soy daltónico y qué, veo el mundo como nadie más, mi realidad no se parece a la de ningún otro, mi rojo, es sólo mi rojo, mi verde es sólo mi verde y esa tonalidad no existe en ningún pantone del universo, sólo en mi cabeza. Eso es ser daltónico, y mucho más, porque cuando escribo una crónica casi nunca hablo de color, describo las cosas y a las personas por lo que transmiten, por su esencia, por su forma y por su conducta, porque de nada me sirve decir que la rana verde hizo esto o aquello, si ni siquiera sé si es tan verde como me dicen que es o tan roja como la veo.
De ahora en adelante convocaré a la marcha anual por el orgullo daltónico y propondré una bandera sin colores para que la gente nos incluya y nos permita formar sociedades de convivencia... bueno, eso no, ya se me fueron las cabras, mejor ahí nos vemos.
20 febrero, 2007
Ando de malitas
Desde la última vez que escribí a hoy, me he tenido que tragar muchas cosas.
Primero que las Chivas hayan ganado el título, con gol del enternecedoramente torpe Maza incluido, y festejo y promesas de estadio estilo casa de los Teletubbies de don Vergara. Felicidades a los que son Chivas, pero que eso no les bloquea en el mapa cerebral el área del buen gusto y reconocen que ese dueño suyo es tan elegante y propio como un sonoro flato en un bautizo o como Bush en una mezquita.
Segundo, mis amados Chargers que tienen el síndrome del jamaicón sin siquiera ser mexicanos (algún día habría que hacer un estudio sobre lo mexicanos que pueden llegar a ser por estar tan cerca de Tijuana y cómo influye esto en sus estruendosos fracasos) me hicieron pasar un triste fin de año. Caer en casa frente a un equipo (no me atrevo siquiera a nombrarlo) que mostraba jugada a jugada que no era mejor que nosotros, pero al que nos cansamos de enseñarle que ganar en Playoffs (y más con Mr. Schottenlooser) no es lo nuestro, me dolió y me sigue doliendo.
Los Pat's (ya me atreví a escribirlo y pronunciarlo dentro de mi cabeza) recibieron gustosos todas nuestras muestras de hospitalidad californiana y sólo faltó que Brady le mandara un Rolex de oro a Marlon McCree en señal de franco reconocimiento por su labor al interceptar y fumblear en cuarta oportunidad. ¡Me recargo en la pared! Ahora, ¿podrá el probadamente ineficaz y tibio Norv Turner mantener en curso ese barco? LT, por favor, no permitas que te pongan en la portada del Madden 2008, porque si te rompen una pierna auguro una temporada de 4-12.
En fin, cavilaciones sandieguenses y lamentos antichivas aparte, me declaro un amargado y harto de miles de tonterías que oigo, veo y presencio cada día, pero sólo compartiré la última que me hizo sentir el estómago como papel de estraza envolviendo medio kilo de vísceras de puerco. Me explico, me encontraba dándole gusto al pulgar derecho surcando el limitado espectro de la oferta a de la televisión comercial (no tengo cable, pero si lo escribo se me vuelve a pegar el espinazo con el ombligo de puro coraje) cuando aparecieron en escena un par de guapas féminas que no sé cómo se llaman, pero que lo que la vida les dio es lo que se ve, pero que cuando hablan se nota que la dotación neuronal no fue tan espléndida, quienes trataban de entrevistar a la rubia de labios de colágeno, Joanna Benedek.
Total que seguí dándole rienda a mi furor dactilar con el control, cuando volví a caer en el "hábil" cuestionario que recitaban, apuntador en oreja, nuestras estéticas locutoras y llegaron a la "singular", "original" e "inteligente" pregunta de: "¿Crees que la gente te ha encasillado como una mujer sexy y por ello no te ofrecen otro tipo de papeles?". Doña Benedek, como debe ser, lo pensó un rato y me sorprendió con "no me gusta ser sexy, no entiendo por qué sucede esto", claro que la falda rabona que sentada llegaba hasta el huesito de cadera y el escote al esternón eran como para apoyar la respuesta de la balcánica de petatiux.
El clímax fue la de los 64 mil pesos: "¿Alguna vez te desnudarías en cine?", ¡Qué bárbaro!, ¿dónde está el jurado del Pulitzer, porque tenemos dos ganadoras?. Pero Joanna no me defraudó con su respuesta: "Mira, no me gusta destaparme, pero si es un buen guión y está justificado, además de ser algo artístico, claro que lo pensaría".
¡Carajo! Creo que la Venus del Milo fue la primera en contestar eso y lo repiten estúpidamente, hetaira tras hetaira que surge en nuestro mal llamado "ámbito artístico".
Pero bueno, yo como dijo mi querido Monsiváis, yo sí me desnudaría, siempre y cuando no sea un buen guión, no esté justificado y no sea un desnudo artístico.
Primero que las Chivas hayan ganado el título, con gol del enternecedoramente torpe Maza incluido, y festejo y promesas de estadio estilo casa de los Teletubbies de don Vergara. Felicidades a los que son Chivas, pero que eso no les bloquea en el mapa cerebral el área del buen gusto y reconocen que ese dueño suyo es tan elegante y propio como un sonoro flato en un bautizo o como Bush en una mezquita.
Segundo, mis amados Chargers que tienen el síndrome del jamaicón sin siquiera ser mexicanos (algún día habría que hacer un estudio sobre lo mexicanos que pueden llegar a ser por estar tan cerca de Tijuana y cómo influye esto en sus estruendosos fracasos) me hicieron pasar un triste fin de año. Caer en casa frente a un equipo (no me atrevo siquiera a nombrarlo) que mostraba jugada a jugada que no era mejor que nosotros, pero al que nos cansamos de enseñarle que ganar en Playoffs (y más con Mr. Schottenlooser) no es lo nuestro, me dolió y me sigue doliendo.
Los Pat's (ya me atreví a escribirlo y pronunciarlo dentro de mi cabeza) recibieron gustosos todas nuestras muestras de hospitalidad californiana y sólo faltó que Brady le mandara un Rolex de oro a Marlon McCree en señal de franco reconocimiento por su labor al interceptar y fumblear en cuarta oportunidad. ¡Me recargo en la pared! Ahora, ¿podrá el probadamente ineficaz y tibio Norv Turner mantener en curso ese barco? LT, por favor, no permitas que te pongan en la portada del Madden 2008, porque si te rompen una pierna auguro una temporada de 4-12.
En fin, cavilaciones sandieguenses y lamentos antichivas aparte, me declaro un amargado y harto de miles de tonterías que oigo, veo y presencio cada día, pero sólo compartiré la última que me hizo sentir el estómago como papel de estraza envolviendo medio kilo de vísceras de puerco. Me explico, me encontraba dándole gusto al pulgar derecho surcando el limitado espectro de la oferta a de la televisión comercial (no tengo cable, pero si lo escribo se me vuelve a pegar el espinazo con el ombligo de puro coraje) cuando aparecieron en escena un par de guapas féminas que no sé cómo se llaman, pero que lo que la vida les dio es lo que se ve, pero que cuando hablan se nota que la dotación neuronal no fue tan espléndida, quienes trataban de entrevistar a la rubia de labios de colágeno, Joanna Benedek.
Total que seguí dándole rienda a mi furor dactilar con el control, cuando volví a caer en el "hábil" cuestionario que recitaban, apuntador en oreja, nuestras estéticas locutoras y llegaron a la "singular", "original" e "inteligente" pregunta de: "¿Crees que la gente te ha encasillado como una mujer sexy y por ello no te ofrecen otro tipo de papeles?". Doña Benedek, como debe ser, lo pensó un rato y me sorprendió con "no me gusta ser sexy, no entiendo por qué sucede esto", claro que la falda rabona que sentada llegaba hasta el huesito de cadera y el escote al esternón eran como para apoyar la respuesta de la balcánica de petatiux.
El clímax fue la de los 64 mil pesos: "¿Alguna vez te desnudarías en cine?", ¡Qué bárbaro!, ¿dónde está el jurado del Pulitzer, porque tenemos dos ganadoras?. Pero Joanna no me defraudó con su respuesta: "Mira, no me gusta destaparme, pero si es un buen guión y está justificado, además de ser algo artístico, claro que lo pensaría".
¡Carajo! Creo que la Venus del Milo fue la primera en contestar eso y lo repiten estúpidamente, hetaira tras hetaira que surge en nuestro mal llamado "ámbito artístico".
Pero bueno, yo como dijo mi querido Monsiváis, yo sí me desnudaría, siempre y cuando no sea un buen guión, no esté justificado y no sea un desnudo artístico.
07 diciembre, 2006
Más sabe la gorda por gorda que por vieja
Todos conocemos a una gorda.
Todos la vemos y nos regodeamos, horrorizamos, simpatizamos o compadecemos.
Todos le decimos: "Te ves muy bien, estás bajando de peso".
Todos le vemos la panza y no nos fijamos en nuestras lonjas.
En este mundo lleno de anoréxicas y anoréxicos (verdad Flack) el peor pecado parece ser la obesidad, pero lo que no vemos es que todos llevamos una gorda dentro.
Y no me refiero a una de chicharrón, sino a la personalidad de esas adiposas criaturas que pueblan la faz de la tierra y que están estratégicamente diseminadas en cada salón de clases, oficina, estética y casa del mundo.
Pero, ¿qué es una gorda? Una gorda puede ser casi cualquier cosa, pero nunca pasa desapercibida, porque es escandalosa, bullanguera, amiguera, su risa incomoda y su ropa pide a gritos un relevo, porque sus costuras luchan para no separarse y sus botones amenazan con sacar más de un ojo si sueltan sus amarres.
Una gorda es una vieja mal hablada, capaz de liarse a golpes con un microbusero o de pelearse en cualquier restaurante con un mesero, porque su sopa estaba medio grado más fría o porque la salsa verde se ve muy pálida.
Una gorda bebe como cosaco y termina bautizando el baño al estilo Linda Blair, luego de haber pasado lista para bailar con cada chango que encontró en la fiesta. Cuando le pasa esto, que no es muy seguido, termina acostada, roncando boca arriba en la cama del niño de la casa o de la abuelita. Lo más seguro es que nunca lo vuelva a hacer, pero será su cruz porque todo el mundo se lo recordará mientras viva.
La gorda no se siente gorda, está "llenita". La gorda odia a las gordas y no se reconoce, por lo menos no en público, aunque siempre hay un momento de flaqueza (que no de flacura) en el que se desarma ante algunas amigas y acaba llorando su desgracia.
La gorda es coqueta y donde pone el ojo pone la bala. Una gorda enamorada se lanza con todo. Cuidado con tomarse unas chelas de más si una gorda te persigue, porque en una de esas amaneces con un pernil de 45 kilos cruzando tu cintura y queriéndote morir.
Ser una gorda no es tener 20 kilos de más, es una forma de vida. Ser una gorda no es una condición femenina únicamente, es una forma de pensar de todos los sexos. Ser una gorda no es algo necesariamente permanente, es algo que puede atacarte de repente y quedarse para siempre o irse de inmediato, es como el Mr. Hyde que se apodera sin aviso del Dr. Jekyll.
Pero, la gorda sabe ser amiga. Quién no ha tenido una amiga rechonchita, que es la perfecta confidente, que trata de ayudarte para que te ligues a la "buena", que entrega tus cartitas de amor, pero para la que muchas veces eres el amor platónico.
Por eso, la gorda también sufre en silencio. Cuando no te das cuenta que te quiere y que la onda de ser amiga es para que te des cuenta que es lo máximo.
Luego viene la transformación de la gorda en un terrible y sanguinario ser, porque una gorda herida es peor que Norman Schwartzkopf en la Tormenta del Desierto. La gorda es rencorosa y calculadora, porque pasa de echarte porras a decirle a la "buena" (a la que te gusta), que no vales la pena, le cuenta aquella lamentable confesión (que eres vírgen y tu mamá no te deja salir después de las 11) que le hiciste pensando que era tu amiga. Total, se encarga de que nunca le toques un pelo a la que te mueve el tapete.
Hay muchos hombres que se portan como gordas, que conspiran como tales, que se les salen carcajadas demenciales y fuera de lugar como a la grasosas mujercitas.
Aquél que se sube al camión y que al pasar entre dos empuja, es una gorda de camión.
Aquél que arma una argüende porque su amigo se fue a cenar con otro amigo, es una vil gorda de lavadero (¿o no Leal?).
Aquél que se avienta tres memelas y dos alambres con coca light (ahí vamos muchos) es una gorda "de la boca chiquita".
Aquél que llega diciendo "no quiero intrigar, pero no viste que fulanito se equivocó en tal cosa y nadie le dijo nada, digo, a mí me no me importa, perro no se vale que cuando yo me equivoco mí me hayas dicho algo), ése es una gorda intrigosa.
En fin, de gordas se pueden escribir más libros que de Maradona (que es una gorda yunkie y reincidente), pero lo importante es darte cuenta cuando el espíritu de la gorda te poseé, y una de dos te dejas llevar y cotilleas como gorda, o te reprimes y te inscribes a Gordas Anónimas.
PD: Cualquier parecido no especificado en este texto con una persona de la vida real o que por lo menos parece ser real y anda cerca de nosotros es pura coincidencia y el autor no se hace responsable por demandas reclamando derechos o regalías.
Todos la vemos y nos regodeamos, horrorizamos, simpatizamos o compadecemos.
Todos le decimos: "Te ves muy bien, estás bajando de peso".
Todos le vemos la panza y no nos fijamos en nuestras lonjas.
En este mundo lleno de anoréxicas y anoréxicos (verdad Flack) el peor pecado parece ser la obesidad, pero lo que no vemos es que todos llevamos una gorda dentro.
Y no me refiero a una de chicharrón, sino a la personalidad de esas adiposas criaturas que pueblan la faz de la tierra y que están estratégicamente diseminadas en cada salón de clases, oficina, estética y casa del mundo.
Pero, ¿qué es una gorda? Una gorda puede ser casi cualquier cosa, pero nunca pasa desapercibida, porque es escandalosa, bullanguera, amiguera, su risa incomoda y su ropa pide a gritos un relevo, porque sus costuras luchan para no separarse y sus botones amenazan con sacar más de un ojo si sueltan sus amarres.
Una gorda es una vieja mal hablada, capaz de liarse a golpes con un microbusero o de pelearse en cualquier restaurante con un mesero, porque su sopa estaba medio grado más fría o porque la salsa verde se ve muy pálida.
Una gorda bebe como cosaco y termina bautizando el baño al estilo Linda Blair, luego de haber pasado lista para bailar con cada chango que encontró en la fiesta. Cuando le pasa esto, que no es muy seguido, termina acostada, roncando boca arriba en la cama del niño de la casa o de la abuelita. Lo más seguro es que nunca lo vuelva a hacer, pero será su cruz porque todo el mundo se lo recordará mientras viva.
La gorda no se siente gorda, está "llenita". La gorda odia a las gordas y no se reconoce, por lo menos no en público, aunque siempre hay un momento de flaqueza (que no de flacura) en el que se desarma ante algunas amigas y acaba llorando su desgracia.
La gorda es coqueta y donde pone el ojo pone la bala. Una gorda enamorada se lanza con todo. Cuidado con tomarse unas chelas de más si una gorda te persigue, porque en una de esas amaneces con un pernil de 45 kilos cruzando tu cintura y queriéndote morir.
Ser una gorda no es tener 20 kilos de más, es una forma de vida. Ser una gorda no es una condición femenina únicamente, es una forma de pensar de todos los sexos. Ser una gorda no es algo necesariamente permanente, es algo que puede atacarte de repente y quedarse para siempre o irse de inmediato, es como el Mr. Hyde que se apodera sin aviso del Dr. Jekyll.
Pero, la gorda sabe ser amiga. Quién no ha tenido una amiga rechonchita, que es la perfecta confidente, que trata de ayudarte para que te ligues a la "buena", que entrega tus cartitas de amor, pero para la que muchas veces eres el amor platónico.
Por eso, la gorda también sufre en silencio. Cuando no te das cuenta que te quiere y que la onda de ser amiga es para que te des cuenta que es lo máximo.
Luego viene la transformación de la gorda en un terrible y sanguinario ser, porque una gorda herida es peor que Norman Schwartzkopf en la Tormenta del Desierto. La gorda es rencorosa y calculadora, porque pasa de echarte porras a decirle a la "buena" (a la que te gusta), que no vales la pena, le cuenta aquella lamentable confesión (que eres vírgen y tu mamá no te deja salir después de las 11) que le hiciste pensando que era tu amiga. Total, se encarga de que nunca le toques un pelo a la que te mueve el tapete.
Hay muchos hombres que se portan como gordas, que conspiran como tales, que se les salen carcajadas demenciales y fuera de lugar como a la grasosas mujercitas.
Aquél que se sube al camión y que al pasar entre dos empuja, es una gorda de camión.
Aquél que arma una argüende porque su amigo se fue a cenar con otro amigo, es una vil gorda de lavadero (¿o no Leal?).
Aquél que se avienta tres memelas y dos alambres con coca light (ahí vamos muchos) es una gorda "de la boca chiquita".
Aquél que llega diciendo "no quiero intrigar, pero no viste que fulanito se equivocó en tal cosa y nadie le dijo nada, digo, a mí me no me importa, perro no se vale que cuando yo me equivoco mí me hayas dicho algo), ése es una gorda intrigosa.
En fin, de gordas se pueden escribir más libros que de Maradona (que es una gorda yunkie y reincidente), pero lo importante es darte cuenta cuando el espíritu de la gorda te poseé, y una de dos te dejas llevar y cotilleas como gorda, o te reprimes y te inscribes a Gordas Anónimas.
PD: Cualquier parecido no especificado en este texto con una persona de la vida real o que por lo menos parece ser real y anda cerca de nosotros es pura coincidencia y el autor no se hace responsable por demandas reclamando derechos o regalías.
Simpatía por el débil o Américo hará lo que no hizo el América
No es que me dé coraje que las Chivas estén en la Final del Apertura 2006, pero la verdad prefiero mil veces que sea campeón el Toluca.
¿Por qué? No es porque le vaya al América, porque los que me conocen saben que me da lo mismo si el América es campeón o si no califica a Liguilla o si juega con 6 o 12 delanteros.
El problema con las Chivas es que la sobre exposición en los medios (en la cual yo llevo una parte) los ha hecho, o a lo mejor ya lo eran pero no lo sabíamos, seres odiosos.
El Santo Oswaldo que se la pasa mentando madres y "jugando" para la cámara y la tribuna, y jugando es un decir, porque es un futbolista tribunero que magnifíca sus intervenciones y que "todo el mundo" quiere. ¡Chale! Esa bondad casi panfletaria me da mucha hueva, ¡este hombre es más bueno que Erika Buenfil!
Luego, no sé por qué, debo reconocerlo, ese Ramoncito me parece de circo. Un enano que creció y lo corrieron del Atayde. Juega bien, sí, pero es en sí mismo una piedrita en el hígado.
Así podría seguir hablando de Reynoso (que si no es bien pedote, que desperdicio de cara), de lo ridículo del nombre del Jonny (o como lo escriba), o hasta de las zurrantes celebraciones de Omarcito, y de paso decir que el "Bofo" me cae rebien porque me parece un ser casi disfuncional, que por otro lado es un jugadorazo.
Pero bueno, eso es sólo mi hígado con boca que suelta lo que secreta sin tapujos, pero lo que realmente me hace preferir al Diablo, es, primero mi oscura "simpatía por el débil y por el devil" que viene de lo que se ve y se oye últimamente sobre esta serie final.
Primero, ¿quién quiere ver que Vergara diga que este título, es el primer paso para hacer un estadio en Marte, porque ya hay agua allá y la va a embotellar para hacer Omniwater marciana, y que hará sus Chivas-Marte?. Puras chairas mentales, además de que es el peor ganador que hay en el mundo un anti-classy-guy. Cero elegancia.
Segundo, no falta el terrestre que argumenta que el momento político de este país requiere de un título chiva, que ello hará que la polarización política, creada ya sea por la campaña de desprestigio de Calderón o la boca floja de AMLO, se vuelva amor y paz entre los hombres de buena voluntad, y todos volveremos a ser hermanos. Sinceramente eso se me hace más iluso y de hueva que el "Mundo de Kolitas".
¿Quién les dijo que 100 por ciento de este país es Chiva?, ¿hay de verdad quien piense que ese equipo a rayas representa los más altos valores mexicanos? Cuando mucho representa una tradición centenaria de arrastre nacional, pero que se polariza con la otra parte que de plano no los quiere, por lo que veo muy improbable que su título haga que los diputados del PRD y del PAN voten por unanimidad el presupuesto de egresos de Calderón.
Tercero, por el momento estoy más preocupado porque aparezcan en mi casa los 3 mil 700 pesos que extraviamos y que no nos permiten pagar la colegiatura y terapia de Darío, que en la trascendencia del Rebaño Sagrado. En pocas palabras me urge más llegar al Final de quincena, que llegar al Final del Apertura.
Cuarto y último, me late que Toluca puede poner un candado Gallego al ataque chiva. Sé que a mi trabajo y a todos los medios, les conviene y vende mucho más un título chiva, porque al Toluca sólo lo van a ver sus esposas y eso cuando juegan contra equipos grandes, pero me late el Diablo, no sé por qué. Creo que Américo hará lo que no hizo el América: poner en su lugar a Omarcito y compañía.
¿Por qué? No es porque le vaya al América, porque los que me conocen saben que me da lo mismo si el América es campeón o si no califica a Liguilla o si juega con 6 o 12 delanteros.
El problema con las Chivas es que la sobre exposición en los medios (en la cual yo llevo una parte) los ha hecho, o a lo mejor ya lo eran pero no lo sabíamos, seres odiosos.
El Santo Oswaldo que se la pasa mentando madres y "jugando" para la cámara y la tribuna, y jugando es un decir, porque es un futbolista tribunero que magnifíca sus intervenciones y que "todo el mundo" quiere. ¡Chale! Esa bondad casi panfletaria me da mucha hueva, ¡este hombre es más bueno que Erika Buenfil!
Luego, no sé por qué, debo reconocerlo, ese Ramoncito me parece de circo. Un enano que creció y lo corrieron del Atayde. Juega bien, sí, pero es en sí mismo una piedrita en el hígado.
Así podría seguir hablando de Reynoso (que si no es bien pedote, que desperdicio de cara), de lo ridículo del nombre del Jonny (o como lo escriba), o hasta de las zurrantes celebraciones de Omarcito, y de paso decir que el "Bofo" me cae rebien porque me parece un ser casi disfuncional, que por otro lado es un jugadorazo.
Pero bueno, eso es sólo mi hígado con boca que suelta lo que secreta sin tapujos, pero lo que realmente me hace preferir al Diablo, es, primero mi oscura "simpatía por el débil y por el devil" que viene de lo que se ve y se oye últimamente sobre esta serie final.
Primero, ¿quién quiere ver que Vergara diga que este título, es el primer paso para hacer un estadio en Marte, porque ya hay agua allá y la va a embotellar para hacer Omniwater marciana, y que hará sus Chivas-Marte?. Puras chairas mentales, además de que es el peor ganador que hay en el mundo un anti-classy-guy. Cero elegancia.
Segundo, no falta el terrestre que argumenta que el momento político de este país requiere de un título chiva, que ello hará que la polarización política, creada ya sea por la campaña de desprestigio de Calderón o la boca floja de AMLO, se vuelva amor y paz entre los hombres de buena voluntad, y todos volveremos a ser hermanos. Sinceramente eso se me hace más iluso y de hueva que el "Mundo de Kolitas".
¿Quién les dijo que 100 por ciento de este país es Chiva?, ¿hay de verdad quien piense que ese equipo a rayas representa los más altos valores mexicanos? Cuando mucho representa una tradición centenaria de arrastre nacional, pero que se polariza con la otra parte que de plano no los quiere, por lo que veo muy improbable que su título haga que los diputados del PRD y del PAN voten por unanimidad el presupuesto de egresos de Calderón.
Tercero, por el momento estoy más preocupado porque aparezcan en mi casa los 3 mil 700 pesos que extraviamos y que no nos permiten pagar la colegiatura y terapia de Darío, que en la trascendencia del Rebaño Sagrado. En pocas palabras me urge más llegar al Final de quincena, que llegar al Final del Apertura.
Cuarto y último, me late que Toluca puede poner un candado Gallego al ataque chiva. Sé que a mi trabajo y a todos los medios, les conviene y vende mucho más un título chiva, porque al Toluca sólo lo van a ver sus esposas y eso cuando juegan contra equipos grandes, pero me late el Diablo, no sé por qué. Creo que Américo hará lo que no hizo el América: poner en su lugar a Omarcito y compañía.
28 noviembre, 2006
Maldito domingo
Ahora que Raúl Velasco pasó a dormir con los peces, no pude evitar el recuerdo dominguero de mi infancia.
No piensen que voy a empezar a decir que me da nostalgia o que me formó o algo así, para nada, al contrario, ahora que todo mundo rescata sus "aportes" a México, yo recuerdo todo lo que me quitó.
Para empezar, ver que salía con sus papeles agarrados entre anular y meñique y en la misma mano el micrófono ya era sinónimo de es domingo, de qué hueva, de no he hecho la tarea, de no hay nada más en la tele, de nomás tenemos una tele, de parece que soy el único contreras que alucina a ese güey, y de qué hecho yo para merecer esto (diría Almodóvar).
Ver, tirado en la alfombra, el avance del kilométrico programa, era sentir que se acababa el fin de semana, era recordar que el viernes le había dicho a mi mamá que no tenía tarea, que el sábado en casa de mi tío me había divertido pensando que en un ratito la hacía, pero era repasar de qué se trataba el "deber escolar inconcluso".
Invariablemente había un momento en el que abría el cuaderno y ¡huevos! Necesito una cartulina blanca y una monografía, pero, ¡la papelería cierra en 15 minutos!
Y ahí te voy a pedir dinero para el material, a recibir (cuando me iba bien) un regaño, una amenaza, un castigo y un jalón de orejas hasta la puerta para correr a comprar lo necesario.
El "deadline" para terminar la tarea eran los créditos de Siempre en Domingo, donde acompañado de la cancioncita y al término del número final, casi siempre del ballet de Milton Ghio o del de Amalia Mendoza, aparecían escenas de todo el nefasto vía crucis dominical "artista por artista" (no sé a qué alma se le ocurrió decirle artista a tanto intento de cantante o de actor, cuando esa palabra implica un grado máximo de realización de alguna de las tareas que marcan las musas, y no alguien que sale en la tele. Carajo, yo escribo y la literatura es un arte, pero no por eso ¡soy un artista!).
Total, si pasaban los créditos y la tarea seguí inconclusa, (mía o de alguno de mis hermanos) aparecía la lágrima, el moco y el jalón de pelos, ante cada "¡Apúrate!, ¡así no se hace!, ¡eres un burro!". Pobres de mis papás, qué pesadilla.
Pero a toda esa atmósfera digna de antidepresivos o mínimo un alcohol, contribuía en gran parte el "Genio de Celaya" con su filosofía de dos pesos, con su pésimo gusto para dictar lo que tenía de escuchar el "pueblo" y sobre todo su chabacano sentimentalismo (muy barato) de chillar cada vez que volaba la mosca o que iba a saludar a la venerable señora (creo que se llamaba Catita o algo así) que tenía más años yendo cada domingo al Foro 2 de Televisa, que de pensión en el ISSSTE.
Su cultura muy guanajuatense (como la de Fox) denotaba una cultura ínfima (como la de Fox), su sentido del humor pésimo (como el de Fox) y su prepotencia (como la de Fox) sobra decir que me zurraban.
Un domingo con Raúl era un domingo echado a perder, y tuvo tanto tino el señor que arruinó (a él mismo y a su familia) hasta el último domingo de su vida, con la ocurrencia de en ese mero día entregar el equipo.
Personaje funesto don Raúl del que estuve muy contento el día que supe que de su programa no habría "aún más".
No piensen que voy a empezar a decir que me da nostalgia o que me formó o algo así, para nada, al contrario, ahora que todo mundo rescata sus "aportes" a México, yo recuerdo todo lo que me quitó.
Para empezar, ver que salía con sus papeles agarrados entre anular y meñique y en la misma mano el micrófono ya era sinónimo de es domingo, de qué hueva, de no he hecho la tarea, de no hay nada más en la tele, de nomás tenemos una tele, de parece que soy el único contreras que alucina a ese güey, y de qué hecho yo para merecer esto (diría Almodóvar).
Ver, tirado en la alfombra, el avance del kilométrico programa, era sentir que se acababa el fin de semana, era recordar que el viernes le había dicho a mi mamá que no tenía tarea, que el sábado en casa de mi tío me había divertido pensando que en un ratito la hacía, pero era repasar de qué se trataba el "deber escolar inconcluso".
Invariablemente había un momento en el que abría el cuaderno y ¡huevos! Necesito una cartulina blanca y una monografía, pero, ¡la papelería cierra en 15 minutos!
Y ahí te voy a pedir dinero para el material, a recibir (cuando me iba bien) un regaño, una amenaza, un castigo y un jalón de orejas hasta la puerta para correr a comprar lo necesario.
El "deadline" para terminar la tarea eran los créditos de Siempre en Domingo, donde acompañado de la cancioncita y al término del número final, casi siempre del ballet de Milton Ghio o del de Amalia Mendoza, aparecían escenas de todo el nefasto vía crucis dominical "artista por artista" (no sé a qué alma se le ocurrió decirle artista a tanto intento de cantante o de actor, cuando esa palabra implica un grado máximo de realización de alguna de las tareas que marcan las musas, y no alguien que sale en la tele. Carajo, yo escribo y la literatura es un arte, pero no por eso ¡soy un artista!).
Total, si pasaban los créditos y la tarea seguí inconclusa, (mía o de alguno de mis hermanos) aparecía la lágrima, el moco y el jalón de pelos, ante cada "¡Apúrate!, ¡así no se hace!, ¡eres un burro!". Pobres de mis papás, qué pesadilla.
Pero a toda esa atmósfera digna de antidepresivos o mínimo un alcohol, contribuía en gran parte el "Genio de Celaya" con su filosofía de dos pesos, con su pésimo gusto para dictar lo que tenía de escuchar el "pueblo" y sobre todo su chabacano sentimentalismo (muy barato) de chillar cada vez que volaba la mosca o que iba a saludar a la venerable señora (creo que se llamaba Catita o algo así) que tenía más años yendo cada domingo al Foro 2 de Televisa, que de pensión en el ISSSTE.
Su cultura muy guanajuatense (como la de Fox) denotaba una cultura ínfima (como la de Fox), su sentido del humor pésimo (como el de Fox) y su prepotencia (como la de Fox) sobra decir que me zurraban.
Un domingo con Raúl era un domingo echado a perder, y tuvo tanto tino el señor que arruinó (a él mismo y a su familia) hasta el último domingo de su vida, con la ocurrencia de en ese mero día entregar el equipo.
Personaje funesto don Raúl del que estuve muy contento el día que supe que de su programa no habría "aún más".
22 noviembre, 2006
No peeeeeelas
Orgulloso me siento de ser el principal impulsor en la Ciudad de México de la bella y socorrida frase: "No pelas un chango a nalgadas".
Esta frase es para mí como un hijo, pero como un hijo putativo, porque no me pertenece, bueno pensándolo bien sí me pertenece, porque la he hecho mía, pero yo no la acuñé.
Ya hubiera querido ser la mente que fraguara el yeso que dejó como escultura esa frase, pero no, el autor intelectual es mi padrino y amigo: Antonio Garibay.
Garibay (o Garigay), otrora representante de Adrián Fernández, me soltó esa maravilla hace ya 11 años en Indianápolis cuando andabamos por allá en las 500 Millas. Salió a propósito de las cualidades como piloto de cierto personaje de nombre Stan Fox, que luego terminó embarrado en un muro a 260 kilómetros por hora.
Fox estuvo a minutos de morir, pero sólo quedó casi cuadraplégico, y tras años de valiente rehabiilitación, el hombre volvió a caminar y a manejar, pero sólo para que ahora sí lo cafetearamos por estrellarse (ahora en su coche de calle) en un Freeway.
La cosa es que Toño se refirió a las habilidades de Fox así: "¡N'hombre, ese güey no pela un chango a nalgadas!", lo que me sacó inmediatamente una serie de carcajadas y de lágrimas, nomás de pensar a alguien tratando de despellejar a un mono a puro manazo.
No hay mejor manera de decir que no sirves, y tan es así que conozco a no menos de 100 personas que han tomado la frase como agua de uso y la emplean a la perfección.
Pero a partir de ahí, me he dado a la tarea de coleccionar otras de igual valía y no menos imaginación, que tienen un significado similar.
Qué me dicen de esta chulada: "No sacas un perro a mear". Es como para fundirla en bronce. Si un tipo no es capaz de llevar a un can a marcar su territorio, no sirve para nada. Incluso hasta mi amigo de la infancia el buen "Memorias" sacaba a hacer de las aguas al pekinés, cruzado como con rata de la señora Reloc, y mira que mi cuate no veía más allá de su entrecejo ni con sus lentes de fondo de Squirt.
No me consta, pero creo que esta epopeya del lenguaje tiene la marca de Iván Pirrón, por lo menos mía no es, pero de que es buena, es buena.
Mi buen Padillita (Miguel Ángel Padilla para los que leen Soccermanía) popularizó, no sé si son suyas, aquellas de: "No me arreglas un café" y la de "Hay maderas que no agarran el barniz", también un par de piezas que hacen oda de la ineptitud.
Y no puedo dejar de recordar al filósofo de la orilla del ring, el maestro Ignacio Beristáin, manager y purista del boxeo, que aunque no habla de estupidez, sino de vanidad, hace ver mal a cualquiera que quiera resumir mejor a un presumido.
Don Nacho me aventó una vez en una entrevista este juicio sobre el trabajo de algunos periodistas: "Mire joven, lo que pasa es que algunos de sus colegas le echan mucha caca a su papel". No se puede negar que aunque escatológica es un frasononón, digno de un personaje como don Nacho, un hombre bien entrado en los 60 años con uno de los rostros más chuecos que haya dejado el mundo de los mamporros y los jicamazos.
Así podemos seguir con Nachito y su "Le echas mucho arroz a tus novios" o "Todavía le cuelga el chile a don Felipe", que sin empacho alguno suelta en entrevistas con grabadora prendida y todo, pero creo que el ya clásico "no peeeeelas" ha marcado toda una época y a toda una serie de personajes de que plano no despellejan a un primate con sonoras palmadas.
Esta frase es para mí como un hijo, pero como un hijo putativo, porque no me pertenece, bueno pensándolo bien sí me pertenece, porque la he hecho mía, pero yo no la acuñé.
Ya hubiera querido ser la mente que fraguara el yeso que dejó como escultura esa frase, pero no, el autor intelectual es mi padrino y amigo: Antonio Garibay.
Garibay (o Garigay), otrora representante de Adrián Fernández, me soltó esa maravilla hace ya 11 años en Indianápolis cuando andabamos por allá en las 500 Millas. Salió a propósito de las cualidades como piloto de cierto personaje de nombre Stan Fox, que luego terminó embarrado en un muro a 260 kilómetros por hora.
Fox estuvo a minutos de morir, pero sólo quedó casi cuadraplégico, y tras años de valiente rehabiilitación, el hombre volvió a caminar y a manejar, pero sólo para que ahora sí lo cafetearamos por estrellarse (ahora en su coche de calle) en un Freeway.
La cosa es que Toño se refirió a las habilidades de Fox así: "¡N'hombre, ese güey no pela un chango a nalgadas!", lo que me sacó inmediatamente una serie de carcajadas y de lágrimas, nomás de pensar a alguien tratando de despellejar a un mono a puro manazo.
No hay mejor manera de decir que no sirves, y tan es así que conozco a no menos de 100 personas que han tomado la frase como agua de uso y la emplean a la perfección.
Pero a partir de ahí, me he dado a la tarea de coleccionar otras de igual valía y no menos imaginación, que tienen un significado similar.
Qué me dicen de esta chulada: "No sacas un perro a mear". Es como para fundirla en bronce. Si un tipo no es capaz de llevar a un can a marcar su territorio, no sirve para nada. Incluso hasta mi amigo de la infancia el buen "Memorias" sacaba a hacer de las aguas al pekinés, cruzado como con rata de la señora Reloc, y mira que mi cuate no veía más allá de su entrecejo ni con sus lentes de fondo de Squirt.
No me consta, pero creo que esta epopeya del lenguaje tiene la marca de Iván Pirrón, por lo menos mía no es, pero de que es buena, es buena.
Mi buen Padillita (Miguel Ángel Padilla para los que leen Soccermanía) popularizó, no sé si son suyas, aquellas de: "No me arreglas un café" y la de "Hay maderas que no agarran el barniz", también un par de piezas que hacen oda de la ineptitud.
Y no puedo dejar de recordar al filósofo de la orilla del ring, el maestro Ignacio Beristáin, manager y purista del boxeo, que aunque no habla de estupidez, sino de vanidad, hace ver mal a cualquiera que quiera resumir mejor a un presumido.
Don Nacho me aventó una vez en una entrevista este juicio sobre el trabajo de algunos periodistas: "Mire joven, lo que pasa es que algunos de sus colegas le echan mucha caca a su papel". No se puede negar que aunque escatológica es un frasononón, digno de un personaje como don Nacho, un hombre bien entrado en los 60 años con uno de los rostros más chuecos que haya dejado el mundo de los mamporros y los jicamazos.
Así podemos seguir con Nachito y su "Le echas mucho arroz a tus novios" o "Todavía le cuelga el chile a don Felipe", que sin empacho alguno suelta en entrevistas con grabadora prendida y todo, pero creo que el ya clásico "no peeeeelas" ha marcado toda una época y a toda una serie de personajes de que plano no despellejan a un primate con sonoras palmadas.
21 noviembre, 2006
Apocalípticamente Charger
En mi muy particular interpretación del libro Apocalípticos e integrados de Umberto Eco, la mejor manera de manifestar mi "anticultura", mi contracorriente existencial, es irle a los Cargadores de San Diego.
Me explico, los apocalípticos somos aquellos que estamos en la contracultura, y para ejemplificarlo mejor siempre pongo en la mesa el tema de dime a quién le vas y te diré quién eres.
Yo le voy a los Chargers a muerte. De hecho en mi casa todos, y no me importa si lo aceptan o no, si les gusta o no, todos somos Chargers. Ari y Darío primero tuvieron un jersey de LaDainian Tomlinson y Drew Brees, que patines, bicicleta o un balón de futbol.
No me importa si deciden hacerse dreadlocks, meterse mil piercings e irle a los Pumas, o si decidieran vender Omnilife y ser Chivas, o incluso tomar como forma de vida el honroso oficio de la albañilería y ser Celestes. Eso no me interesa, en mi casa hay libertad de expresión, pero con lo único que no negocio es con que los tres somos Chargers, y punto.
Pero no soy un especimen único, también ser apocalíptico es irle a los Jefes de Kansas (como el buen 'Chaivis Aburo') o a los Cardenales de Arizona (como mi cabecita de algodón, Andrés Amieva), de hecho nuestras respectivas tribus son minorías, pero si nos juntamos somos muchos.
Porque un apocalítptico jamás le irá a los Vaqueros de Dallas o los Acereros de Pittsburgh o los Delfines de Miami. La base de todo, es que es muy fácil irle a un equipo que tiene cinco anillos de Super Bowl o a otro como los Yankees de Nueva York, que en promedio ganan una de cada cinco Series Mundiales. Difícil y de corazón es irle a un equipo que nunca ha ganado un título. Eso es amor.
Los integrados se cobijan en el placer del triunfo fácil (en el deporte o la política). Para qué pelear si es tan sencillo ponerse del lado del que siempre va a ganar.
Pero esto de ser apocalíptico o integrado no es una elección, es una forma de ver el mundo. Los defensores de las causas perdidas nos decantamos por los Cachorros de Chicago o los Medias Rojas de Boston (en mi caso soy Cub).
Como buen Cachorro, desde antes de nacer arrastro decadas de maldición (dicen que fue por una puta cabra y un puto griego) y dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 98.
No somos perdedores naturales ni mucho menos, somos personas que apreciamos la belleza de un triunfo sobre los Raiders o de una blanqueada sobre los White Sox, y nos regodeamos en nuestro grito solitario ante el touchdown de un Tomlinson o un Tony González. Encontramos las grandes satisfacciones en los pequeños detalles, y el día, porque ese día llegara antes de nuestra muerte, que celebremos la victoria en el Super Bowl todo habrá valido la pena y seremos una excelsa mayoría, gloriosa y reinante.
Ya en el terreno de las confesiones debo debir que tengo una parte integrada como todos: le voy a los Celtics y al América.
En mi descargo diré que es peor irle a los Lakers, y que aunque en la suma de los títulos América es integradísimo, les diré que no es nada fácil irle a las Águilas.
Si bien soy un azulcrema moderado, es zurrante tener que soplarte miles de comentarios insultantes, despectivos o en el mejor de los casos compasivos, cada vez que alguien se entera que eres del América. Ya no se diga cuando se te ocurre (que no lo he hecho) ponerte la playera americanista y salir a la calle. Me ha tocado ver pobres que se han llevado mentadas, mojadas y hasta cocos por el atrevimiento.
Pero se es o no se es. Yo seré Charger, Cachorro, Celtic y Águila siempre, porque eso de cambiar de equipo es peor que cambiar de sexo, y si no vean a algunos que lo han hecho y que luego, ya encarrerados, terminan de tacones o hasta se aplican la jarocha.
Me explico, los apocalípticos somos aquellos que estamos en la contracultura, y para ejemplificarlo mejor siempre pongo en la mesa el tema de dime a quién le vas y te diré quién eres.
Yo le voy a los Chargers a muerte. De hecho en mi casa todos, y no me importa si lo aceptan o no, si les gusta o no, todos somos Chargers. Ari y Darío primero tuvieron un jersey de LaDainian Tomlinson y Drew Brees, que patines, bicicleta o un balón de futbol.
No me importa si deciden hacerse dreadlocks, meterse mil piercings e irle a los Pumas, o si decidieran vender Omnilife y ser Chivas, o incluso tomar como forma de vida el honroso oficio de la albañilería y ser Celestes. Eso no me interesa, en mi casa hay libertad de expresión, pero con lo único que no negocio es con que los tres somos Chargers, y punto.
Pero no soy un especimen único, también ser apocalíptico es irle a los Jefes de Kansas (como el buen 'Chaivis Aburo') o a los Cardenales de Arizona (como mi cabecita de algodón, Andrés Amieva), de hecho nuestras respectivas tribus son minorías, pero si nos juntamos somos muchos.
Porque un apocalítptico jamás le irá a los Vaqueros de Dallas o los Acereros de Pittsburgh o los Delfines de Miami. La base de todo, es que es muy fácil irle a un equipo que tiene cinco anillos de Super Bowl o a otro como los Yankees de Nueva York, que en promedio ganan una de cada cinco Series Mundiales. Difícil y de corazón es irle a un equipo que nunca ha ganado un título. Eso es amor.
Los integrados se cobijan en el placer del triunfo fácil (en el deporte o la política). Para qué pelear si es tan sencillo ponerse del lado del que siempre va a ganar.
Pero esto de ser apocalíptico o integrado no es una elección, es una forma de ver el mundo. Los defensores de las causas perdidas nos decantamos por los Cachorros de Chicago o los Medias Rojas de Boston (en mi caso soy Cub).
Como buen Cachorro, desde antes de nacer arrastro decadas de maldición (dicen que fue por una puta cabra y un puto griego) y dicen que no hay mal que dure 100 años, pero nosotros ya llevamos 98.
No somos perdedores naturales ni mucho menos, somos personas que apreciamos la belleza de un triunfo sobre los Raiders o de una blanqueada sobre los White Sox, y nos regodeamos en nuestro grito solitario ante el touchdown de un Tomlinson o un Tony González. Encontramos las grandes satisfacciones en los pequeños detalles, y el día, porque ese día llegara antes de nuestra muerte, que celebremos la victoria en el Super Bowl todo habrá valido la pena y seremos una excelsa mayoría, gloriosa y reinante.
Ya en el terreno de las confesiones debo debir que tengo una parte integrada como todos: le voy a los Celtics y al América.
En mi descargo diré que es peor irle a los Lakers, y que aunque en la suma de los títulos América es integradísimo, les diré que no es nada fácil irle a las Águilas.
Si bien soy un azulcrema moderado, es zurrante tener que soplarte miles de comentarios insultantes, despectivos o en el mejor de los casos compasivos, cada vez que alguien se entera que eres del América. Ya no se diga cuando se te ocurre (que no lo he hecho) ponerte la playera americanista y salir a la calle. Me ha tocado ver pobres que se han llevado mentadas, mojadas y hasta cocos por el atrevimiento.
Pero se es o no se es. Yo seré Charger, Cachorro, Celtic y Águila siempre, porque eso de cambiar de equipo es peor que cambiar de sexo, y si no vean a algunos que lo han hecho y que luego, ya encarrerados, terminan de tacones o hasta se aplican la jarocha.
20 noviembre, 2006
Salí del clóset
Nunca pensé que caería. De hecho hace apenas dos meses no sabía lo que eran.
Tuve contacto con uno de ellos y pensé: "Eso no me pasará a mí. Imposible", pero poco a poco, (como siempre pasa) por la mala influencia de mis amigos, lo probé.
Primero fue sólo un poco (la puntita de uno), luego hasta me animé a participar en uno de grupo y ahora digamos que vivo mi primera, primera vez.
La verdad, es algo que yo consideraba como "cosa de niñas" y hoy me veo haciéndolo a altas horas de la noche y a escondidas de la gente, porque como que todavía me da penita reconocerme como uno de ellos.
Si he de ponerle nombre a mi corruptor diré que no fue uno solo, pero el que me dijo: "Mira te va a gustar", fue mi buen Freakney Briseño. ¡Chale! ¡tan chiquito que está (sólo de edad) y me arrastró!
Pero no fue el único, también el hermitaño y chapatinesco Jorge Meléndez tuvo algo que ver. Él sí me rogó, y pues uno, que como buen mexicano no sabe decir que no, pues que caigo.
Y si de destapar todas las cloacas se trata, de plano sacaré un trapito más: Luis Carrillo, sin quererlo, pero poniéndome su sucio ejemplo por delante, terminó por aventarme a la perdición. Con Luis me da más pena, porque es casado como yo, pero como los basureros, si yo me mancho se manchan todos.
¡Pues ya qué! no sé cuánto durará esto, igual se me pasa en un mes o lo sigo haciendo mientras viva, pero mientras ya soy dueño de un "blog" y trataré de aportarle algo de vez en cuando... ¿o qué?, ¿qué estaban pensando? Todo este rollo era para decirles eso, que ya tengo mi blog.
Tuve contacto con uno de ellos y pensé: "Eso no me pasará a mí. Imposible", pero poco a poco, (como siempre pasa) por la mala influencia de mis amigos, lo probé.
Primero fue sólo un poco (la puntita de uno), luego hasta me animé a participar en uno de grupo y ahora digamos que vivo mi primera, primera vez.
La verdad, es algo que yo consideraba como "cosa de niñas" y hoy me veo haciéndolo a altas horas de la noche y a escondidas de la gente, porque como que todavía me da penita reconocerme como uno de ellos.
Si he de ponerle nombre a mi corruptor diré que no fue uno solo, pero el que me dijo: "Mira te va a gustar", fue mi buen Freakney Briseño. ¡Chale! ¡tan chiquito que está (sólo de edad) y me arrastró!
Pero no fue el único, también el hermitaño y chapatinesco Jorge Meléndez tuvo algo que ver. Él sí me rogó, y pues uno, que como buen mexicano no sabe decir que no, pues que caigo.
Y si de destapar todas las cloacas se trata, de plano sacaré un trapito más: Luis Carrillo, sin quererlo, pero poniéndome su sucio ejemplo por delante, terminó por aventarme a la perdición. Con Luis me da más pena, porque es casado como yo, pero como los basureros, si yo me mancho se manchan todos.
¡Pues ya qué! no sé cuánto durará esto, igual se me pasa en un mes o lo sigo haciendo mientras viva, pero mientras ya soy dueño de un "blog" y trataré de aportarle algo de vez en cuando... ¿o qué?, ¿qué estaban pensando? Todo este rollo era para decirles eso, que ya tengo mi blog.
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